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La escuelita Zapatista

A diez años de los Caracoles y 40 de la Unidad Popular… ¡Junten miedo cabrones!

Fuentes: Rebelión

Comparto unas pocas-hartas palabras, luego de una experiencia profunda y real, comparto por necesidad, comparto por responsabilidad, comparto por alegría, comparto por agradecimiento, profundo y real también. Pronto a cumplirse 40 años del asesinato de un sueño colectivo, allá en Chile mi tierra, este mensaje será de esperanza para algunos y de terror para otros. […]

Comparto unas pocas-hartas palabras, luego de una experiencia profunda y real, comparto por necesidad, comparto por responsabilidad, comparto por alegría, comparto por agradecimiento, profundo y real también.

Pronto a cumplirse 40 años del asesinato de un sueño colectivo, allá en Chile mi tierra, este mensaje será de esperanza para algunos y de terror para otros.

Dicen que dicen, andan diciendo, que el zapatismo ya no existe, que en algún tiempo tuvo relevancia, que en algún momento fue lucha, fue dignidad. Es común en este presente, en esta repleta capital mexicana, que se confunda el zapatismo con los Zetas, grupo narco de primera relevancia en el principal mercado de este país (junto con el mercado de armas, que van de la mano), que se escuche que el subcomandante Marcos es un pagado de Salinas Gortari (uno de los peces gordos del PRI y presidente de la república al momento del levantamiento de 1994). Dicen que dicen, que las estrategias contrainsurgentes del Estado han sido exitosas, que han cooptado a los principales líderes del zapatismo, que han logrado generar problemas internos desarticulando a la organización en los distintos pueblos.

Dicen que dicen, pero sus malas maniobras les rebotan. No estaban muertos, tampoco de parranda, o sí tal vez, pero de «buena parranda», esa que construye.

Entonces agradezco, porque tengo a quién agradecer, ¡Es real cabrones!… gracias por abrirnos sus puertas, sus hogares, por recibirnos en su milpa, por mostrarnos sus escuelas, sus hospitales, su construcción colectiva, compartirnos sus aprendizajes en estos años de trabajo. Gracias por su lucidez, por su humanidad, por su locura que ilumina nuestra ceguera, que enciende esa lucecita en el fondo del corasound.

Domingo 11 de Agosto del 2013, cerca de las 3 de la tarde, parte el recorrido desde CIDECI-Unitierra, en San Cristóbal de las casas. Una caravana de aproximadamente 30 camionetas zapatistas nos transportan hacia el caracol III, La Garrucha, el cual me fue asignado para cursar como alumno la primera escuelita organizada por el pueblo zapatista llamada, «la libertad según l@s zapatistas», escuela gratuita y laica.

Cerca de medianoche nos reciben cientos de encapuchad@s, de es@s que se encapuchan para que l@s vean, luego de 500 años de ser invisibilizad@s por el mal gobierno, entre aplausos y alzando el canto ¡vivan las y los estudiantes de la escuelita!

La garganta se me aprieta, mi corazón parece tener doble pedal y mis cañuelas tiritan. Luego, las palabras de bienvenida de la Junta de Buen Gobierno, las tortillas con frijoles, la música, la alegría.

Con la primera claridad nos levantamos, café, frijolitos y tortillas mañaneras para luego asignarnos a nuestro Votán (en la visión de l@s zapatistas, «guardián y corazón del pueblo», o «guardián y corazón de la tierra», o «guardián y corazón del mundo». En términos occidentales, un tutor o tutora. ¿fome, no?). Este hombre o mujer zapatista será nuestra sombra durante los días que dure la escuelita. El mío: hombre de 63 años, perteneciente al pueblo de San Pedro, zona Caracol III, zapatista desde el comienzo de la clandestinidad, allá por el año 1983. Me emocionaba escuchar que su anhelo recurrente fuera que sus hij@s de 4 y 1 añito lleguen a ser comandantes (y cuando lo decía agarraba a la pequeña de la cintura y comenzaba a darle brincos!). Viene un primer acercamiento a las dudas y a las explicaciones dadas por los maestros de la zona.

Partimos luego al pueblo que nos es asignado, donde una familia nos acogerá por estos días. Para que se entienda: los zapatistas tienen una organización estructurada en tres niveles. En el tercer nivel una Junta de Buen Gobierno (integrada por 24 compas que trabajan por tres años). Luego, cada uno de los cinco caracoles (I. La Realidad, II. Oventik, III. La Garrucha, IV. Morelia y V. Roberto Barrios), es decir cada zona, tiene sus Consejos Municipales autónomos, un segundo nivel donde hay autoridades por cada área de trabajo (educación, comercio, salud, comunicación, justicia, etc.). Y un primer nivel donde cada pueblo o comunidad tiene sus comisariados autónomos. Estas autoridades se rigen por los siete principios del mandar obedeciendo: Servir y no servirse; Representar y no suplantar; Construir y no destruir; Obedecer y no mandar; Proponer y no imponer; Convencer y no vencer; Bajar y no subir.

