Dedicado a los y las jóvenes rebeldes heterodoxos, portadores del fuego del alba; nueva generación de luchas, más allá de las representaciones y delegaciones, más allá de las pretensiosas vanguardias. Libertarios activistas, combatientes por recuperar lo común, frente a las expropiaciones privadas y públicas. El concepto de sistema-mundo capitalista corrigió las limitaciones del concepto […]
Dedicado a los y las jóvenes rebeldes heterodoxos, portadores del fuego del alba; nueva generación de luchas, más allá de las representaciones y delegaciones, más allá de las pretensiosas vanguardias. Libertarios activistas, combatientes por recuperar lo común, frente a las expropiaciones privadas y públicas.
El concepto de sistema-mundo capitalista corrigió las limitaciones del concepto modo de producción capitalista, sin hacerlo desaparecer, mas bien, manteniéndolo como núcleo de la formación social-económica capitalista y del sistema-mundo capitalista, concibiendo el modo de producción capitalista como modo de producción mundial. La virtud del sistema-mundo capitalista es que concibe la articulación y de integración de diferenciales condiciones de posibilitad históricas, de deferentes modos de producción, de distintos estados, sociedades, culturas y mercados, al proceso de acumulación originaria, que comprende la recurrente acumulación originaria y repercute en la acumulación ampliada de capital. Se trata de un concepto que asume la inteligibilidad de la complejidad del mundo. En otro lugar dijimos que forma parte de las teorías de la complejidad o de la episteme de la complejidad.
De la misma manera, es indispensable comprender que así como se da un sistema-mundo capitalista, también se dan sistemas-región capitalistas, como componentes estratégicos de la configuración y geopolítica del sistema-mundo capitalista. Tendríamos que entender, mas o menos, de una manera aproximada, todavía sin ver sus diferencias, que el sistema-región capitalista es como un sistema-mundo capitalista a escala menor. Integra y articula territorialidades diferenciales, micro-regiones diferentes, en otras palabras, ecosistemas diferentes, modos de producción distintos, comunidades, poblaciones, sociedades locales, a los procesos de acumulación originaria regional y acumulación ampliada regional, en el contexto de modificaciones estructurales de la acumulación mundial de capital.
Volviendo a la interpretación, desde nuestro enfoque de la complejidad, del libro de Francisco de Oliveira El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getúlio Vargas a Lula[1]. Podemos, ahora, sugerir que, en su crítica a la razón dual, expresada en la tesis del modo de producción capitalista subdesarrollado, que adquiere su amplia exposición en la teoría de la dependencia, de Oliveira propone una teoría articuladora e integral del desenvolvimiento de un sistema-región capitalista, aunque el marxista crítico brasileño no utilice este término.
Francisco de Oliveira cuestiona la concepción dualista que contrasta atraso o, si se quiera, tradición, a moderno, a desarrollo[2]. Por lo tanto cuestiona la tesis principal de la teoría de la dependencia, que el desarrollo genera el subdesarrollo. De la misma manera que Ruy Mauro Marini, parte del análisis de las condiciones y estructuras internas, no de las condiciones y estructuras externas, para analizar la formación económico-social brasileña; empero, llega a conclusiones distintas. Mientras Ruy Mauro Marino se mantiene en la teoría de la dependencia, Francisco de Oliveira sale de su horizonte, proponiendo una teoría no dualista.
También Francisco de Oliveira encuentra que el punto de inflexión del perfil de la estructura económica de Brasil se encuentra en 1930, si se quiere en las tres décadas que le siguen[3]. Empero, a diferencia de Ruy Mauro Marini, no observa una contradicción entre lo que ocurre en el área rural y el área urbana, entre la economía agroexportadora y la economía industrial. La estructura económica deja de tener como centro a la agro-exportación, convirtiéndose, más bien, la revolución industrial en el centro de la nueva estructura económica. Las transformaciones en las producciones rurales, que articulan lo que llama acumulaciones originarias a pequeña escala, cuando los campesinos chaquean y talan el bosque, abriendo zonas de cultivo, vinculándose a las formas de expansión de la agricultura expansiva, que no deja de sostenerse en a fuerza de trabajo, empleando, en principio, muy poca maquinaria y sistemas de producción agrícolas intensivos. Dice que se impone, vía regulación estatal, la transferencia de excedentes desde las producciones agrícolas, sobre todo de café, hacia el impulso de la industrialización. Entonces, las formas de relaciones y vínculos entre las economías rurales con las economías, principalmente con la industrial, son funcionales y no duales, menos de oposición. En conjunto, coadyuvan a la acumulación general de capital que destina su inversión a la revolución industrial[4].
Lo mismo pasa con el llamado empíricamente sector terciario. Tampoco está de acuerdo con la tesis dualista, que supone que la hipertrofia del sector terciario, es decir de los servicios, es una indicación y muestra del rezago y del subdesarrollo. Al contrario, la forma de expansión de los servicios, que suponen una multiplicidad de formas, incluso personales y familiares, entreveradas con la aparición de empresas de servicios, tanto privada como pública, corresponde al desenvolvimiento singular de la expansión y la transformación capitalista en Brasil. Los servicios, en pleno crecimiento acelerado de las ciudades, coadyuvan a la acumulación, al mantener servicios baratos, incidiendo en no hacer subir los salarios de los trabajadores. Se darían también transferencias desde los servicios a la acumulación industrial[5].
También propone que bajo las condiciones de la intervención estatal en la revolución industrial, el monopolio de las empresas industriales, las transferencias económicas de otros sectores, el primario y el secundario, los impuestos a la producción agrícola, el abaratamiento de costos de la industria, en lo que respecta a las materias primas e insumos, así como manteniendo salarios regulados, así como las políticas proteccionistas, permitían mantener precios altos, no competitivos, con los precios de productos industriales externos. Bajo estas condiciones no se requería precios competitivos en el mercado interno, aunque si cuando se trataba del mercado externo.
