La semana pasada pude escuchar a Silvia Federici en Katakrak, invitada por la Fundación de los Comunes. Allí habló de diversas cuestiones: las mujeres y su discriminación, los cuerpos como máquinas de producción y reproducción de la fuerza de trabajo, la cadena global de los cuidados y otros temas comunes. Su experiencia ha sido muy […]
La semana pasada pude escuchar a Silvia Federici en Katakrak, invitada por la Fundación de los Comunes. Allí habló de diversas cuestiones: las mujeres y su discriminación, los cuerpos como máquinas de producción y reproducción de la fuerza de trabajo, la cadena global de los cuidados y otros temas comunes. Su experiencia ha sido muy larga. Ahora es profesora de Filosofía Política en la Universidad Hofstra de Long Island, Nueva York, pero en los años 80 estuvo en Nigeria, dando clases en la Universidad de Port Harcourt y participando en organizaciones de mujeres en lucha contra las políticas de ajuste estructural, como Women in Nigeria.
En una de las preguntas de la conferencia salió la noticia de las niñas y adolescentes secuestradas en Nigeria por Boko Haram. Enérgica y directa, a pesar de sus 72 años, fue capaz de denunciar la hipocresía de la geopolítica, que ahora se alarma de esta situación, cuando durante los años 80 y 90 nunca se ocupó de todas esas niñas y niños que fueron explotados como mano de obra. Ella lo enmarcó dentro de la estrategia creciente de las potencias occidentales por el apetitoso petróleo nigeriano, cuya explotación está bajo su control. Federici también criticó que nadie se preocupe por las sectas cristianas y su fundamentalismo que llevan años adoctrinando a la población de ese país.
Al día siguiente de la charla repaso la cantidad de personajes que ha denunciado el secuestro de las niñas nigerianas, desde Washington hasta París y Madrid. Se ha puesto de moda colgar en las redes un autorretrato fotográfico con un texto en apoyo a esas víctimas. Gentes del espectáculo, del glamour cinematográfico y del famoseo más insustancial posan con caras de preocupación y un cartel en el que escriben algún mensaje solidario. También lo hacen representantes de la política, a pesar de que nunca habrán pisado ese país y seguramente a estas horas ya estarán ocupándose de otros asuntos propagandísticos sin trascendencia.
En medio de esta astracanada destaca la imagen de una modelo rusa, famosa entre otras cosas por su relación con un futbolista adinerado, ambos capaces de mostrar su hinchado ego sin ningún rubor. La modelo ha colocado en su perfil de Instagram un selfie en el que aparece semidesnuda con el mensaje «Bring back our girls». Como la solidaridad cotiza al alza en el mercado del sentimentalismo, todo vale en la feria de las vanidades con tal de promocionarse. Estoy convencido de que nunca ha leído a Federici y de que ya habrá colgado otras imágenes de su cuerpo. El retrato de una época, the selfish selfie.
* Versión actualizada del artículo publicado en: http://www.noticiasdenavarra.com/2014/05/18/sociedad/la-modelo-que-no-leyo-a-silvia-federici