Comencé a leer los artículos de Rebelión al considerar que los medios informativos estaban embotados por las agencias, demasiado afines a los poderes establecidos como para ofrecer una información ecuánime. Obviamente, el hecho de publicar en Rebelión no implica ecuanimidad absoluta, pues todos son (somos) seres humanos, cada uno diferente de los demás, con diferentes […]
Comencé a leer los artículos de Rebelión al considerar que los medios informativos estaban embotados por las agencias, demasiado afines a los poderes establecidos como para ofrecer una información ecuánime. Obviamente, el hecho de publicar en Rebelión no implica ecuanimidad absoluta, pues todos son (somos) seres humanos, cada uno diferente de los demás, con diferentes inquietudes y sensibilidades. No obstante, en la línea editorial hay un mínimo denominador común, que a fin de cuentas se puede sintetizar en la crítica a la injusticia social y sus múltiples manifestaciones. Esa era y sigue siendo mi opinión, muy a pesar de la dialéctica de individuos como Francisco Umpiérrez Sánchez, que escribió un artículo de opinión titulado «El hombre y la religión». Por el título, uno podría creer que se trata de una opinión de carácter sociológico, donde se analiza al ser humano y los credos por él fundados. Pero no es así. Lo que hace el señor Umpiérrez Sánchez, es informarnos de cómo jugaba al ping pong antes de confesarse y comulgar. Bueno, además de jugar al ping pong, invertía su tiempo en otros solaces, así como en otras tantas prácticas devotas. La razón de que el señor Umpiérrez Sánchez comparta con el mundo semejantes intimidades es el ateísmo radical de Luís Ledo, moderador en un debate sobre pensamiento y filosofía. Ahora bien, lo que parece ser la indignación de un liberal ante el radicalismo de un desbocado fundamentalista, no es más que el resentimiento de un católico que vio frustrada su obstinación en explanarse en las vicisitudes de su culto durante un debate sobre el pensamiento y la filosofía universales.
Es menester mencionar que durante el foro a nadie se le impidió dar su opinión, la presencia fue libre y no se hizo uso de ningún tipo de violencia, ya fuera verbal o física. Entendemos que cuando se tilda al señor Ledo de «ateo radical», se quiere decir, por consiguiente, que es una persona que no cree en ningún dios y es tajante en su opinión. Pero, ¿qué relación guarda esto con la filosofía y el pensamiento universales? Poca o ninguna, en efecto. Como sucede con los creyentes radicales, el susodicho individuo se mostró reacio a aceptar que el foro no giraba en torno al pensamiento y la filosofía católicos. Tanto es así, que ha llegado al extremo de vilipendiar a su imaginado «ateo radical» en un periódico, para a continuación ponderar los lustres de su religión.
Por suerte, la Inquisición ya no existe, de lo contrario Ledo habría seguido la suerte de miles de personas que, como él, opinan que se puede debatir sin el yugo del clero. Por el contrario, hoy puede dar su opinión libremente y, de facto, la da. Ledo cree que Dios, Alá, Krishna, Saturno, Ramsés o Lugh, por poner unos pocos ejemplos de los miles de dioses creados por la inventiva del ser humano, no existen. Algunos fueron creados a semejanza del ser humano, otros parecen sacados de una película de serie Z, pero todos tienen en común el haber sido creados por el ser humano. Probablemente la causa de la creación de tantos dioses sea plural, empero la ignorancia, el miedo y, sobre todo, el poder han tenido un especial protagonismo. Si se tratara únicamente de causas espirituales, la Iglesia no hubiera matado a tantos millones de personas con opiniones contrarias a las suyas. Y los Brahmanes no hubiesen secundado el injusto sistema de castas, que ha condenado a la miseria a tanta gente. Y así podemos seguir con las demás religiones, que crearon una cosmogonía que justificara su barbarie y los privilegios de unos pocos. Pero, ¿realmente sus crímenes están justificados por su espiritualidad? Señor Umpiérrez Sánchez, ¿cree usted que su libertad a ser católico justifica su animosidad hacía un ciudadano que declara ser ateo y niega la existencia de los dioses? ¿Acaso cree que usted puede dar su opinión religiosa y tachar de radicales a los que discrepan de su fe? Y, ¿no es acaso usted el radical que arremete contra aquellos que no favorecen su culto… en un debate ajeno a los dogmas?
No hay espiritualidad ni mesa de ping pong que justifique su apoyo a una institución que alenta la represión, la intransigencia y las reformas extremas. Permítame decirle, señor, que en España podrá encontrar mesas de ping pong en muchos parques públicos, así como canchas de fútbol, básquet y otros deportes. Que también tiene bibliotecas y centros sociales a su disposición, con charlas culturales periódicas. Y barbacoas y columpios. Y además, se organizan actos sociales donde se interpreta música, danza y teatro. Todo ello sin que esté obligado a escuchar sermones, sin imposición a rendir culto, ni recibir instrucción religiosa de ningún tipo. Todo ello es para el libre usufructo de los ciudadanos, sea cual sea su creencia religiosa.
El tema da para mucho y no me extenderé más. No hablaré de los diezmos del pasado, ni del dinero que sale a día de hoy del erario público para ir a las arcas de la Iglesia. No mencionaré sus prebendas, propiedades, fondos, bancos y demás bienes materiales, tan ajenos a lo espiritual. No manifestaré lo indigno que me parece que un credo reciba dinero de un Estado que se pinta laico. Tampoco hablaré de los muchos y beneficiosos usos que se le podría dar a ese dinero… Tan solo quiero reformular esa pregunta que según usted «debemos hacernos ahora». Pues lo relevante, llegados a este extremo, no es «cómo ha llegado el ateo extremista a esta representación del fenómeno religioso»; sino ¿cómo han llegado las instituciones religiosas a mantenerse durante tanto tiempo a costa de un pueblo al que han reprimido y maltratado? Confío que los lectores estarán de acuerdo conmigo en que la respuesta a esta pregunta cuadra mejor con un debate sobre el hombre y la religion… aunque no tanto en uno que verse sobre la filosofía y el pensamiento.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.