Lo sugerente de Francisco de Oliveira es que concibe una concatenación de condiciones, de factores, de procesos diversos, en el desenvolvimiento de la revolución industrial brasileña. A esta concepción, nosotros la llamamos, interpretando desde nuestro enfoque teórico, sistema-región capitalista.
El sostén del sistema-mundo capitalista
La plataforma de transferencias económicas
Interpretando la crítica de la razón dualista de Francisco de Oliveira en lo que respecta a oponerse a la dualización y contraste entre «atraso» y «progreso», «subdesarrollo» y «desarrollo», cuando anotamos que descarta la tesis principal de la teoría de la dependencia de que el desarrollo produce subdesarrollo, hay que dejar claro que lo que expresa de Oliveira es que no hay tal «atraso», tal «subdesarrollo», como anterioridad al «desarrollo», opuesto al «desarrollo», sino que eso que los de la CEPAL llamaron «atraso» y «subdesarrollo» no es anterior, no es un rezago, sino precisamente lo avanzado del modo de producción capitalista y del sistema-mundo capitalista. El sistema-mundo capitalista crea esas periferias del sistema-mundo, crea esa parte del mundo moderno, como el lado oscuro de la luna, precisamente para lograr transferencias económicas, que financian el «desarrollo», la acumulación industrial, tecnológica y científica de los llamados centros. De la misma manera que pasa en el sistema-mundo regional, que aparentemente es un caso particular, tardío, de desarrollo capitalista, donde la agricultura, las economías agrarias, transfieren excedente a la acumulación industrial, por medio del abaratamiento de los costos de producción, por medio del abaratamiento de las materias primas, por medio del abaratamiento del costo de reproducción de la fuerza de trabajo, por medio del abaratamiento de los servicios, así también sucede, en la escala mundial, en las relaciones entre periferias y centros del sistema-mundo. Como dijimos en otro ensayo, en realidad, el verdadero centro, el centro efectivo, dinámico, del sistema-mundo capitalista, no es lo que se llama centro, sino lo que se llama periferias. No es pues algo particular, sui generis, lo que pasa en el sistema-mundo regional, sino que repite lo que ha sucedido en el sistema-mundo, en escala mundial. En otras palabras, se crea el entorno colonial, donde se genera la acumulación originaria de capital, que efectivamente no es entorno, sino la plataforma del desarrollo y el crecimiento capitalista, de la acumulación de capital. Esa inmensa geografía donde se amplía la frontera agrícola, donde se amplía la frontera de los recursos naturales, de las reservas, de las materias primas, donde se cuenta con poblaciones susceptibles de conversión a la condición proletaria, es la que sostiene el desarrollo capitalista a escala mundial, la que sostiene la acumulación, concentración, control de capital en los llamados centros del sistema-mundo.
Es una tesis equivocada interpretar que en esa inmensa geografía subsisten las tradiciones, los rezagos, los obstáculos al «desarrollo», cuando precisamente todos esos perfiles han sido creados por el sistema-mundo capitalista para poder financiar su revolución industrial, su revolución tecnológica y científica.
El análisis de Francisco de Oliveira es sobresaliente pues rompe con los límites la teoría de la dependencia, sale de las contradicciones de la razón dualista. Propone una interpretación y un análisis integral y articulado de totalidades, que nosotros llamamos sistema-mundo capitalista y sistema-mundo regional. Desde esta perspectiva se hace comprensible y entendible lo que hemos llamado la revolución industrial brasilera, aporta a la inteligibilidad de lo que nombramos domo acontecimiento Brasil. Lo que se hace hasta incompresible e inentendible desde las tesis cuantitativistas de la economía clásica y de las interpretaciones neo-liberales, así también no terminan de resolverse en los análisis de la CEPAL; quedan en suspenso en la teoría de la dependencia, que ya logró avanzar en el concepto de sistema-mundo capitalista, diferenciando en esta totalidad centros y periferias. Al respecto, lo que hay que preguntarse es qué es dependiente, respecto de qué. Un análisis más minucioso, un análisis crítico, invierte la relación; la acumulación capitalista de los centros es dependiente de la des-acumulación, del despojamiento y desposesión de las periferias.
El círculo vicioso
Después de lo que llamamos el punto o trazo de inflexión en el periodo de Getúlio Vargas, el gran paso a la industrialización, sobre todo a la transformación vertiginosa de la estructura económica, se dio en la gestión de gobierno de Kubitschek, contando con el Plan de Metas del Desarrollo. Este Plan se propuso avanzar cincuenta años en cinco. A propósito, Francisco de Oliveira, escribe:
Frente ao quadro descrito, o período Kubitschek forçará a aceleração da acumulação capitalística, com o seu programa de avançar «cinquenta anos em cinco». Do lado da definitiva conversão do setor industrial e das suas empresas em unidades-chave do sistema, a implantação dos ramos automobilístico, da construção naval, mecânica pesada, cimento, papel e celulose, ao lado da triplicação da capacidade da siderurgia, orientam a estratégia; por seu lado, o Estado cumprindo o papel e atuando na forma já descrita, lançarse- á num vasto programa de construção e melhoramento da infraestrutura de rodovias, produção de energia elétrica, armazenagem e silos, portos, ao lado de viabilizar o avanço da fronteira agrícola «externa», com obras como Brasília e a rodovia Belém-Brasília. O Estado opera através de uma estrutura fiscal primitiva e extremamente regressiva, com o que fatalmente incorrerá em deficits crescentes, numa curiosa forma de aumentar até o limite sua dívida interna sem mutários credores. Por outro lado, a conjuntra internacional pouco propícia: numa etapa em que o capitalismo se está redefinindo, num sentido policentrista, com o auge do Mercado Comum Europeu, sua estratégia política continuará metida na «camisa de força» das concepções maniqueistas de Foster Dulles. Dessa forma, a aceleração que se tentará movimentar-se-á em assincronia com a estratégia política dos países centrais, do que resultará quase nenhum financiamento de governo a governo. Nestas circunstâncias, recorre-se ao endividamento externo privado, de prazos curtos, o que acarretará pressões sobre a balança de pagamentos, numa etapa em que a elasticidade das exportações frente ao crescimento do produto é relativamente nula.