En todos estos cargos no se recibe sueldo, sólo un pequeño aporte para cubrir el transporte y granos básicos (maíz y frijol) que salen de los cultivos colectivos (¿qué dirían de esto nuestros parlamentarios, con sus gordas billeteras?). Otro punto a destacar es que las mujeres participan activamente en los tres niveles de gobierno.

Dolores Hidalgo mi pueblo asignado, a dos horas y media de La Garrucha. Tierra recuperada el año 1994, quitada de las manos a un finquero malulo de la zona luego del levantamiento, y conformado como pueblo zapatista el mes de Septiembre de 1996. Sus cerca de 500 habitantes son toitos zapatistas (hay compas que le tocaron poblados donde conviven zapatistas con no zapatistas, con antizapatistas, con priistas y perredistas… pues ellos contarán su historia). El pueblo encapuchado te recibe, formad@s en fila, pasamos delante de cada un@, estrechamos nuestras manos y recibimos su agradecimiento. Un abuelito y una abuelita, de esos que sa´en, me acogen en su hogar, y aquella primera noche, a la luz de la vela, comiendo frijolitos y tortilla (a esa altura pensaba yo: ese plato lo más probable que en un restaurant vegano de moda costaría una fortuna. Imagínese el menú: frijoles zapatistas y de regalo un pasamontañas. Ganancia asegurada!) , conversan en tzeltal, su lengua materna, se conocen con mi Votán, se cuentan sus resistencias, sus dolores, sus alegrías, nos miramos, con intriga, con respeto. Trato de entender, atento a sus gestos y expresiones. Sólo nuestro Votán nos puede hablar en Castilla, o español como le decimos nosotros, será nuestro traductor ante el pueblo. Una parte del aprendizaje según lo que nos comunican, una forma de hacernos entender que eso que llaman «igualdad jurídica es uno más de los esperpentos de la justicia en nuestro mundo» .Nos preguntan desde la práctica ¿Es justo que un indígena comparezca ante las instancias gubernamentales de justicia con un traductor de palabras? ¿Acaso en los juzgados se traducen culturas?

A las cinco y media de la mañana, machete en mano, caminamos hacia el monte, pa hecharle una miraita a la milpa, y luego limpiar tierras que alimentan el ganado colectivo. Para que se entienda: hay tierras por cada familia, donde tienen su casita, de piso de tierra (pues no se han vendido al mal gobierno), sin luz eléctrica (pues no se han vendido al mal gobierno), con techos expuestos a la lluvia (pues no se han vendido al mal gobierno), la mayoría sin baños (pues no se han vendido al mal gobierno), pero rebosantes de dignidad. Donde tienen su milpa para el maíz y los frijolitos, que permite que no falte lo básico. Y hay tierras colectivas, hay milpas colectivas, donde tienen su ganado colectivo, su maíz colectivo, que utilizan para apoyar a los compas que tienen cargos o cubrir emergencias de la comunidad. La vida, en términos materiales, es precaria, entendamos, son pueblos con 20 años de resistencia (y más si consideramos la clandestinidad, y más aún si miramos el proceso de invención de América). Nos dicen «nuestros hermanos priistas, que han sido engañados por el mal gobierno y se han vendido, tienen mejor casa que nosotros, mejores animales, mejores transportes, porque los inundan de proyectos y recursos. Es la estrategia de la contrainsurgencia. Pero no tienen organización, no tienen dignidad, no tienen sus escuelas autónomas y sus servicios de salud, no tienen semillas sanas, sino transgénicas. El mal gobierno cuando quiera los aplasta, les quita sus tierras, sus ríos, no tienen futuro. Es lo que nos muestra la historia».

Y así recorremos hectáreas recuperadas, trabajando y tomando pozol en los descansos (una masita de maíz, que se sumerge en agua y luego se revuelve. No vaya a cometer el error, cuando le ofrecen sal, de ponerla directamente, porque será el centro de burlas. Unte el deito en la sal y se lo chupa). Compartiendo palabras y un poquito de tabaco. Frente a sus destrezas de samurái, mis manos burguesas de ratón de ciudad a la segunda mañana casi no pueden sostener el machete.

