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Entrevista a Jon E. Illescas sobre Educación tóxica (I)

“La música dominante está impuesta por tres transnacionales”

Fuentes: El Viejo Topo

Doctor cum laude en Sociología y Comunicación con premio extraordinario de doctorado en la Universidad de Alicante y Licenciado en Bellas Artes con Premio Extraordinario Fin de Carrera y Premio Universitario 5 Estrellas en la UMH, Jon E. Illescas Martínez (Orihuela, 1982) es profesor de Secundaria y Bachillerato, artista plástico e inventor del Sociorreproduccionismo bajo el seudónimo de “Jon Juanma”, es autor de un centenar de trabajos sobre cultura popular, geopolítica, arte, comunicación y economía. Varias han sido traducidas al portugués, al inglés y al italiano. Entre 2009 y 2013 trabajó su tesis doctoral en la Universidad de Alicante y la Universidad Complutense de Madrid con una beca predoctoral de la Fundación Caja Murcia.

El profesor Jon E. Illescas es autor de Nepal, la revolución desconocida (2012) y La dictadura del videoclip (2015), considerada esta última una obra de referencia tanto por el Ministro de Educación de Cuba como por la John Hopkins University de Maryland (que habló de ella en términos como “la envidia de cualquier analista cultural”)

Enhorabuena por tu nuevo libro. Diré de él lo mismo que dijo Rafael Díaz-Salazar de tu trabajo anterior: “Se lee con la misma intensidad que una buena novela”. Educación tóxica es el título. ¿A qué educación haces referencia? ¿Por qué tóxica?

Muchas gracias por tus palabras Salvador, para mí era muy importante que el lector, además de conocer nuevas realidades, disfrutase del trayecto. Con “educación tóxica” hago referencia a la educación impartida por las pantallas parlantes (móviles, tabletas, ordenadores, TV, etc.) y sus contenidos dominantes en formatos tales como la música “de moda”, videoclips, videojuegos, películas, series, youtubers, redes sociales, etc. En nuestra sociedad actual, en muchos menores, esta educación es la predominante, por encima de la recibida en sus hogares por sus padres o en las aulas por sus profesores.

¿Mediante qué proceso se incorporan a esta educación que dices predominante? ¿Curiosidad, amigos, publicidad?

Mediante los padres fuera de casa todo el día, las pantallas en la habitación del menor, la sociabilización con sus amigos, los recreos en las aulas, los lugares de ocio, etc. Es un imperio Salvador, están por todas partes. Las pantallas parlantes les/nos hablan desde todos los espacios: privados y públicos. Es más probable que al menor, a partir de los 9 años, le caiga un rayo, que se pase siquiera un día alejado de su influencia cultural.

El subtítulo de tu libro: “El imperio de las pantallas y la música dominante en niños y adolescentes”. ¿De qué imperio de las pantallas hablas?

Hablo del que hace que un alumno de secundaria promedio pase más de 9 horas frente a esas pantallas que te indicaba antes. Niños y, sobre todo, adolescentes, son vasallos de ese imperio de propiedad privada y de alcance transnacional.

¿9 horas diarias? Cuando yo era profesor de secundaria había alumnos que confesaban ver entre 3 y 4 horas diarias de televisión. ¡Veo que estamos “progresando”!

¡Sin duda! (risas) La cosa va a más y si hacemos un seguimiento de las últimas estadísticas que nos vienen de Estados Unidos, cada vez están más tiempo enganchados. Sería probable que en 5 años las estadísticas que presento en el nuevo libro quedaran obsoletas a la baja. Al menos si seguimos sin tomar conciencia del fenómeno y enfrentarlo a nivel sociopolítico.

Cuando hablas de música dominante, ¿a qué música te estás refiriendo?

A la impuesta por la dictadura musical de 3 oligopolios transnacionales (Universal, Sony y Warner) que controlan el mercado de más del 92% de la música que consumen los menores.

¿Los menores de todo el mundo? ¿Incluyes aquí también a los menores africanos, asiáticos, etc. o te estás refiriendo únicamente a los menores del que llamamos mundo occidental?

Muy buena pregunta. Incluyo a los menores de todo el orbe en cuanto a consumo creciente de pantallas. Por ejemplo, los científicos chinos denominan la adicción a las pantallas parlantes como la “heroína digital”. O sirva apuntar que la aplicación con más crecimiento entre los adolescentes españoles, donde se reproduce la música y los bailes internacionales, es Tik Tok, propiedad del capitalista chino Zhang Yiming. Sin embargo, respecto a la producción (que no reproducción de la) música dominante y sus contenidos tóxicos, en India y China tienen un camino aparte. Por ejemplo, en India la música más consumida es de artistas relacionados con las superproducciones de Bollywood (una industria, por cierto, profundamente oligopólica). Y en China, hay artistas angloestadounidenses que están parcialmente vetados como ocurría en la URSS, además que tienen su poderosa y propia industria cultural con su propio repertorio de cantantes con mensajes con una mezcla de elementos más nacionalistas y también más humanistas que los que aquí conocemos.