A aceleração do período Kubitschek não pode ser menos que exagerada, e suas repercussões pronto se materializariam. O coeficiente de inversão – a relação entre a formação de capital e o produto bruto – se eleva de um índice 100 no qüinqüênio anterior para um índice 122, isto é, em cinco anos, a média anual do coeficiente, comparada com a média anual do qüinqüênio precedente cresce quase 1/4, o que é um esforço digno de nota para qualquer economia. Nas condições descritas no parágrafo anterior, como compatibilizar esse esforço, como financiá-lo, nos quadros limitados da acumulação de base capitalística nacional?[6]
Pensar el acontecimiento es también lograr el acontecimiento del pensamiento, de un pensamiento que se constituye como intuición del acontecimiento, que construye sobre esa intuición la comprensión, el saber, el conocimiento, el análisis. Cuando nombramos nuestro ámbito de comprensión como acontecimiento Brasil, nos proponíamos precisamente este logro. No hablamos de historia de Brasil, que es una representación académica, que supone una secuencia, quizás una evolución. Los análisis marxistas están entrampados en esta perspectiva lineal del tiempo histórico, también en este cuadro académico. No decimos que el cuadro académico está equivocado, tampoco que la historia no nos enseña nada. Estamos muy lejos de esas afirmaciones. Tan sólo decimos que nuestro ámbito de espesores del tejido espacio-temporal que llamamos acontecimiento Brasil, es otro, incluso distinto al referente del concepto de formación económico-social. Nos interesa, en lo que respecta al acontecimiento Brasil, comprender el efecto masivo, configurativo de las composiciones sociales y territoriales, a partir de las dinámicas moleculares sociales.
En este sentido o desde esta perspectiva móvil, es sugerente comprender y sugerir hipótesis interpretativas, de momentos o coyunturas cruciales, que generan torsiones e inflexiones. Anteriormente hablamos del punto de inflexión en los periodos de Getúlio Vargas, ahora vamos a situarnos en el periodo de la dictadura militar (1964-1985), y preguntarnos si se puede hablar de punto o trazo de inflexión. Para tal efecto, nos vamos a apoyar en el análisis que realiza Francisco de Oliveira de este periodo.
Si bien podemos sostener que hay un punto o trazo de inflexión en el periodo de gestiones gubernamentales de Getúlio Vagas, no podemos decir lo mismo con el periodo de la dictadura militar, por más analogías que se puedan encontrar. El cambio de la estructura económica de Brasil, pasar de una economía basada en la agro-exportación a una economía basara en la revolución industrial, habla, de por sí, de la inflexión o bifurcación de la que hablamos. No ocurre lo mismo con el periodo de la dictadura militar. Llamamos, para figurarla, a la inflexión dada en el periodo de Getúlio Vargas, síntesis forzada, referida a una revolución industrial autoritaria, a una modernización conservadora. Lo que ocurre con el periodo de la dictadura militar no es lo mismo, no tiene los mismos efectos, no ocasiona la revolución industrial o su continuidad ampliada. La síntesis forzada de la revolución industrial autoritaria salva a la clase latifundista y la combina con la acumulación industrial; la dictadura militar persigue detener represivamente la agitación social, persigue salir de la crisis económica y política, que se expresa en la contradicción de una concentración de la disponibilidad dineraria en pocas manos, el monopolio y control industrial, la acumulación del ahorro, que ya no puede invertirse productivamente si no se dan cambios estructurales, frente a abisales desigualdades, donde la mayoría de la población no puede acceder a los bienes durables, salvo los mediana duración, como los electrodomésticos. El avance de la revolución industrial se estanca.
La dictadura militar no tiene lo que tuvo el periodo de Getúlio Vargas, además del populismo, la transferencia sustantiva de los recursos a la revolución industrial, además hacendó concesiones populistas a las clases sociales populares y de los trabajadores. La dictadura militar optó por una represión sin ingenio, mantuvo el bajo nivel de los salarios, y, en vez de buscar salidas a la inversión productiva, con la misma importancia que tuvo antes, encontró salidas de corto alcance en la especulación financiera. Mantuvo los niveles de ganancia de la burguesía, empero a costa de ahorcar las posibilidades de la continuidad de la revolución industrial en sus formas más intensivas de revolución tecnológica y científica. En vez de crear las transformaciones materiales en el país, prefirió importar bienes de capital endeudándose estrepitosamente. Ciertamente, la economía o dejo de crecer, tampoco la industria, pero, no lo hizo con toda su capacidad y posibilidad. Lo único que hizo la dictadura militar, con métodos represivos, es postergar la crisis obligando a la austeridad a la mayoría de la población, sobre todo a la clase trabajadora, incidiendo en un mayor enriquecimiento de las clases dominantes.
