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Cronopiando

¡Son humanos!

Fuentes: Rebelión

Siempre he tenido la duda de si allá arriba… y no estoy hablando del cielo sino de más arriba aún, de más arriba, de aquellos despachos en los que los visionarios que gobiernan el mundo revisan las agendas de la paz y la guerra y ponen hora a la vida y a la muerte… siempre […]

Siempre he tenido la duda de si allá arriba… y no estoy hablando del cielo sino de más arriba aún, de más arriba, de aquellos despachos en los que los visionarios que gobiernan el mundo revisan las agendas de la paz y la guerra y ponen hora a la vida y a la muerte… siempre he tenido la duda de si allá arriba hay todavía un rasgo, un apunte, un vestigio de humanidad.

Cada vez que, pulcros e impecables, me los encuentro en los grandes medios de comunicación, tan dueños de sí mismos, tan fríos y distantes, sin un asombro, sin un solo gesto que revele vida, como máquinas infalibles y capacitadas para responder a cualquier inquietud, me pregunto ¿serán humanos? ¿Quedará vida humana en su interior?

¡Y sí, lo son! ¡Todavía están expuestos a dejar a un lado el guión, a un repentino ramalazo de humana gloria que los vuelva creíbles, que los haga cercanos! ¡Todavía son humanos!

Y el último ejemplo de que aún hay vida humana flameando por esas altas instancias del mundo del negocio es Marijn Dekkers, consejero delegado de la multinacional farmacéutica Bayer.

Frustrado Marijn Dekkers (primer síntoma de vida humana) por la decisión del gobierno hindú de negarse a proteger el negocio farmacéutico que él representa, ha dado rienda suelta a su segundo y definitivo síntoma: «No creamos este medicamento para los indios, sino para los occidentales que puedan pagarlo».

¿Cabe mayor franqueza? ¿Es posible una demostración más cabal y sentida de su naturaleza humana?

¡Son humanos, sí, son humanos! ¡Son humanos los cabrones.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.