Se les llama CEO, en Estados Unidos, a los «chief executive offices», quienes dirigen las compañías. El actual CEO de Chevron se llama Joe Watson y está en apuros. Él tiene que dar la cara ante los accionistas para explicar -cuando llegue el momento- cómo va la compañía en lo que respecta al precio de […]
Se les llama CEO, en Estados Unidos, a los «chief executive offices», quienes dirigen las compañías. El actual CEO de Chevron se llama Joe Watson y está en apuros. Él tiene que dar la cara ante los accionistas para explicar -cuando llegue el momento- cómo va la compañía en lo que respecta al precio de las acciones y a los dividendos o ganancias distribuidas por acción. No tiene que dar cuenta de los pasivos ambientales o de las deudas ecológicas, a menos de que estas se conviertan en exigibles.
Por ejemplo, si a British Petroleum nadie le pidiera nada en términos de reparación e indemnización de daños por el gigantesco derrame en el Golfo de México en el año 2010, ese pasivo permanecería oculto en la contabilidad, no repercutiría en los beneficios de la empresa. Pero no ha sido así. Lo mismo ocurre con la cuenta de resultados y el balance de Tepco, la gran empresa eléctrica japonesa que tuvo el gran triple accidente nuclear hace menos de un año. ¿Cuánto aumentó el pasivo de Tepco? ¿Estaba asegurada? ¿Está esa compañía quebrada?
Viene esto a cuento, porque hace unos días se le preguntó en forma pública a Joe Watson, el CEO de Chevron, si podía decir algo sobre Ecuador. Contestó de manera literal así: «Pienso que todo el mundo sabe que este caso es un producto del fraude. Es producto de la colaboración entre abogados corruptos en Estados Unidos y el corrupto sistema judicial de Ecuador».
Es decir, que él no solo que no reconoce las deudas ecológicas o pasivos ambientales determinados en primera y segunda instancias, el 14 febrero de 2011 y el 3 enero de 2012, por la Corte de Sucumbíos (ambas accesibles en la web, por ejemplo en la página de Redibec). Además, despliega una fuerte andanada verbal.
Más allá de las dudas y cuestionamientos que ha realizado el representante de la empresa Chevron, le corresponde a esta empresa continuar el trámite de la contienda legal ante las instancias judiciales ecuatorianas.
También, a Joe Watson, el CEO de Chevron, se le han presentado otros problemas. En Nigeria, la explosión en una plataforma de extracción de gas mató a dos trabajadores y llevó a la evacuación de otros muchos con grandes daños humanos y ambientales. En Brasil, un derrame de petróleo bajo el mar, en la costa de Río de Janeiro, ha llevado a cuantiosas multas y posiblemente a un caso por la vía penal. Y en Ecuador, de momento, Chevron debe a los demandantes de Sucumbíos y Orellana unos 18.000 millones de dólares por sentencias judiciales por las operaciones realizadas por la empresa Texaco durante el período 1964-1990.
Este es un caso que involucra al Estado ecuatoriano. Pero no al Gobierno, sino al sistema judicial, encargado de determinar cuáles han sido los pasivos socio-ambientales de la Texaco. El mundo está mirando a Ecuador mientras Joe Watson insulta y despotrica.
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