Tanto India como China están influenciadas por ciertas dinámicas globales, pero tienen industrias culturales con sus características propias. Por ejemplo, la difusión del sexo más cosificador no se da con igual fuerza en India que en Estados Unidos o aquí, y, mucho menos, en China. En otras países mucho más pequeños, donde la cultura de masas privada tiene un terreno menos fértil para crecer, como en Cuba, cada vez más sus jóvenes están más colonizados culturalmente con la producción global controlada desde Estados Unidos (sea desde Miami para la producción hispanohablante o Nueva York para la anglo). Es lógico porque están demasiado cerca para protegerse totalmente, pese al brutal embargo. Pero al mismo tiempo, también tienen una producción propia de excelentes artistas y videoclips cubanos con valores más positivos que los aquí consumidos. En este sentido, sería ideal realizar una investigación internacional con expertos de Oriente y hacer una comparativa que analizase las convergencias y las divergencias con Occidente y otras zonas “particulares” de nuestro sistema-mundo capitalista.

¿A quién va dirigido tu libro, a quiénes crees que puede interesar?

A todos los que les importe entender el presente de nuestra sociedad y los futuros posibles, pero en particular, a toda la comunidad educativa: madres y padres, profesores, alumnos, abuelas y abuelos, psicopedagogos, inspectores, trabajadores sociales, psicólogos, periodistas, profesionales de la producción audiovisual, etc. Y además, como bien me señalaste en su momento: a políticos comprometidos con la educación pública de calidad (incluidos ministros, consejeros y directores generales).

¿Quién es el autor de la portada, la solapa interior y la contraportada? ¡Son magníficas!

El genial Miguel Brieva, que también trabajó en mi anterior libro (La dictadura del videoclip) y he tenido el placer de que volviera a poner su talento en mi última obra. Él, además, es músico, ecologista y padre, así que la temática le tocaba muy de cerca.

Miguel Brieva

Dedicas el libro “a los profesores que cuidan de sus alumnos y a los alumnos que cuidan de sus profesores”. ¿Cuidar es el término adecuado? ¿También los alumnos cuidan o deben cuidar de los profesores?

Desgraciadamente, en estos tiempos ingratos para el trabajo de profesor, definitivamente, sí. Los alumnos que cuidan de sus profesores son aquellos que los tratan con respeto y cariño, algo que, evidentemente, tú que has sido durante muchos años enseñante sabrás: anima a cualquier docente a ejercer su profesión. Esos alumnos que cuidan de sus profesores, al margen de su nivel académico y/o cultural, contrastan con aquellos que permanecen indiferentes a la apasionante tarea de enseñar y aprender. Por no hablar de aquellos alumnos francamente disruptivos, cada vez más numerosos, que son la pesadilla de cualquier tipo de profesor. Y subrayo: de cualquier tipo.

Añades: “Para todos aquellos que pese a todos los pesares y los vientos huracanados en contra no han perdido la ilusión por enseñar ni por aprender”. ¿Qué vientos huracanados son esos? ¿Quién puede haber perdido la ilusión por enseñar y aprender? ¿No lo hacemos todos permanentemente?

Los vientos huracanados son 1) las administraciones que nos llena de papeleos, nos aplica mil trabas para ejercer con dignidad y nos impone currículums con estándares imposibles; y, sobre todo, 2) las industrias culturales y la filosofía del consumidor compulsivo que dinamita las posibilidades de reflexión, educación y el mantenimiento de una vida civilizada para gran parte de los menores y sus padres (entre los que se incluyen los propios docentes).

Para que veas cómo está la vida en las aulas, según la Universidad de Murcia, en España, el 65% de los docentes tienen el síndrome del profesor quemado. Y son datos de 2013, no quiero pensar ahora. Es muy triste, pero en ciertos institutos con gran porcentaje de alumnos disruptivos, los profesores deambulan por los pasillos como muertos vivientes. Es un espectáculo realmente atroz. Incluso aquellos que mejor predisposición y vocación tienen llegan a las aulas con la sensación de haber perdido la batalla antes de darla. Quizás porque, en algunos casos, sea verdaderamente imposible con las herramientas y las ratios que tenemos. Y la palabra “imposible” es auténtica criptonita para un buen profesor porque lo acaba desgarrando por dentro.