Luego del mediodía, nos encerramos a las horas de estudio. Porque el pueblo zapatista ha preparado cuatro libros de estudio para nosotros: «Gobierno autónomo I», «Gobierno autónomo II», «Resistencia autónoma» y «Participación de las mujeres en el Gobierno autónomo». Los leemos en voz alta, reunidos con la familia, libros llenos de testimonios e historias locales. Para que se entienda: acá no se trata de borrar la historia para refundar la socialidad, no es la lógica de la página en blanco, sin manchas. Lo que veo es una mancha que resiste al detergente de la empresa histórica de la modernidad capitalista. Me mostraron otra configuración de las necesidades de consumo y de la relación de lo humano con lo otro, una transformación radical de las relaciones de producción, acá no se trata de ponerle valor a todo y que todo lo demás sea secundario. Como diría CNN: «está pasando, lo estás viendo».

Comentamos los libros, nacen preguntas ¿Cómo han sido sus experiencias en la clandestinidad previas a la declaración de guerra? ¿Cómo vivieron el 1 de Enero de 1994 y el 21 de Diciembre del 2012? ¿Cómo ven el futuro del zapatismo, de sus hijos, de sus nietos? Serán tardes de lectura y educación espontánea en torno a un matecito, que los espanta por su amargura, por su no costumbre. Rodeados de nubes limpias, cerros de verano, rostros cansados, pero sin engaño.

El siguiente es día de trabajo colectivo (cada 8 días lo realizan). Las mujeres van a cosechar frijoles y los hombres a machetear los campos y ver el ganado. Ceibas milenarias abundan, protegidas por ell@s, ell@s protegidos por ell@s. Tengo la posibilidad de asistir a la escuela autónoma del pueblo, de escuchar algo de los cursos impartidos a l@s niñ@s, de ver como se enseñan los valores comunitarios, la valentía de l@s abuel@s para no agachar el moño. Hablan del buen vivir, reflexionan, en tzeltal y en castilla. Luego, la posibilidad de conocer un poco el trabajo que realizan las mujeres parteras, las hueseras y las que aprenden hierbas medicinales.

El penúltimo día deciden en asamblea ofrendarnos amor de su ganado colectivo. Me recordaron que hay una dimensión lúdica del trabajo, si éste no se somete a la lógica de la acumulación, que pueden derrochar dos grandes vacas, aunque no les sobre, aunque no reciban ganancia. Con los primeros rayos del sol salta la sangre, y se viene la repartija. Luego, obviamente no nos podemos saltar el estudio, solo que ahora se acompaña de un buen caldo.

Ya la última noche, yo guatón de tanto asao, el tatita me pregunta…y usted compa ¿es zapatista? Yo, como que me sonrojo, miro pal el suelo, como que me encurvo un poco y le digo…o sea, o sea, vivo de una beca, podría decirse que soy como uno de eso inconscientes vendidos al mal gobierno, o sea, lo soy… ¿cachai?… pero puedo decirle que en mi corazón siento los valores del zapatismo, o sea, los siete principios del mandar-obedeciendo me dejan sin aliento y una sensación rara en la guatita. Empezaba a transpirar la gota gorda y mi boca se secaba. Podría decirle que estoy demasiado cómodo, y si, si, eso, faltan huevos…o sea, si tengo discursos muy bellamente rebeldes, y no ando robando (bueno, a los supermercados sí, esa buena costumbre no se quita, pero eso no es robar), y sí, trato de llegar a todos los lugares en mi cleta, porque creo que puede ser revolucionario y en realidad mi vida ya depende de ella, participo en colectivos autogestivos, cooperativas, escuelas populares y trato de entregar el cielo a los que amo y el infierno a los que odio. Y sí, me coso parches revolucionarios en mi ropa, tengo un peinado a la moda rebelde, trato de ir a todas las marchas y toco en bandas perfumadamente críticas, hasta hice una cancioncita en homenaje al 21 de diciembre (con el cuatro venezolano que me mandaron mis hermanit@s de Chile) ¿cachai? Ah! Y lo más importante, trato de eliminar el miedo, ese que paraliza, ese que anestesia la voluntad. Pero sí Don, faltan huevos, estamos demasiados cómodos y la voluntad a ratos se esconde con las cucacharas por los rincones. Don ¿le molesta si le digo compa? A esa altura mi Votán sufría con mi español y mis manos parecían tener alzhaimer. Luego de un silencio de esos, ofrezco mate y pido permiso pa ir al monte a echar la corta.

¿La libertad según los zapatistas?

Fácil, tener el corazón bien puesto, eso, y tener huevos, como los han tenido ellos, como lo ha tenido Alberto Patishtán, el Tata Juan Chávez Alonso, el Tatic Samuel Ruiz, la comandante Ramona, como los han tenido los verdaderos Mapuches en resistencia.

Para que se entienda, no es mi intención idealizar, si toman coca-cola y si cagan hediondo, no caigamos en la trampa tampoco, que la ciega veneración no construye. Hay errores, se han dado pasos en falso, hay traiciones y descontentos, hay ciertas malas costumbres, herencias de la modernidad capitalista que aún no han sido erradicadas del todo. Y como diría mi compadre, el problema es el hombre y en eso no hay vuelta.