No se trata entonces de un punto o trazo de inflexión sino de un círculo vicioso. La dictadura militar quiso extender los procedimientos del tramo anterior de sostén de la acumulación industrial; transferencias de la economía agraria, bajos costos de la reproducción de la fuerza de trabajo, servicios que sostienen también estos costos bajos, concentración de la disponibilidad dineraria, monopolio de las empresas industriales; sin embargo, estos procedimientos no podían continuar cuando se tocaron límites del modelo que combina acumulación originaria y acumulación industrial tardía. Se requería una redistribución de la riqueza, logrando que la mayoría de la población aumente su capacidad de consumo y de compra. Se requería una democratización en distintos niveles, algo a la que no estaban dispuestas las clases dominantes, que todavía preservan «ideologías» conservadoras, que hemos llamado herederas de la colonialidad.
La crisis económica y política no tardará en llegar, que en principio, también de una manera conservadora, se intentó resolver por medio de un modelo neoliberal de privatizaciones. Este modelo, por más impacto que pueda haber tenido en su primera etapa, sobre todo por una combinación de shock y la invitación a la clase obrera sindicalizada a incorporarse al mercado de trabajo especializado, mediante la profesionalización, la formación técnica, además de incorporarlos al acceso de los bienes con la extensión de los créditos, no hizo más que agudizar a mediano plazo los problemas y las contradicciones de la estructura económica.
Es con las gestiones de gobierno del PT cuando se intenta corregir las incongruencias del modelo de acumulación industrial heredado, en el mismo marco del sistema-región capitalista. Se puede decir, que en parte son resueltos varios problemas y distintas incongruencias y desajustes, sobre todo logrando hacer ingresar a importantes contingentes de la población a lo que podemos llamar genéricamente clases medias. Sin embargo, las gestiones del PT heredan también una ilusión peligrosa, la de la especulación financiera. Al mantener esta inclinación, preservan también otras contradicciones que generan o mantienen la tendencia a la crisis de la estructura económica.
A propósito, en Crítica de la razón dualista, Francisco de Oliveira escribe:
Em que sentido caminhou o sistema, na sua re-posição? Longe de haver cortado os «nós górdios» da acumulação primitiva, ele parece continuar explorando-os: a Transamazônica não passa de uma gigantesca operação «primitiva», reproduzindo a experiência da Belém-Brasília, no que para alguns românticos «à la Malraux», é uma saga; o Brasil seria, assim, o único lugar do mundo – depois da desmoralização de Hollywood – onde a vida ainda se desenrola em termos epopéicos, muito próprios para as tomadas em «eastmancolor» de Jean Manzon. A resolução das contradições entre relações de produção e nível de desenvolvimento das forças produtivas é «resolvida» pelo aprofundamento da exploração do trabalho. A estruturação da expansão monopolística requer taxas de lucro elevadíssimas e a forma em que ela se dá (via mercado de capitais) instaura uma competição pelos fundos de acumulação (pela poupança) entre a órbita financeira e a estrutura produtiva que esteriliza parcialmente os incrementos da própria poupança; um crescente distanciamento entre a órbita financeira e a órbita da produção é o preço a ser pago por essa precoce hegemonia do capital financeiro. O sistema evidentemente se move, mas na sua re-criação ele não se desata dos esquemas de acumulação arcaicos, que paradoxalmente são parte de sua razão de crescimento; ele aparenta ser, sob muitos aspectos, no pós-64, bastante diferenciado de etapas anteriores, mas sua diferença fundamental talvez resida na combinação de um maior tamanho com a persistência dos antigos problemas. Sob esse aspecto, o pós-64 dificilmente se compatibiliza com a imagem de uma revolução econômica burguesa, mas é mais semelhante com o seu oposto, o de uma contra-revolução. Esta talvez seja sua semelhança mais pronunciada com o fascismo, que no fundo é uma combinação de expansão econômica e repressão[7].
La formación económico-social ornitorrinco
En Cartografías histórico-políticas redactamos sobre el referente histórico-social al que se refiere la metáfora de ornitorrinco, usada por Francisco de Oliveira para ilustrar sobre el bricolaje de la composición contemporánea de la potencia emergente de Brasil; escribimos:
En lo que corresponde al balance de las rutas desarrollistas contemporáneas, sobre todo en lo que respecta a las llamadas potencias emergentes, es aleccionador leer a Francisco de Oliveira cuando hace un análisis ilustrativo de lo que ocurre con la potencia emergente de Brasil[8]. El autor de El neo-atraso brasileño propone dos hipótesis interpretativas; una, que por un lado fueron las actividades rurales de subsistencia, el trabajo informal y la precarización de los salarios los que subsidiaron el crecimiento de la industria y los servicios. La segunda hipótesis se refiere a la emergencia de una nueva burguesía compuesta por técnicos, economistas y banqueros, núcleo duro del Partido de los Trabajadores (PT). Ambas condiciones determinan la identidad paradójica que adquiere el capitalismo periférico en esta parte del mundo, aquí el capitalismo se financia con la explotación de los trabajadores, en tanto que el progreso sucede siempre en otro lugar, allí donde se produce la ciencia y la tecnología de punta, en el centro del sistema-mundo capitalista.