Lo observo, lo observo, me doy cuenta.

Pero esto no es algo circunscrito a nuestro país, pasa en los cinco continentes. En todos los lugares del mundo, con la extensión de la filosofía del consumidor compulsivo, la pérdida de los valores más elementos y la producción en serie de un ciudadano profundamente irracional junto al aumento de las desigualdades y la guetorización de la enseñanza pública, el trabajo de profesor es cada vez más arduo e ingrato. Y esto es lamentable, porque ser profesor, cuando te dejan serlo, es uno de los trabajos más bonitos que existen. Como dato subrayar que en Estados Unidos, a los 5 años de ejercer su profesión más del 40% de los profesores abandonan el trabajo y más de la mitad sin alternativa laboral… es decir, yéndose al paro… ¡en un país sin sanidad pública! Imagínate cómo está la cosa…

El profesor Jon E. Illescas

Sí, sí, creo que soy consciente. Y esa filosofía del consumidor compulsivo a la que haces referencia, al igual que el ciudadano irracional y la guetorización de la enseñanza pública, ¿son finalidades planificadas? ¿Efectos no deseados de la globalización?

Son lógicas coherentes con el funcionamiento del modo de producción capitalista y su estadio actual. Al capital no le queda más remedio que expandirse y todo ello tiene multitud de efectos en la cultura de masas y en la antropología. ¿Efectos no deseados? Para nada, efectos perseguidos y tendencialmente detalladamente planificados por sus think tanks. Pura ingeniería social. Otra cosa es que hagan exactamente lo que quieren o planeen, pero desde luego que lo intentan y aciertan mucho más que nosotros. El ciudadano irracional y compulsivo, hasta cierto punto (y en ese sentido entran a escena los distintos tipos de drogas), son objetivos planificados por la élite del capital para seguir ganando dinero y poder privatizar por desposesión (o expropiación, que me gusta más) sectores o zonas de la vida social que antes eran públicos. Como es el caso de la inminente privatización total de Renfe que ha sido ocultada para el gran público. Es decir, ese mismo público que baila las canciones de moda, que está enganchado al WhatsApp o que cree que las dificultades en la conformación de un gobierno “de izquierdas” en verano venía de los diferentes caracteres o animadversiones personales entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. En definitiva, pura ficción, puro espectáculo, puro arte de enmascarar la realidad.

Miro el índice y veo: “300 años después”. Voy a la página y veo: “Hoy estudiaremos el… DINERISMO. Curso A1 preuniversitario”. ¿Qué curso es ese? ¿Por qué ‘dinerismo’?

Es un curso preuniversitario de una sociedad en el futuro, en el año 2320. Una sociedad más evolucionada donde existe un socialismo mundial, democrático y ecológico. En esa sociedad estudian nuestra cultura con ojos extrañados, con todo su falta de humanismo. Me pareció interesante realizar ese ejercicio a caballo entre la prospectiva sociológica y la ciencia ficción para esbozar otros futuros posibles en un tiempo en que ya nadie se atreve a soñar y como mucho se pretende resistir, para que no nos quiten mucho de lo que se había conquistado. Al acabar el libro, realicé una especie de dossier histórico-artístico que sería el que estudiarían en el bachillerato del futuro, como hoy los chavales estudian el Renacimiento o el Barroco para la EBAU: un dossier del movimiento artístico predominante en nuestra sociedad del capital. Y lo bauticé como el “Dinerismo”, es decir, una cultura de masas que supedita su forma y valores, en última instancia, al poder del dinero y la clase capitalista que la maneja. Una cultura degradada y profundamente prostituida por la incesante reproducción ampliada del capital y la actualmente incontestable hegemonía burguesa.

Haces dos aclaraciones de entrada. La primera sobre traducciones; la segunda sobre declaraciones de alumnos. ¿Has hecho trabajo de campo como suele decir ahora? ¿Con qué objetivo? ¿Quiénes han participado?

Hicimos un trabajo de campo con diversos colegas, tanto de encuestas como de grupos de discusión y entrevistas en profundidad con varios alumnos de los tres últimos cursos de Primaria y todos los cursos de Secundaria y Bachillerato en varios centros de enseñanza de diversas ciudades de la Región de Murcia. Además, realizamos encuestas y entrevistas en profundidad a profesores de institutos de la Región de Murcia y la Comunidad Valenciana. En todos los casos, en centros públicos que son los que más me interesaban por mi compromiso social.