Pero a la vez, y lo importante, es que hay una capacidad arrolladora de unión, de organización, de disciplina, una conciencia devastadora de lo que es vivir la resistencia, de que están luchando para vencer la dictadura del capital que defiende el mal gobierno, tanto en el discurso como en la praxis. Y acá, el abajo y a la izquierda se justifica al mirar el socialismo real del siglo XX que cometió el error de partir de arriba para abajo. El Estado omnipresente, apabullante, sin detenerse en lo verdaderamente humano, versus el caracol, lento pero seguro, y que construye desde abajo.

Su libertad individual se somete a esta lucha, puesto que priorizan la defensa de sus derechos colectivos amenazados. Quizás a nosotros los hedonistas nos cueste entenderlo, pero vale la pena hacer el esfuerzo. Toman una opción clara: que la vida de la comunidad no esté definida por la acumulación del capital, su centro lo ubican en construir las condiciones necesarias para una reproducción de la vida, por la vida misma. Quieren que sus niet@s disfruten los ríos descontaminados y sin dueños, que puedan tomar sombra bajo esos árboles ancestrales, que puedan no ser pisotead@s por patrón alguno, que tengan el maíz descontaminado y las semillas libres. Ejercer una cultura política plena, donde l@s sujet@s comunitari@s no son soci@s de una empresa.

A quién pregunté no conocía ni a Marx ni a Lenin (sí a Lennon), ni sabía de la Escuela de Frankfurt, ni que a Trosky lo habían asesinado en México. No sabían dónde se encuentra Cuba, ni tampoco habían escuchado de la teología de la liberación. Pero hay resistencia, resistencias, multiversos como diría nuestro Matta, y no sólo en el contenido sino también en la forma. Económica, que parte por la soberanía alimentaria, desde la milpa y la tierras recuperadas para expandirse a otros ámbitos (panaderías, producción de zapatos, herrería, hospitales, escuelas, etc.). Ideológica-cultural, que se expresa en una conciencia crítica hacia los medios de comunicación y de dominación, una educación que parte en la escuela con los saberes necesarios para la existencia local, pláticas políticas a los jóvenes, el resguardo de su lengua, encuentros artísticos, deportivos en sus pueblos, fiestas comunitarias. Acá se ha modificado el lugar histórico de la mujer en un contexto en que la violencia de género es inimaginable y se ha rechazado en su totalidad el alcohol y las drogas. Repito, se reproducen malas costumbres occidentales, mal que mal los 500 años pesan, pero hay transformación real y positiva si consideramos el proceso de enajenación como hecho determinante del conjunto de la vida moderna.

Justo ayer, con los compas de un seminario autogestivo que trabajamos, aparecía la vieja discusión: la toma del poder, la toma del Estado versus la lucha por la autonomía. Mirando este proceso que recién comienza, pero que ya tiene raíces profundas, puedo señalar que el zapatismo va en crecimiento vertiginoso, y lo más probable es que, luego de unos nuevos 10 o 20 años de trabajo silencioso, no nos daremos ni cuenta cuando la gran mayoría de l@s Chiapanec@s sean zapatistas, cuando una parte importante de l@s mexican@s sean zapatistas. Y no nos daremos ni cuenta, cuando el mal gobierno ya no se pueda seguir haciendo el pendejo y esté obligado a la decisión crucial: dialogar de igual a igual, de frente, sin mentiras, sin soberbia, respetando (a diferencia de su actuar luego de los acuerdos de San Andrés Larrainzar el año 1996), para una sana construcción de la cultura política o, tomar la decisión de extremar las acciones de contrainsurgencia para realizar una ofensiva militar de peso. Escuchando la historia, lo más probable es que ocurra esto último. Y al mirar la correlación de fuerzas, por un lado no puedo ser optimista. Sé que esos cabrones tienen la cobardía suficiente para apretar el botoncito y desde sus altares sebosos hacer brotar la sangre a caudales. Es lo que nos muestra la historia.

Pero si fallan (y lo más probable es que eso ocurra),

y les queda un solo zapatista de pie…

Junten miedo cabrones!

Porque ell@s,

es@s campesinos samuráis, mayas patipelaos,

buenos pal pozol, pal baile, pa la risa,

no tienen miedo, no tienen miedo, no tienen miedo,

y cada mañana al despertar,

se repiten que por ser campesinos, indígenas, pobres, valientes y dign@s,

tienen que morir para vivir,

el real sentido del fuego, de la palabra, del silencio.

¡Junten miedo cabrones!


Iber Aracena Mora. Estudiante de Posgrado UNAM.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.