Este balance es contundente, no hay desarrollo en las potencias emergentes, por lo menos entendiendo a este fenómeno de una manera integral, sino neo-atraso, repitiendo las condiciones perversas de este rezago. El desarrollo de las fuerzas productivas deja en la ruina a una parte de la humanidad, el subdesarrollo aparentemente deja de existir, no así sus calamidades, el «trabajo informal», el mismo que se transforma en un indicador de la desagregación social. Lo que se produce son modernidades heterogéneas y de contrastes. Por un lado, centros urbanos que imitan el iluminismo edificado de las urbes del norte, burguesías articuladas a las redes del capital financiero, por lo tanto que forman parte de la misma burguesía globalizada; por otro lado, incluso en las mismas ciudades, cordones, espacios, amplias zonas de marginamiento y «economía informal», incluso ilícita. Grandes mayorías discriminadas. En las potencias emergentes se ha dado lugar a la emergencia industrial, que no es otra cosa que el desplazamiento de la desindustrialización del centro del sistema-mundo capitalista, que ha optado por tecnología de punta, transfiriendo tecnología obsoleta a las llamadas potencias emergentes. En estos lugares se ha dado lugar a la formación de nuevas burguesías, que no tendrían nada que envidiar a las burguesías del norte, sobre todo en lo que respecta a su opulencia; empero, este esplendor se construye sobre la base del marginamiento, la «informalización» de las grandes mayorías explotadas y dominadas, que habitan las zonas, los espacios del neo-atraso y la pobreza repetida descomunalmente. La emergencia de las potencias se basa en la destrucción devastadora de la naturaleza, la ampliación de la frontera agrícola, el uso de los transgénicos. De esta manera los costos de este progreso son demasiado altos como para hacerlo sostenible.
No hay pues destino con el desarrollismo, tampoco con el neo-nacionalismo. Lo que hacen, en el mejor de los casos, en el caso de las potencias emergentes, es volver a modificar los términos de intercambio en las lógicas de acumulación del capital, modificar su participación en la estructura mundial de dominación capitalista. Por eso, podemos volver a decir, que los nacionalismo están mucho más cerca de las ilusiones liberales criollas y gamonales que de los proyectos emancipatorios y libertarios de los movimientos sociales, naciones y pueblos indígenas originarios. Están más cerca de repetir las formas coloniales, las del colonialismo interno, también las reiteradas cadenas de la dependencia, que de lograr construir las soberanías plurales que requiere un mundo alternativo de autodeterminaciones, auto-convocatorias, de participaciones sociales y ejercicios plurales de la democracia. Si bien los nacionalismos heroicos – los del medio día del siglo XX – forman parte de la historia de las luchas, pretender repetirlos en los ciclos contemporáneos del capitalismo es apostar por una repetición burda y cómplice de las formas de acumulación mundial capitalista por despojamiento.
Reflexiones sobre el Ornitorrinco
No vamos a hablar de la zoología del ornitorrinco, tampoco del libro de Umberto Eco sobre Kant y el ornitorrinco, vamos a hablar de la metáfora que usa Francisco de Oliveira para analizar el perfil y la estructura histórica de la formación económica del Brasil. A partir de esta reflexión sobre una potencia emergente vamos a desplegar una reflexión sobre el perfil y la estructura de la formación económica y social boliviana, sobre todo teniendo en cuenta los desafíos del llamado proceso de cambio.
Francisco de Oliveira publica un sugestivo texto crítico, como parte de la crítica a la razón dualista, que separa los mundos de la economía entre tradicionales y modernos. El sugerente texto de crítica se titula El ornitorrinco[9], figura que toma de un animal extraño para caracterizar lo que sucede con el denominado desarrollo brasileño. Nos referimos a la extraña apariencia de este mamífero ponedor de huevos, venenoso, con hocico en forma de pico de pato, cola de castor y patas de nutria. Esta figura y esta composición compleja inspiró a Francisco de Oliveira una caracterización también de composición y combinación complejas de las economías capitalistas periféricas. ¿Cómo describe al ornitorrinco económico y social?
Altamente urbanizado, con poca fuerza de trabajo y población en el campo, aunque sin ningún residuo pre-capitalista; por el contrario, con presencia de un fuerte agrobusiness. A esto se suma un sector completo de la segunda revolución industrial, avanzando titubeante por la tercera revolución, la molecular-digital o informática. Por un lado, una estructura de servicios muy diversificada – sobre todo cuando está ligada a los estratos de altos ingresos que, en rigor, son más ostensiblemente perdularios que sofisticados – . En el otro extremo, una estructura muy primitiva, ligada directamente al consumo de los estratos pobres. Posee también un sistema financiero todavía atrofiado pero que, precisamente por la financiarización y el aumento de la deuda interna, acapara una gran proporción del PIB[10].
Francisco de Oliveira visualiza la recreación y expansión de la informalidad, la mantención del crónico desempleo, el encubrimiento del subempleo, como formas de articulación y subvención a la acumulación de capital, formas completamente articuladas y funcionales a los sistemas de industrialización e incursión en la tecnología molecular-digital. Combinaciones que forman parte de esa complementariedad y recreación violenta entre la forma de acumulación ampliada y la forma de acumulación originaria por despojamiento. Todo esto atravesado por un sistema financiero que cubre el funcionamiento económico, succionando las esferas y los circuitos económicos a la lógica de la financiarización, que empuja al uso especulativo del capital financiero. Produciendo entonces un endeudamiento externo e interno que caracterizan a las actuales economías dependientes, llamadas emergentes. Este ornitorrinco económico y social se sostiene sobre la extensa base de la diferenciación social excluyente y marginada de la distribución de la riqueza y el excedente, que se concentran desproporcionalmente en la minoría poblacional de empresarios privilegiados por el monopolio y el apoyo estatal, a la que se suman las clases medias beneficiadas por la expansión de los servicios e impulsadas al consumo. La gran mayoría de la población está condenada a vivir en los márgenes de esta modernidad, pasando de ser el ejército industrial de reserva a la masa gigantesca de trabajadores «informales», proletariado nómada y habitante de los barrios prohibidos.
Se trata del reino de la «informalidad», el desvanecimiento del salario, del adelanto del costo de producción.
