La Renta Básica tiene actualmente un atractivo intelectual y práctico innegable. En este artículo se tratan algunas de sus características generales, las diferencias con los subsidios y su financiación.
La renta básica (RB) es una asignación pública con estas características: monetaria, incondicional y universal. Si esta propuesta actualmente “está de moda” se debe a una serie de factores entre los cuales deben destacarse tres: el enorme fracaso de los subsidios condicionados -tipo Ingreso Mínimo Vital (IMV) español o Renda Garantida de Ciutadania (RGC) de la comunidad autónoma de Catalunya-, los estudios cada vez más potentes de cómo se puede financiar, y el empeoramiento de las condiciones materiales de la inmensa mayoría de la población. Y, si tuviera que añadir un cuarto factor, diría que es por la gran capacidad que tiene nuestra especie de aprender y buscar soluciones a problemas graves. Efectivamente, hay gente, sea proveniente del campo del activismo social o de la universidad o de la política que, ante los errores repetidos o los fracasos continuados de determinadas propuestas, tiene la curiosidad de buscar nuevas soluciones. A estos cuatro factores, hay que añadir otro más limitado. A la RB muchas de las personas que la defienden se han aproximado por razones técnicas, otras por razones filosófico-políticas, otras por razones completamente instrumentales. Es decir, que una de las virtudes de la RB es que goza de motivaciones muy diversas y ello le da un atractivo intelectual y práctico innegable.
Trataré a continuación algunos de estos factores, pero primero me referiré a dos de las características que más resistencia han tenido entre los críticos de la RB y que todavía hacen que algunas personas encuentren muy difícil aceptarla: la universalidad y la incondicionalidad.