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Cronopiando

Soldadito español

Fuentes: Rebelión

«Y en el día de su cumpleaños, para María Esther que nos estará escuchando en Pamplona vamos a radiar el porompompero de Manolo Escobar». Antes había sonado Torrebruno, también Jaime Morey, José Guardiola, Conchita Bautista y después vendría uno de esos pasodobles que nunca faltaban en la radio de nuestra infancia: «Soldadito español». ¿Lo recuerdan? […]

«Y en el día de su cumpleaños, para María Esther que nos estará escuchando en Pamplona vamos a radiar el porompompero de Manolo Escobar».

Antes había sonado Torrebruno, también Jaime Morey, José Guardiola, Conchita Bautista y después vendría uno de esos pasodobles que nunca faltaban en la radio de nuestra infancia: «Soldadito español».

¿Lo recuerdan? Pues voy a tener el mal gusto de avivar su memoria: «Soldadito español, soldadito valiente, el orgullo del sol es besarte la frente. La victoria fue tuya porque así lo esperaba, cuando muerta de pena a la Virgen rezaba tu novia morena, tu novia morena, tu novia morena».

Lo recordé ahora que se filtran las imágenes de un grupo de valientes soldaditos españoles pateando a dos indefensos presos iraquíes en la región en la que instauraban la democracia y la libertad.

Uno de los valientes soldaditos lo grabó y ese souvenir que le llevó de vuelta a casa a su tres veces novia y morena, hoy escandaliza a los medios de comunicación que, al parecer, todavía siguen escuchando y, lo que es peor, cantando, aquel viejo pasodoble.

Hasta el propio Ministerio de Defensa se ha decidido a investigar si esas «fechorías» son ciertas y, suponiendo que lo sean, quienes fueron los autores de esas travesuras.

No va a ser fácil después de tantos años y de tanta impunidad pero, sólo por evitarles trabajo en ese ministerio, les animo a que centren sus indagaciones entre los soldados que fueron ascendidos a oficiales, entre los condecorados por méritos de guerra, entre los que hoy sirven a ese ministerio como asesores y se ocupan de formar a las tantas policías existentes.

«Al sonar de los tambores y al compás del tararí, no hay un hombre que se precie que no sienta un algo aquí», comenzaba diciendo el pasadoble.

Y sí, es verdad… asco.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.