Con Lenin aprendí la importancia de los matices en el pensamiento conceptual de Hegel. Digo aprendí, pero no es del todo acertado ese verbo, no da cuenta exacta de lo que sucedió en mi mente cuando leí esa apreciación del pensamiento conceptual de Hegel por parte de Lenin. Lo acertado sería decir que tomé nota. Lo que sí comprendí en aquel momento, cuando estudiaba los cuadernos filosóficos de Lenin, fue lo de las transiciones y flujos y reflujos de los conceptos abstractos de Hegel. De estos aspectos si tenía suficientemente conocimientos porque ya llevaba muchos años estudiando concienzudamente las obras teóricas de Hegel y disponía de ejemplos. Pero de lo que no disponía de ejemplos era de los matices en los conceptos de Hegel. Les recuerdo la cita de Lenin de la que he hecho referencia. Se encuentra en sus apreciaciones mediante notas de la obra de Hegel titulada Ciencia de la Lógica y en concreto en la sección primera titulada La subjetividad. Transcribo la cita: “Kuno Fischer expone muy pobremente estas consideraciones “abstrusas”, tomando los puntos más fáciles…, pero no muestra al lector cómo buscar la clave de las difíciles transiciones, matices, flujos y reflujos de los conceptos abstractos de Hegel”.
En la introducción a Lecciones sobre la Historia de la Filosofía de Hegel he encontrado el ejemplo adecuado de lo que significa matizar los conceptos. Aunque he estudiadoesta parte del texto de Hegel muchas veces a lo largo de muchos años, hasta ahora no me había percatado del hecho mental que les voy a narrar. Todas las cosas necesitan su tiempo de desarrollo y maduración. También necesitan de la oportunidad. En ocasiones vas pendiente de otras cosas. En este caso yo perseguía precisar las diferencias y puntos comunes de la religión y la filosofía. Pero por las causas azarosas que siempre están presente en toda actividad, me percaté de un ejemplo adecuado para ilustrar lo que significa que los conceptos de Hegel están determinados, entre otras cosas, por los matices.
Les transcribo la cita de Hegel: “La mitología es, ciertamente, un producto de la fantasía, pero no de la arbitrariedad, aunque ésta tenga aquí su asiento. Lo fundamental de la mitología es obra de la razón imaginativa, la cual hace de la esencia su objeto, pero sin que tenga todavía más órgano que el de la representación sensible, ante la cual se aparecen los dioses bajo forma humana”. Después de un punto y aparte, Hegel añade esta otra consideración: “La mitología puede ser estudiada desde el punto de vista del arte, etc.; pero el espíritu pensante debe esforzarse en descubrir el contenido sustancial, el pensamiento, el filosofema implícitamente contenido en ella, del mismo modo que descubre la razón en la naturaleza”.
Hablemos del concepto de fantasía según lo expone Hegel en esta cita. Habla de que la fantasía que crea la mitología no es arbitraria, aunque matiza que la arbitrariedad tiene su asiento en la fantasía. Pero después añade otro matiz al concepto de fantasía: cuando nos habla de la razón imaginativa y nos señala que la mitología es obra suya. La palabra “fantasía” de desempeñar el papel de sustantivo pasa a ser un adjetivo. El sustantivo o lo sustantivo en la creación de la mitología es la razón, pero no la razón pensante sino la razón imaginativa. Y nos refuerza esta noción cuando añade: esta razón imaginativa no tiene otro órgano que el de la representación sensible. Vemos entonces cómo es el pensamiento de Hegel: no cesa de moverse, de transitar de un aspecto a otro, y de matizar y de matizar sin cesar.
Hagamos una pequeña reflexión. En principio podemos considerar que la razón y la imaginación son polos opuestos. Suponemos que la razón está muy apegada a la realidad y que la imaginación es un acto intelectual mediante el cual nos separamos de la realidad. Pero cuando Hegel nos habla de la razón imaginativa como fuerza creadora de la mitología, esa oposición externa entre razón e imaginación se disuelve. La imaginación se nos presenta como una posible determinación de la razón. He afirmado que de ese modo matizamos el concepto de razón o matizamos el concepto de imaginación. Pero al tiempo se nos presenta la razón y la imaginación unidas. Y así se produce cierta transición entre imaginación y razón. Esto no implica, como nos advierte Hegel, que el mito sea la forma más adecuada de expresión del pensamiento. La expresión más adecuada y acabada del pensamiento es el concepto. Y esto no quita, a su vez, que en muchas ocasiones nos veamos obligados a emplear metáforas con el fin de que un pensamiento gane sensibilidad. Lo dicho hasta aquí no agota la dialéctica entre pensamiento e imaginación, pero si explica una parte de ella.
No me digan que la literatura de Hegel no está llena de belleza y de una fluidez y cambio de color continuo que en ningún otro científico, filósofo o poeta podemos hallar.