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Repensar la economía desde la democracia. III Congreso Trabajo, Economía, y Sociedad. (Estrada, B. y Flores, G. Coordinadores). Ed. Catarata-Fundación 1º de mayo, 2020.

Inocencio X y democracia económica

Fuentes:

El Retrato de Inocencio X es una pintura realizada al óleo sobre lienzo por Diego Velázquez, en el verano de 1650. Actualmente se encuentra en la Galería Doria Pamphili de Roma, también conocida como Palazzo Doria-Pamphili.

El cuadro se realizó durante el segundo viaje a Italia de Velázquez entre principios de 1649 y mediados de 1651. Hay constancia documental de que el papa posó para Velázquez en agosto de 1650.

En aquella época no era habitual que los papas accediesen a posar para artistas extranjeros. En este caso el pontífice hubo de hacer una excepción porque Velázquez gozaba de buenas referencias: viajaba a Italia como pintor de Felipe IV, y además es muy posible que Inocencio conociese al pintor desde décadas antes.

Inocencio X tendría 66 años cuando le retrató Velázquez, pero dicen que se conservaba muy bien, siendo famoso por su vitalidad, además de por su fealdad, que algunos pensaban incluso que le descalificaba para ser papa; de todas maneras la fealdad fue bastante suavizada por el pintor.

El artista sigue el modelo establecido por Rafael al colocar al papa de media figura, sentado y girado hacia su derecha, con bonete y mantelete rojos, y el roquete blanco. Los ropajes están captados con el mayor realismo, obteniendo una increíble calidad en las telas a pesar de la pincelada suelta, que ofrece toda la gama de rojos existente.

Pero sin duda lo mejor es el rostro, donde Velázquez capta el alma del retratado; Inocencio X tenía fama de estar siempre alerta, desconfiado e infatigable en el desempeño de su cargo. Todos estos sentimientos los trasmite el papa cuando le miramos.

Se cuenta que, cuando el papa vio terminado su retrato, exclamó, un tanto desconcertado: Troppo vero! («demasiado veraz»), aunque no pudo negar la calidad del mismo.

Hay dos variables muy interesantes con respecto a esta obra:

-Por un lado, este otro retrato:

Sotheby’s subastó el 3 de julio del 2019 la Amante del Vaticano.

Esta obra, igualmente creada por Diego Velázquez, había permanecido en paradero desconocido durante casi tres siglos. La casa de subastas londinense informó el pasado verano acerca de la puja del cuadro, valorado en entre 2 y 3 millones de libras (2,2-3,3 millones de euros), que representa a Olimpia Maidalchini Pamphilj, cuñada y amante del papa Inocencio X.

Apodada la Papessa, Olimpia ejerció el poder en la sombra y es considerada una de las primeras feministas, al tomar el control de una de las instituciones más poderosas y en manos masculinas de la historia europea, según explicó Sotheby’s en una nota de prensa.

-Por otra parte, el potentísimo contrapunto realizado por Bacon:

(A la izquierda, el cuadro de Diego Velázquez que estamos comentando, 1650; óleo sobre lienzo, 140 cm x 120 cm, Galería Doria Pamphili, Roma, y la derecha, el cuadro de Francis Bacon, “Estudio según el retrato del Papa Inocencio X por Velázquez”, 1953; óleo sobre lienzo, 153 cm x 118 cm, Art Center, Des Moines (EE.UU.).)

Bacon orientó la obra siempre a hacer salir del Papa otras sensaciones que veía palpitar en el cuadro como la agonía, la amenaza y el aislamiento… Las líneas verticales que descomponen la figura al mismo tiempo que la contienen corresponden a esa angustia. La boca abierta en forma de círculo y los dientes, contribuyen a ahondar en nosotros la sensación de que el cuerpo está vibrando y se vaporiza… (Alfredo García- Alargos, Arte e historia, 2015).

Bacon cree que a cada persona le rodea una especie de “emanación” y que, al trasladarlo a un retrato, aparece inexcusablemente en él la violencia. Aclara: “nuestra existencia está siempre velada, vivimos a través de velos o cortinas y si hay violencia en los cuadros es porque se ha corrido uno de esos velos o cortinas”. No hay duda pues que podemos asignarle aquí a la pintura, en tanto que participa de descorrer los velos que ocultan nuestra existencia, un cometido en pos de descubrir o desvelar la verdad.

