Los historiadores han venido reflexionando sobre algunas realidades históricas que se han desarrollado en el acontecer internacional con sus incidencias en las relaciones internacionales tanto por los propios contenidos de aquellas realidades como por las consecuencias que, evidente y objetivamente, han incidido en los desarrollos históricos globales y, por tanto, en la geopolítica y geoestrategia […]
Los historiadores han venido reflexionando sobre algunas realidades históricas que se han desarrollado en el acontecer internacional con sus incidencias en las relaciones internacionales tanto por los propios contenidos de aquellas realidades como por las consecuencias que, evidente y objetivamente, han incidido en los desarrollos históricos globales y, por tanto, en la geopolítica y geoestrategia internacionales. Nos referimos a decisiones políticas alcanzadas por un actor determinado buscando la consecución y/o su desarrollo según fines predeterminados que buscarían consolidar la preeminencia y control de poderes en sus relaciones con otros actores internacionales. Quizás haya sido una dinámica histórica que las «potencias temporales» han ejercido en sus expansiones tanto de carácter imperial como sub-imperiales; por ejemplo, en fechas recientes, las decisiones alcanzadas por Washington son, profundamente, diferentes a las tomadas en Paris, Roma, Madrid y Londres cuando nos referimos al «caso Libia» así se hayan «arropado» bajo el techo de la OTAN. Lo mismo podría proponerse para los casos de Iraq y Afganistán y el de Siria «en pleno desarrollo».
¿Por qué las potencias Imperial y sub-imperiales deciden desarrollar guerras cuando desde el mismo momento de la decisión tomada son guerras donde se violan, absoluta y sistemáticamente, todos los derechos humanos de las sociedades afectadas tanto para las sociedades de los gobiernos participantes-invasores como las sociedades de los países afectados sufriendo las consecuencias tanto humanas como económicas y sicológicas que las guerras, en su definición más fundamental, conllevan con sus desarrollos lógicos como, por ejemplo, el alto número de suicidios de militares estadounidenses que han participado en Iraq, Afganistán así como los escenarios sico-sociales que ciudadanos vietnamitas acarrean cotidianamente como consecuencia de la «Guerra de Vietnam»? ¿Cuál de los escribidores de lectura obligada tendría la verdad en los contenidos de sus escritos cuando de relaciones entre diferentes países se trata cuando se busca imponer, en cualquiera de sus modalidades, directrices político-económicas e ideológicas de uno o unos sobre el otro o los otros como la Historia se ha expresado y nos enseña en las realidades y consecuencias del Imperio Romano, de aquel donde el sol nunca se ponía, de la decadencia victoriana y/o las directrices de los Padres Fundadores?
En esa consecución de ideas, nos obligan a preguntarnos ¿cómo deberían ser las decisiones de los actores nacionales ante posibles escenarios de violencia dirigida, generalmente, desde allende las fronteras conjuntamente con sectores sociales locales que se estimulan más por las ambiciones personales que por las racionalidades nacionalistas como han sido los casos en y de Iraq-petróleo; Afganistán-opio; Libia-petróleo-gas-oro-agua, por mención de recientes escenarios de fácil recordatorio? Es evidente que la virtud del nacionalismo ha estado ubicado muy por debajo de las ambiciones de actores económicos que han utilizado como títeres a sectores políticos y/o aprendices de políticos cuando de actores nacionales nos referimos sin negar la participación de los paradigmas ideológicos como, por ejemplo, se expresaron a lo interno de los actores que participaron en el «Golpe de Abril, 2002» contra el Presidente Chávez Frías.
¿Son las guerras una necesidad y/o son procesos históricos inevitables? ¿Cuál es el razonamiento lógico de las guerras? ¿Son las guerras acciones exclusivas del sistema capitalista y/o son de lógica histórica en el proceso de perfectibilidad del desarrollo humano? ¿Se impone, frecuentemente, la irracionalidad a la lógica de la preservación de la especie humana? Teológicamente, la guerra tiene su razón de ser en el pecado original, es decir, en la soberbia.
En este orden de ideas, como nos referíamos más arriba, los historiadores están investigando sobre situaciones concretas. La primera de ellas se refiere a las posibles razones que indujo a Joseph Stalin a firmar un tratado de paz con la Alemania gobernada por Adolf Hitler. La segunda interrogante estaría relacionada con el conocimiento por parte de Washington del ataque japonés a Pearl Harbour. Ambas inquietudes expresan una profunda preocupación cuando entramos en conocimiento de lo sucedido en el golfo de Tonkín, las armas hiper-malucas que tenía Saddam Hussein enterradas más cerca de los infiernos que de las superficies terrestres, solo por mencionar dos realidades históricas.
La tradicional e importante revista catalana «El Viejo Topo» ha entrevistado a la historiadora francesa Annie Lacroix-Riz, profesora de Historia Contemporánea en la Universidad Paris VII Denis-Diderot y quien es especialista en Relaciones Internacionales en el siglo XX, es decir, toda una respetada autoridad. La entrevista lleva como título: «De complots y sinarquía» realizada por los historiadores, José Luis Martín Ramos y Alejandro Andreassi, es decir, todo queda en casa (El Viejo Topo. Nº 275. Barcelona, diciembre, 2010, pp. 58-61). Quienes conocemos los contenidos de «El Viejo Topo» desde su fundación, apreciamos la calidad de sus contenidos para personas con sensibilidad social.
La historiadora Lacroix-Riz nos dice, basándose en sus investigaciones «…que los «Pacificadores» franceses y británicos sólo dejaron a los soviéticos la solución de un compromiso provisional con el Reich…» (Idem, pág. 59) ¿Nos está diciendo la exquisita intelectual que tanto París como Londres estaban en conocimiento de las realidades geopolíticas y geoestratégicas a las cuales se enfrentaba la Rusia Soviética ante la necesaria expansión de las huestes armadas de Adolf Hitler en la obligación imperiosa de alcanzar los campos petroleros de la región de Bakú no solo para mantener el proceso bélico sino para controlar las realidades en contradicción a las cuales se habían enfrentado las coronas testadas europeas no solo desde los desarrollos obligados del sistema capitalista en su etapa superior en sus procesos expansivos del siglo XIX sino las objetivas lecciones de la 1ra Guerra Mundial? Dejemos que sea la historiadora Lacroix-Riz quien nos responda en sus propias palabras cuando nos informa que «…[Winston Churchill] manifestó que el 1º de octubre de 1939 fue más sincero cuando en un discurso transmitido por los medios de radiodifusión confesó sentirse satisfecho por la presencia de las «fuerzas rusas […] en Polonia para bloquear cualquier avance nazi hacia el Este…» (Ibidem) Porque Joseph Stalin, en analizando objetivamente sus propias «debilidades y fortalezas» al mejor estilo de Sun Zu, se vió en la imperiosa necesidad de alcanzar aquel tan criticado acuerdo de paz con la Alemania nazi. La entrevistada colabora con nos cuando les expresa a sus entrevistadores que «…Al negarle una alianza defensiva automática y recíproca [al Joseph Stalin] como la que se produjo en 1914, los «Pacificadores» ya sabían desde 1933 -sus embajadores y agregados militares los habían informado regularmente desde entonces- que a falta de una alianza de ese tipo, Moscú, obligado a combatir solo contra el Reich, buscaría un arreglo en ese sentido para retrasar la fecha de vencimiento…» (Idem; negrillas nuestras).
La Historia tiene sus verdades y enseñanzas.
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Publicación Barómetro 01-09-11
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