El conflicto israelo-palestino se empantana debido al apoyo incondicional (y criminal) de Estados Unidos y Europa al pueblo de Moisés. Tanto los Hunos como los Otros justifican los asesinatos cometidos contra civiles palestinos con el argumento de que Hamás es una organización terrorista que hay que aplastar al precio que sea, aunque para ello haya que borrar con sangre a “los filisteos” que se rebelan contra la ocupación.
EEUU, hacedor de las listas negras del mundo (países del eje del mal, imperio del mal) es un peligro para la paz mundial y la estabilidad de Europa. Las guerras que desató en Oriente Medio, con el apoyo de ciertos perritos falderos, no sólo provocaron la aparición del Estado Islámico, sino también migraciones bíblicas que desgarran al viejo continente.
Para comprender la invasión israelí (que ya ocupa el 70 % del territorio palestino) es necesario acudir a la imaginación distópica, pues la realidad ha sido ensuciada tantas veces que el autodenominado “mundo civilizado” está convencido de que Israel tiene un derecho milenario y divino sobre la Palestina histórica.
Imaginémonos por unos instantes que España es un país débil y que un conflicto surgido en Arabia Saudí provoca un éxodo espantoso. En una reunión relámpago el inquilino de la Casa Blanca y el primer ministro británico deciden, para acabar con esa tragedia, crear un pequeño país para los refugiados, en Sevilla.
El argumento de peso sería “los árabes estuvieron ocho siglos en Andalucía y el lugar ideal para reasentar a los amigos es “esa ciudad sagrada, pues sin duda allí se reencontrarán con sus raíces”. Para llevar a cabo esa noble tarea “se desaloja a los sevillanos de sus casas” y se les obliga a vivir en campamentos de las zonas rurales. Allí se les rodea de alambradas y se les pide que acaten el mandato imperial.
Los locales pronto se lanzan a la guerra para recuperar sus casas, la ciudad que habitan desde tiempos inmemoriales, y se preparan para vengar a los muertos que causaron los «invasores», con la ayuda de los poderosos, para vengar una limpieza étnica abominable y retornar a su verdadera patria.
Pronto los grandes medios de comunicación, comprados con petróleo y otros regalos “intangibles, tachan a los sevillanos de terroristas y se les calla la voz con amenazas y torturas.
Andalucía aborrece lo que se ha hecho con Sevilla, pero tampoco tiene peso y voz en los foros internacionales, ya que España está condenada a “vivir de rodillas” y debe acatar la Ley del más fuerte.
Se habla mucho del odio que divide a los palestinos e israelíes pero muy poco de “una inmensa minoría” de árabes y judíos que es partidaria de la reconciliación y de una solución pacífica al conflicto, como recordaba el otro día Al Jaazera.
Quizás habría que apoyar a esos colectivos, que casi nunca salen en la prensa (ya que el sueño de los judíos es crear un Gran Israel, sin palestinos) y pensar, buscando apoyos internacionales, en la creación de los Estados Unidos de Israel y Palestina, o los Estados Unidos de Palestina e Israel, con capital en Jerusalén, donde todos los ciudadanos tengan los mismos derechos y caigan, a golpe de abrazos, las alambradas.
Blog del autor: Nilo Homérico