¿Qué reflexiones, partiendo de todo ello, podemos extraer de esta obra, desde la perspectiva jurídica laboral?

En el rostro del papa se desvelan las características del desempeño de su cargo: la desconfianza hacia los demás seres humanos, la situación de alerta permanente, y la actividad infatigable en su propio beneficio: la gestión autoritaria del poder, sin matices.

Antonio Baylos nos recuerda en Trabajo y Democracia que la reforma laboral del 2012 “favorece la consolidación de un poder discrecional de la dirección de la empresa casi absoluto en la determinación del trabajo en concreto, lo que implica a su vez discrecionalidad,- esta es una problemática en la que insistía siempre Bruno Trentin- en la cantidad y calidad de la información de la que disponen los trabajadores que diseñan y ejecutan el mismo. La construcción de una relación directa de autoridad sobre el trabajador individual, que está inscrita en el ADN del contrato de trabajo, se radicaliza como poder de coerción sobre cada trabajador, individualmente considerado, en un contexto en el que el sindicato y las representaciones unitarias en la empresa se convierten en intermediarios de las decisiones inmodificables de la dirección”.

En el mismo sentido, el autor reflexiona sobre la “libertad diferente” del trabajador subordinado,  el de la relación de violencia y dominio que constituye la peculiaridad del contrato de trabajo, que ha intentado ser compensada por la acción sindical, la legislación laboral, y la interpretación judicial.

Con respecto a lo último, no podemos dejar de recordar los esfuerzos de tantos abogados y jueces que, siendo conscientes de su papel, trataron,- tratamos-, de revertir los efectos más nocivos de la referida reforma, acudiendo a la constitución de 1978 y a los tratados internacionales.

Resulta igualmente esencial recordar, que los trabajadores no pueden ni deben perder su condición de ciudadanos cuando entran en la relación laboral. Bruno Trentin, de nuevo, reflexionaba al respecto acerca de la “contradicción explosiva” del trabajador ciudadano en la polis, en el espacio público que le habilitaría para el gobierno de la ciudad, pero que se encuentra privado del derecho de perseguir, también en el trabajo, su independencia, y su participación en las decisiones que se toman en el lugar del trabajo respecto de su propio trabajo. 

No cabe pensar en ninguna reforma laboral que no tenga en cuenta este aspecto directamente político, es decir, el de las relaciones de gobernantes y gobernados en los lugares de producción. Solo conteniendo al máximo la violencia de la discrecionalidad del “señor de la casa”, cabe introducir vetas democráticas serias.

La forma de conseguirlo pasa, entonces, por construir, en serio, un sistema de democracia económica. B. Estrada y G. Flores nos ayudan a definir este concepto: “al hablar de democracia económica, evocamos dos amplios espacios que están interrelacionados: el primero se refiere a la participación en la dirección y control de la gestión de las empresas de las trabajadoras y trabajadores, de los sindicatos que les representan y de las organizaciones sociales vinculadas a su actividad; el segundo, a la participación de los sindicatos representativos y del resto de agentes sociales en la definición y gestión de la política económica, en la identificación de las mejores herramientas disponibles para lograr los objetivos propuestos y en el control y evaluación de sus resultados”.

A modo de conclusión, por tanto, resulta un imperativo introducir la dimensión democrática en la empresa. Más allá de la negociación colectiva, toca resituar el papel de las clases trabajadoras en el control de los procesos económicos. Ello obedece a dos lógicas puestas en relación: la de una sociedad interesada en construir sistemas económicos y políticos de pleno empleo más justos, y la de la persona individual, que pueda alcanzar un desarrollo de su autonomía, y de su libre elección, compatible con la del resto de seres humanos.

De conseguir este desafío dependerá, ni más, ni menos, la preservación de la vida, y la supervivencia de la especie.

Referencias

.https://es.wikipedia.org/wiki/Inocencio_X_(Vel%C3%A1zquez)

.https://www.artehistoria.com/es/obra/inocencio-x

.https://www.elespanol.com/cultura/arte/20190624/velazquez-retrata-amante-inocencio-subasta-siglos-perdido/408710045_0.html

.https://www.youtube.com/watch?v=s8iCa_fxdts

.https://www.seaic.org/profesionales/blogs/humanidades/francis-bacon-y-su-estudio-de-inocencio-x.html)

Amaya Olivas Díaz es magistrada de la jurisdicción Social.