Un anexo lleva por título “Plan de consumo digital para las familias”. Entiendo, por tanto, que tú no te opones por principio a la cultura digital, que no se puede decir o afirmar que toda esa cultura sea uno y lo mismo.

Por supuesto que no. De hecho, mi postura se ilustra con las guardas del final del libro que compuso el gran Miguel Brieva para, precisamente, poner imágenes a los que te transmito: las pantallas están aquí para quedarse pero debemos racionalizar su consumo y cambiar los contenidos. Lo cual supondrá una revolución, primero de concienciación y luego de acción. Y muy importante: todo ello sin olvidarnos de la cultura analógica y esos grandes a la par que maravillosos exponentes de la misma, mucho más cálidos y menos impertinentes que las pantallas parlantes: los libros de toda la vida.

Hablas de Rosalia en varios momentos. Desde tu punto de vista, ¿también ella es parte de esta industria cultural que has analizado críticamente? Si uno escucha sus versiones de “Palabras para Julia” o incluso de “Me quedo contigo”, no parece que estemos ante una Shakira II, esta segunda de Sant Esteve Sesrovires. ¿Lo estamos en tu opinión?

Por supuesto que es parte de la industria, totalmente. Y si quitamos que la colombiana tiene un éxito mucho mayor que ella, sí son muy parecidas: ambas realmente inteligentes y capaces de hacer casi cualquier cosa, hoy por hoy, por conseguir/mantener la riqueza y agradar al gran capital que las maneja. El tema musicalizado del poema de Goytisolo que mencionas (Palabra para Julia) fue de su época previa a su bautizo/confirmación/conversión al estrellato al que la ha llevado Robert Adrian Stringer, Presidente de Sony Music, desde que se conocieron en las oficinas de la compañía en Madrid en 2018. Sólo tienes que comparar su primer disco Los Ángeles de 2017 con el Mal querer de 2018, nada que ver, ni en sonido ni en objetivos comerciales. Y te auguro que el próximo ahondará en esta tendencia.

Por otra parte, la versión que realizó de Los Chunguitos donde afirma quedarse con el amor antes que con la riqueza, está dirigida a un público adulto, progre y culto que es el que sintoniza la gala de los Goya, donde interpretó el tema. Sin embargo, el gran capital la promociona más fuerte para los videoclips tóxicos dominantes que son los que consumen los jóvenes. Este es el caso del que la ha proyectado mundialmente, Con altura, donde canta a favor del lujo, el clasismo, el alcohol, la riqueza como fin último de la existencia y de la cosificación de la mujer. La diferencia es que el videoclip tóxico que te menciono ha llegado a un público 60 veces mayor que el más visto de las canciones que me propones.

De este modo, Rosalía, simplemente hace guiños a diferentes públicos a los que quiere vender su producto (ella) para convencer a todos de que es algo que, definitivamente, no es: alguien auténtica que pone el arte por encima del dinero. En la industria cultural se llama la estrategia Shrek, dar un poco a todos: a adultos, a menores, etc. Sin embargo, por ahora, Rosalía es solo una estrella nacional de masas con proyección mundial pero sin consolidación internacional.

Es decir…

Es decir, no juega en la liga de los grandes como lo ha hecho Shakira durante décadas y no está claro que alguna vez lo vaya a hacer. Todavía está por ver. Las canciones con las que Rosalía ha alcanzado a un público internacional siempre ha aparecido acompañada de la mano de reguetoneros de éxito masivo como el mencionado colombiano J. Balvin o el puertorriqueño Ozuna. Ambos con aproximadamente entre 3 y 6 veces el número de fans de la sasrovirense. Lo cual solo indica tres cuestiones de su estado actual en el negocio: 1) la industria está apostando muy fuerte por ella y por ende 2) es funcional a la reproducción de la hegemonía política de esta oligarquía capitalista que la controla y 3) todavía dista de convertirse en una estrella global porque no es capaz de alcanzar el éxito masivo sola. El tiempo dirá qué será de ella, pero su mentalidad procapitalista nunca será un freno. Como ampliamente ha demostrado con ferviente servidumbre y ha dejado marcado a fuego en este último año y medio que dista del inicio de su fulgurante éxito en España.

La tercera parte del libro lleva por título “La seducción irresistible”. Te pregunto ahora sobre ella. Descansemos un momento.

De acuerdo, descansemos.

Fuente: El Viejo Topo, febrero de 2020

(*) Recomendación: Entrevista a Jon E. Illescas: https://www.rtve.es/alacarta/videos/la-aventura-del-saber/aventura-del-saber-educacion-toxica/5536227/