La tendencia moderna del capital es suprimir el adelanto: el pago a los trabajadores pasa a depender de los resultados de las ventas de los productos-mercancía. En las formas de tercerización del trabajo precario, y en lo que – entre nosotros – se continúa denominando «trabajo informal», éste es un cambio radical en la determinación del capital variable. Así, aunque parezca extraño, los rendimientos de los trabajadores pasan a depender de la realización del valor de las mercancías, lo que antes no ocurría. En los sectores todavía dominados por la forma salario, sigue en pie la anterior modalidad, tanto es así que la reacción de los capitalistas es desemplear la fuerza de trabajo. El conjunto de los trabajadores es transformado en la suma independiente de un ejército de activos y de reserva, que se intercambia no de acuerdo con los ciclos de negocios, sino diariamente[11].
Esto es, se produce la suspensión de la producción, de la valorización de la producción, por lo tanto de la valorización del tiempo socialmente necesario del trabajo. Lo que se hace, sobre la base de su ocultamiento, es abrir nuevamente las temporalidades de la súper-explotación, así como del dominio absoluto de la circulación y el mercado, obligando a la gente al sacrificio y a la donación de sus vidas en aras de la realización de la ganancia. Suspendiéndose con esto los derechos conquistados en la historia de las largas luchas sociales. Desde entonces ya no se trata de los derechos, tampoco del sujeto de los derechos, sino de la realización descarnada de las ventas y de los resultados del sistema. Se vive entonces la dramática experiencia de la precarización, de la fragmentación, de la dispersión y la diseminación de las formas de vida y de las formas de organización. La realización de las súper-ganancias, la construcción deslumbrante de las grande urbes metropolitanas, la conformación de barrios de ensoñación y oasis paradisiacos, contando también con los moles comerciales y de consumo para las clases medias, sólo se pueden dar si al mismo tiempos se transfieren los costos de la magnificencia a extensas zonas suburbanas, a expansivos entornos de miseria, a favelas interiores o ruralidades vaciadas y detenidas en el tiempo. El costo no sólo se materializa en los perfiles de la marginación y la exclusión, sino también la conformación de mundos paralelos y periféricos[12].
Esto es lo que escribimos. Ahora podemos observas que esta redacción se apega a las connotaciones de la metáfora de ornitorrinco, haciendo hincapié en esa composición y combinación saturada en fijaciones irreductibles a la armonía. La metáfora desborda en la irradiación significativa; lo que ha quedado un tanto inhibido es el sentido de la explicación, que no radica tanto en las deformaciones, por así decirlo, sino en la inteligibilidad de las contradicciones. Intentaremos retomar esta redacción, recuperando el ensayo El ornitorrinco de Francisco de Oliveira, buscando ilustrar sobe la explicación de esta formación-económico social, hoy identificada como potencia emergente.
Usando los conceptos que propusimos para el análisis, sistema-región capitalista y sistema-mundo capitalista, el sistema-región forma parte del sistema-mundo. Lo que pase en el sistema-región tiene que ver con lo que pasa en el sistema-mundo. La forma cómo se da el sistema-región es singular, propio, si se quiere; no resulta de una repetición taxativa de lo que pasa en el sistema-mundo; sin embargo, ambos acaecimientos, ambas complejas composiciones no son ajenas, interactúan.
Las transformaciones en el sistema-mundo afectan al sistema-región. Las articulaciones entre un sistema y otro también se modifican. La etapa del ciclo largo del capitalismo vigente, dominado por el capitalismo financiero, modula las relaciones y las articulaciones entre el sistema-región y el sistema-mundo. Si la teoría de la dependencia hablaba de dependencia de las periferias respecto a los centros del sistema-mundo, ahora podemos hablar de complicidad inter-burguesa en la apropiación especulativa de la energía desprendida por los cuerpos, por la inmensa fuerza de trabajo súper-explotada, acompañada por la concomitancia inter-burguesa en el despojamiento y desposesión de cuerpos y naturaleza. En otras palabras, la complicidad y concomitancia inter-burguesa ha llevado a una suerte de conciencia desdichada, de aceptación de que así deben ser las cosas. Se acepta que al aporte del país al sistema-mundo capitalista, en este sistema-mundo, el logro de una autonomía relativa como potencia emergente, se efectúa, se hace posible, continuando con devenir de la acumulación originaria recurrente. Acumulación originaria articulada, activante y catalizadora de la acumulación ampliada, que se sostiene con la ampliación desmesurada de la frontera agrícola, con la migración descomunal a las ciudades, vaciando los campos, situando a la mayoría de la población a las condiciones precarias del proletariado nómada. Lo que llamaron dependencia, los teóricos de la dependencia, se ha convertido en una implicación dramática obligada. La compulsión por tasas de retorno cada vez más rápidas empuja a las circulaciones de capitales a expandir e intensificar las formas de financiarización, obligando, para poder sostener esta fabulosa apuesta a la especulación, a un descomunal desborde de las formas de explotación extractivistas.
La forma de globalización privatista, implementada por el proyecto neoliberal, ha llevado al mundo a una unificación mezclada mayor; empero, basada en la destrucción sin precedentes de los ecosistemas, y de la suspensión de los derechos sociales, del trabajo y colectivos. Empujando a las masas trabajadoras a la precarización, mientras una aristocracia «obrera» privilegiada se beneficia grandemente, participando directamente en el control y retención del excedente.
No es problema para los llamados centros del sistema-mundo capitalista que emerjan potencias industriales, incluso tecnológicas y científicas, como el caso de China; pues estas potencias emergentes ya forman parte de los centros. En este contexto de desplazamientos en el sistema-mundo capitalista, en los centros del sistema-mundo, tampoco se puede decir que se asistie a una lucha a muerte entre imperialismos, como ocurrió antes, durante la primera y segunda guerras mundiales. Más parecen concurrencias, que disputan el reparto del excedente mundial. Las potencias concurrentes no parecen inclinarse a guerrear por este reparto, sino a presionar para lograr mejores condiciones en la distribución. Un conjunto de redes de circulaciones, recorridos, mercados, producciones, sobre todo de las redes financieras, las vinculan y las aproximan, incluso que se puede concebirlas como «complementariedades» capitalistas.
