Las críticas, por no decir descalificaciones, al movimiento mundial que en unos lugares se conoce como indignados y en otros ocupas se han concentrado en denunciar la falta de demandas claras. Sin embargo, los recientes desalojos en Nueva York, París, Zurich y Londres demuestran que los gobiernos de esos países consideran al movimiento como una […]
Las críticas, por no decir descalificaciones, al movimiento mundial que en unos lugares se conoce como indignados y en otros ocupas se han concentrado en denunciar la falta de demandas claras. Sin embargo, los recientes desalojos en Nueva York, París, Zurich y Londres demuestran que los gobiernos de esos países consideran al movimiento como una amenaza, a pesar de su supuesta incapacidad para definir objetivos y fines específicos. Parece ser que unas cuantas decenas o centenas de personas acampando en parques públicos o privados constituyen un insoportable desafío para los dueños del dinero en el mundo a pesar de que, según ellos, nadie comprende que quieren estos manifestantes. Por su parte, los banqueros están planeando atacar a los ocupas de Wall Street con un ‘discurso negativo’ que, ampliado por los medios que controlan, intentaría desprestigiar al movimiento. La empresa Clark Lytle Geduldig & Cranford (CLGC) sugiere que «Quizá sea fácil rechazar al OWS como un grupo de manifestantes desordenados, pero está demostrado que deberían ser tratados como competidores organizados, muy hábiles y capaces de hacer mover a los medios (…) Para contrarrestar esto, tenemos que hacer lo mismo.» (http://www.jornada.unam.mx/
Los movimientos sociales posteriores al levantamiento indígena de 1994 en Chiapas poseen una serie de características que para las instituciones políticas tradicionales y sus corifeos son un misterio pero sobre todo una amenaza. El mundo de la política tradicional considera que un movimiento que no tiene un impacto inmediato y mensurable en la realidad y en las instituciones políticas o económicas simple y sencillamente no sirve para nada, pero no por ello dejan de reprimirlos y criminalizarlos sistemáticamente. Para nadie resulta un secreto que los políticos tradicionales se comportan como los empresarios, procurando que las ganancias, políticas o monetarias -que para el caso son lo mismo- sean en el corto plazo. En este sentido, todo lo que no deje ganancia hoy no sirve. Y es aquí donde radica una de las características del movimiento mundial en cuestión: no quiere ganancias rápidas sino inversiones a mediano y largo plazo. El objetivo principal del movimiento mundial es visibilizar la relación perversa entre los gobiernos y las corporaciones internacionales, basada en el lucro, para que las personas que luchan todos los días para sobrevivir se den cuenta de la vida miserable que nos ofrece el capitalismo mundial.
En efecto, a partir de 1994, los movimientos sociales han procurado comunicarse con la sociedad, manteniendo la interlocución con el estado en un segundo plano, para hacerle ver cuáles son los mecanismos que perpetúan la dominación, la explotación del hombre por el hombre. No pretenden tapar el sol con un dedo o caer en el dilema de todo o nada sino construir un discurso coherente que impacte no sólo a la inteligencia sino a los corazones de millones de personas que han visto la depredación de nuestro entorno vital y la pauperización de nuestras vidas y del futuro de nuestros hijos. Y dadas las circunstancias, caracterizadas por un monopolio mediático en todo el mundo, no es tarea fácil. Hoy los medios de comunicación son la principal arma de los dueños del dinero para persuadir a la población de las ‘bondades’ del capitalismo por lo que producir un discurso alternativo es el punto de partida de cualquier movimiento social contemporáneo.
Cuando el emperador chino decide ponerse un traje imaginario para impresionar a la corte sufre la mayor de las humillaciones cuando un niño exclama: ¡el emperador está desnudo! Y eso es exactamente lo que miles de personas están haciendo al reunirse en espacios públicos. Están diciendo simple y sencillamente que el capitalismo va desnudo, que sus ropajes ideológicos como la democracia liberal, los sistemas de gobierno, el desarrollo económico y el crecimiento, el progreso tecnológico y la libertad para consumir, no pueden ocultar más su comportamiento psicópata, su cinismo y corrupción, su incapacidad para construir sociedades en las que se pueda vivir con dignidad. Y si esto no es un objetivo claro, una demanda definida -mas allá de las diferencias lógicas producto de la enorme diversidad de un movimiento social mundial- pues entonces no entiendo nada. Y me da la impresión de que los dueños del dinero y sus empleados, los gobernantes, lo tiene muy claro también – como se señala arriba- aunque se empeñen en difundir la idea de que los indignados/ocupas carecen de demandas. Más bien lo que están buscando -con ayuda de los remanentes de la izquierda ortodoxa mundial- es que los destinatarios del mensaje, o sea ese 99%, se confunda y los escuche a ellos en lugar de a los que gritan a todo el mundo: ¡el capitalismo va desnudo! Sus ropajes ideológicos están deshechos y no pueden ocultar más sus miserias y sus mentiras.
Por lo que respecta a las formas de organización, en particular la asamblea popular, se puede argumentar lo complicado que es llegar a acuerdos y la posibilidad de que grupos politizados las manipulen pero a estas alturas es preferible que sean los que participan en ellas los que se equivoquen en lugar de las dirigencias partidistas o de organizaciones de izquierda tradicional. Las asambleas es un medio para construir una sociedad que reconozca su diversidad y su capacidad para tomar decisiones. En la medida en que esto suceda el medio se enlaza directamente con el fin último del movimiento: la posibilidad de vivir con dignidad. Para muchas personas que desconfían de los mecanismos de representación, la única posibilidad de manifestarse genuinamente se encuentra en las asambleas, en donde podrán escucharse a sí mismo, independientemente de que lo que digan ‘sirva’ al movimiento. Ocupar espacios públicos y organizar una base territorial expresa claramente la intención del movimiento de recuperar espacios, hacerse notar por el ciudadano común y corriente y desarrollar una solidaridad, una identidad a partir de experimentar condiciones similares y socializar formas de pensar y vivir.
Por último, las formas de acción giran alrededor de la lucha pacífica y global. La jornada mundial articuló protestas en un mismo día alrededor del mundo. Los que participaron en el 15O lograron comunicarse con muchas personas a miles de kilómetros de distancia, en tiempo real, articulando por primera vez una protesta que ha sido el sueño los teóricos de la revolución mundial. Y a reserva de valorarla en su justa dimensión, dicha jornada resultó un experimento que pone en la mesa la posibilidad de realizar acciones coordinadas en muchos países y ciudades enriqueciendo las formas de acción de los movimientos sociales.
Por todo lo anterior y sin caer en el optimismo exagerado el movimiento social mundial posee un elemento de identidad colectiva que gira alrededor de un objetivo claro: levantarle las faldas al capitalismo para mostrar sus miserias en un lenguaje sencillo y comprensible para la mayoría de la población mundial. Y ese es un objetivo digno de los tiempos en que vivimos, un objetivo por el que vale la pena vivir.
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