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Ecuador, insurrección abortada

Faltó la vanguardia política

Fuentes: Rebelión

El nefasto decreto 883 dictado por el gobierno de Lenin Moreno desató la rebelión insurreccional masiva del valeroso pueblo indígena ecuatoriano, de organizaciones sindicales, movimientos sociales, organizaciones de jóvenes, barriales, intelectuales progresistas, de mujeres y demás fuerzas sociales anti-neoliberales, contra los dictados del Fondo Monetario Internacional FMI y de su fantoche Lenin Moreno. Como respuesta, […]

El nefasto decreto 883 dictado por el gobierno de Lenin Moreno desató la rebelión insurreccional masiva del valeroso pueblo indígena ecuatoriano, de organizaciones sindicales, movimientos sociales, organizaciones de jóvenes, barriales, intelectuales progresistas, de mujeres y demás fuerzas sociales anti-neoliberales, contra los dictados del Fondo Monetario Internacional FMI y de su fantoche Lenin Moreno. Como respuesta, el gobierno ordenó la masacre con saña a los manifestantes, cierre de medios de comunicación independientes, asaltos a los locales de refugio, de instituciones sociales, universidades… con el resultado de más de 1,300 heridos, otros tantos encarcelados, 10 asesinados y centenares de heridos de suma gravedad, perpetrados por las fuerzas policiales y el Ejército. Pero la fuerza de la resistencia popular obligó a Moreno a fugarse a Guayaquil para luego regresar a Quito y decretar el estado de sitio, toque de queda y así dar rienda suelta a la peor represión criminal.

Después de 11 días de cruentas batallas de resistencia del pueblo, Lenin Moreno apareció ante los medios de prensa en reunión solamente con la dirigencia de la Confederación de Nacionalidades Indignas del Ecuador (CONAIE) para anunciar la derogación del nefasto Decreto 883 por acuerdo de ambos a cambio de otro decreto que será acordado en una comisión dispuesta por el gobierno. Jaime Vargas, presidente de CONAIE, anunciaba el levantamiento de la protesta, difundida por la prensa del gobierno como una gran victoria, pero con sabor agridulce para la población ecuatoriana. CONAEI se olvidó de sus principales demandas de su plataforma de lucha como reversión de los acuerdos del gobierno con el FMI.

Pasado la euforia de la «victoria pírrica» cabe evaluar con objetividad los acontecimientos suscitados; en primer lugar, hay que recordar que Lenin Moreno fue vicepresidente durante el anterior gobierno de Rafael Correa. Este lo promocionó como candidato a la presidencia y fue elegido, aunque rozando, frente al candidato de los banqueros Guillermo Lasso. Una vez ungido presidente, Lenin Moreno traicionó a su patrocinador Rafael Correa, se sometió al gobierno de Donald Trump, se entregó a los banqueros y poderes económicos y al Fondo Monetario Internacional (FMI) firmando la repudiada carta de intención a cambio de un préstamo cuya consecuencia fue el paquetazo de medidas económicas que no solamente se refería a la anulación del subsidio a la gasolina sino principalmente a las reformas económicas para favorecer a los banqueros y empresarios, así como exoneraciones millonarias del pago de impuestos a las empresas, privatizaciones de sectores estratégicos y lo más duro: las reformas laborales que afectan a los trabajadores hacia mayor precarización laboral y, por supuesto, elevación del costo de vida que aflige a la población. Todo lo contrario a todo lo que había prometido en su campaña electoral demostrando así la catadura moral de este personaje.

Hay preguntas que requieren respuesta: ¿por qué el gobierno se reunió solamente con la dirigencia de CONAIE? ¿por qué fueron excluidas las centrales sindicales aglutinadas en el Frente Unitario de Trabajadores (FUT) y demás organizaciones sociales participantes en la protesta? ¿Por qué la dirigencia de CONAIE no pidió al gobierno que también participaran en la negociación las otras organizaciones que lucharon junto con los indígenas? Ni el gobierno ni los dirigentes de CONAIE han respondido.

El levantamiento de la protesta del pueblo ecuatoriano fue a cambio de una migaja (la no subida de la gasolina), pero las medidas económicas, los ajustes y los acuerdos del gobierno con el FMI no se han tocado. Lenin Moreno, en vez de quedar debilitado políticamente, ha pasado de ser acusado a acusador: culpa como causantes de las protestas al gobierno de Maduro de Venezuela y al expresidente Correa, a las FARC, hasta a los rusos: y por ende, ha ordenado persecución a las fuerzas opositoras, ninguna sanción para los responsables de la masacre a la población ni de los autores de los 1,300 heridos y los 10 asesinados. La insurrección popular de costo doloroso fue abortada por la ausencia de la vanguardia política; el FMI, la derecha y los poderes económicos, con su títere Lenin Moreno, seguirán gobernando. Y sigue flotando la pregunta: ¿eso es lo que negociaron la dirigencia de CONAIE y Lenin Moreno? ¿Quiénes asesoran a la CONAIE? ¿Serán las ONG?

Pero no se acabó el mundo para las fuerzas progresistas anti neoliberales, solo han perdido una batalla, por ahora. Hay que sacar lecciones: CONAIE se convirtió en la vanguardia de la protesta porque la clase obrera está dividida y debilitada. Las 7 centrales sindicales nacionales, a pesar de que conforman el frente Unitario de Trabajadores, (FUT) no pudieron abanderar la lucha debido a discrepancias entre ellos y lo más notorio fue la ausencia de las fuerzas de la izquierda como vanguardia política debido a su debilidad y crisis. Con una izquierda sólida, el resultado de la insurrección popular hubiera sido otro y Lenin Moreno hoy no estaría cantando victoria: faltó la vanguardia política.

La lucha continua; los trabajadores y los pueblos de nuestra América Latina están en pie de combate contra el capitalismo neoliberal y corrupto.

Valentín Pacho, exsecretario general de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) y actual vicepresidente de la Federación Sindical Mundial (FSM)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.