Las potencias emergentes, llamadas BRICS, han surgido incluso, de alguna manera, apoyadas por las propias dinámicas del sistema-mundo capitalista, por la propia connivencia de los anteriores centros. El problema no está ahí, sino el problema radica en la contradicción generada por estas potencias emergentes con sus propias poblaciones, pues esta emergencia industrial se efectúa a costa de las grandes mayorías precarizadas. Esto no se oculta, ni disminuye, a pesar de que importantes sectores de trabajadores se incorporen como clases medias al mercado de los consumos masivos, pues las mayorías demográficas son empujadas a la suspensión de sus condiciones de vida y de reproducción social.
Las observaciones de Francisco de Oliveira son importantes, nos muestran recorridos sinuosos de la potencia emergente. Como el autor dice, la potencia emergente abarca las tres revoluciones materiales; la revolución industrial, la revolución tecnológica y científica, la revolución molecular y cibernética; sin embargo, no logra articular estos recorridos, abarcando plenamente estas revoluciones materiales, ni logra armonizarlas; por lo tanto, no resuelve problemas estructurales económicos, sociales, políticos y culturales pendientes. De esta manera, la potencia emergente se embarca en una ruta incierta, que la lleva a volver a inclinarse, optando, de manera oficiosa, por el recurso desesperado de estrategias de poder represivas. Como una vez lo hizo el periodo de gestiones gubernamentales de Getúlio Vargas; otra vez lo hizo el periodo gubernamental de la dictadura militar, de una manera más descarnada y policial. La diferencia entre ambos periodos, es que el primero fue populista, en tanto que el segundo fue abiertamente oligárquico y elitario. Las gestiones gubernamentales del PT no son populistas, se apoyan en una organización sindical corporativa, conformada en la larga tradición organizacional y de formación proletaria de los trabajadores sindicalizados. Las gestiones gubernamentales del PT son sociales, por sus proyectos sociales de alcance, por el impacto de estos proyectos; sin embargo, proyectos sociales casados con la administración financiera a gran escala. Mediante esta administración financiera hay un total involucramiento con las corporaciones empresariales, tanto públicas como privadas. Se puede decir que las gestiones gubernamentales del PT corresponden a un proyecto político reformista de gran escala y envergadura.
[1] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getúlio Vargas a Lula. Siglo XXI-CLACSO; Buenos Aires 2009.
[2] Francisco de Oliveira: Este trabalho se inscreve ao lado de outros surgidos recentemente, que buscam renovar a discussão sobre a economia brasileira; neste sentido, o trabalho de Maria da Conceição Tavares e José Serra, Más allá del estancamiento: una discusión sobre el estilo del desarrollo reciente de Brasil retoma um estilo e um método de interpretação que estiveram ausentes da literatura econômica latino-americana durante muito tempo, sepultados sob a avalanche cepalina, e inscreve-se como um marco e um roteiro para novas indagações. Convém assinalar que, por todos os lados, o pensamento sócio-econômico latinoamericano dá mostras de insatisfação e de ruptura com o estilo cepalino de análise, procurando recapturar o entendimento da problemática latinoamericana mediante a utilização de um arsenal teórico e metodológico que esteve encoberto por uma espécie de «respeito humano» que deu largas à utilização do arsenal marginalista e keynesiano, estes conferindo honorabilidade e reconhecimento científico junto ao «establishment» técnico e acadêmico. Assim boa parte da intelectualidade latinoamericananas últimas décadas dilacerou-se nas pontas do dilema: enquanto denunciavam as miseráveis condições de ida da grande parte da população latinoamericana, seus esquemas teóricos e analíticos prendiam-nos às discussões em torno da relação produto-capital, propensão para poupar ou investir, eficiência marginal do capital, economias de escala, tamanho do mercado, levando-os, sem se darem conta, a construir o estranho mundo da dualidade e a desembocarem, a contra-gosto, na ideologia do circulo vicioso da pobreza. A dualidade reconciliava o suposto rigor científico das análises com a consciência moral, levando a proposições reformistas.
A bem da verdade, devese reconhecer que o fenômeno assinalado foi muito mais freqüente e mais intenso entre economistas que entre outros cientistas sociais: sociólogos, cientistas políticos e também filósofos conseguiram escapar, ainda que parcialmente, à tentação dualista, mantendo, como eixos centrais da interpretação, categorias como «sistema econômico», «modo de produção», «classes sociais», «exploração», «dominação». Mas ainda assim o prestígio dos economistas penetrou largamente as outras ciências sociais, que se tornaram quase caudatárias: «sociedade moderna»-«sociedade tradicional», por exemplo, é um binômio que, deitando raízes no modelo dualista, conduziu boa parte dos esforços na Sociologia e na Ciência Política a uma espécie de «beco sem saída» rostowiano. A economia brasileira:critica a razão dualista. file:///C:/Users/RAUL%20PRADA/Documents/Brasil/a_economia_brasileira.pdf; págs. 2-4.
[3] A Revolução de 1930 marca o fim de um ciclo e o início de outro na economia brasileira: o fim da hegemonia agrário-exportadora e o início da predominância da estrutura produtiva de base urbano-industrial. Ainda que essa predominância não se concretize em termos da participação da indústria na renda interna senão em 1956, quando pela primeira vez a renda do setor industrial superará a da agricultura, o processo mediante o qual a posição hegemônica se concretizaria é crucial: a nova correlação de forças sociais, a reformulação do aparelho e da ação estatal, a regulamentação dos fatores, entre os quais o trabalho ou o preço do trabalho, têm o significado, de um lado, de destruição das regras do jogo segundo as quais a economia se inclinava para as atividades agrárioexportadoras e, de outro, de criação das condições institucionais para a expansão das atividades ligadas ao mercado interno. Trata-se, em suma, de introduzir um novo modo de acumulação, qualitativa e quantitativamente distinto, que dependerá substantivamente de uma realização parcial interna crescente. A destruição das regras do Jogo da economia agrário-exportadora significava penalizar o custo e a rentabilidade dos fatores que eram tradicionalmente alocados para a produção com destino externo, seja confiscando lucros parciais (o caso do café, por exemplo), seja aumentando o custo relativo do dinheiro emprestado a agricultura (bastando simplesmente que o custo do dinheiro emprestado à indústria fosse mais baixo).
[4] Francisco de Oliveira: O «subdesenvolvimento» pareceria a forma própria de ser das economias pré-industriais penetradas pelo capitalismo, em «trânsito», portanto, para formas mais avançadas e sedimentadas deste; sem embargo, uma tal postulação esquece que o «subdesenvolvimento» é precisamente uma «produção» da expansão do capitalismo. Em raríssimos casos – dos quais os mais conspícuos são México e Peru – trata-se da penetração de modos de produção anteriores, de caráter «asiático», pelo capitalismo; na grande maioria dos casos, as economias pré-industriais da América Latina foram criadas pela expansão do capitalismo mundial, como uma reserva de acumulação primitiva do sistema global; em resumo, o «subdesenvolvimento» é uma formação capitalista e não simplesmente histórica. Ao enfatizar o aspecto da dependência – a conhecida relação centro-periferia – os teóricos do «modo de produção subdesenvolvido» quase deixaram de tratar os aspectos internos das estruturas de dominação que conformam as estruturas de acumulação próprias de países como o Brasil: toda a questão do desenvolvimento foi vista sob o ângulo das relações externas, e o problema transformou-se assim em uma oposição entre nações, passando despercebido o fato de que, antes de oposição entre nações, o desenvolvimento ou o crescimento é um problema que diz respeito à oposição entre classes sociais internas. O conjunto da teorização sobre o «modo de produção subdesenvolvido» continua a não responder quem tem a predominância: se são as leis internas de articulação que geram o «todo» ou se são as leis de ligação com o resto do sistema que comandam a estrutura de relações. Penetrado de ambigüidade, o «sub- desenvolvimento» pareceria ser um sistema que se move entre sua capacidade de produzir um excedente que é apropriado parcialmente pelo exterior e sua incapacidade de absorver internamente de modo produtivo a outra parte do excedente que gera. Ob. Cit.; Págs. 5-6.
[5] Francisco de Oliveira: O outro termo da equação urbano-industrial são os chamados «serviços», um conjunto heterogêneo de atividades, cuja única homogeneidade consiste na característica de não produzirem bens materiais. O papel e a função dos serviços numa economia não têm sido matéria muito atraente para os economistas, a julgar pela literatura existente. A obra clássica de Colin Clark, The conditions of economic progress, sentou as bases do modelo empírico de desagregação do conjunto das atividades econômicas nos três setores, Primário, Secundário e Terciário. Anali- ticamente, o modelo de Clark tem servido de paradigma para a observação das participações dos três setores no produto interno bruto, tomando-se a elevação relativa do produto Secundário (industrial) e do produto Terciário (dos serviços) como sinal de diversificação e desenvolvimento econômico. Sem embargo, também tem sido usado o modelo de Clark num sentido equivocado, qual seja o de confundir as relações formais entre os três setores com suas relações estruturais, isto é, com o papel que cada um desempenha no conjunto da economia e com o papel interdependente que jogam entre si. O modelo de Clark é, repita-se, empírico-formal; ele assinala apenas as formas da divisão social do trabalho e sua aparição seqüencial.
Quando se o utiliza para descrever uma formação econômico-social concreta ou um modo de produção, necessário se faz indagar das relações estruturais entre os setores e do papel que cada um cumpre na estaria representado em termos de participação no produto e no emprego, num «quantum» desproporcional. Em outras palavras, segundo os teóricos do subdesenvolvimento, o setor Terciário tem participações nos agregados referidos que ainda não deveria ter: é «inchado». Uma das características, assim, do «modo de produção subdesenvolvido» é ter um Terciário «inchado», que consome excedente e comparece como um peso morto na formação do produto. Deve-se convir que um certo mecanicismo de inspiração marxista também contribuiu para essa formulação: os serviços, nessa vertente teórica, de um modo geral, são «improdutivos», nada agregando de valor ao produto social. Essa interpretação distingue os serviços de transporte» e comunicações, por exemplo, dos de intermediação: os primeiros ainda seriam produtivos, enquanto os segundos, não. Conviria perguntar se a produção de serviços de intermediação ou de publicidade, por exemplo, não representam, também, trabalho socialmente necessário para a reprodução das condições do sistema capitalista, entre as quais a dimensão da dominação se coloca como das mais importantes: dificilmente se poderia contestar que não; ela faz parte, inclusive, da reprodução da mercadoria que distingue o capitalismo de outros modos de produção: da mercadoria trabalho. Ibídem: Págs. 22-24.
[6] Ibídem: Págs. 37-39.
[7] Francisco de Oliverira: Ob. Cit.; págs. 67-68.
[8] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasilero. Siglo XXI-CLACSO. Buenos Aires 2009.
[9] El ensayo se encuentra en el libro El neo-atraso Brasilero, junto a La crítica de la razón dualista. Ob. Cit.
[10] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getúlio Vargas a Lula. Siglo XXI, CLACSO, 2009. Buenos Aires. Pág. 144.
[11] Ibídem: Pág. 148.
[12] Ver de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.
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