Huelga decirlo pero lo dejo claro en la primera frase para que no quede absolutamente ninguna duda: espero que el titular no se cumpla.
Pero mucho me temo que la extrema derecha nunca dejará el poder de forma pacífica y respetando los parámetros que nos hemos establecidos todos y todas en las democracias. Sí, posiblemente en Brasil se vea el próximo golpe de estado. Y no se ha dado en Perú porque la comunidad internacional y también los Estados Unidos de América han confirmado que las elecciones que ha ganado Castillo se han celebrado con plenas garantías democráticas a pesar de las acusaciones de fraude emitidas por Fujimori. No nos extraña, a nadie sorprende, forma parte de la estrategia internacional de la extrema derecha.
Allí donde la extrema derecha es desbancada hay acusaciones de fraude electoral. Se utilizaron palabras tan gruesas para tildar al gobierno de Pedro Sánchez de ilegítimo, algo sin precedentes en la democracia española y de una gravedad demasiado peligrosa, al establecer unas dudas sobre el funcionamiento del Parlamento que menoscaban la credibilidad y la confianza en la democracia.
En Brasil las encuestas dan una amplia mayoría a Lula en las próximas elecciones. Bolsonaro, cuyas política se han caracterizado por la discriminación, el gobierno para unos pocos (la negación de la vacuna y los millones de muertos) no dejará el poder y facilitará una alternancia pacífica. Al contrario, mucho me temo que el exmilitar arengará a sus seguidores para deslegitimar el nuevo gobierno e incluso pondrá en cuestión la democracia como ya sucedió en los Estados Unidos de América con Donald Trump. La Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil ha presentado una denuncia contra el presidente Jair Bolsonaro por genocidio y ecocidio contra los pueblos originarios ante la Corte Penal Internacional. Uno de los primeros actos del nuevo ministro de Defensa, el militar Walter Braga Netto, nombrado hace unos meses, fue emitir la orden de que el 57 aniversario del golpe de estado del 31 de marzo de 1964 debería ser motivo de “comprensión y celebración”, ya que el levantamiento militar fue la respuesta a “un peligro real para la paz y la democracia”. Orwelliano.
La extrema derecha no es una opción democrática. Los nuevos fascismos, al contrario, son un peligro para la democracia. Se aprovechan del juego democrático y de la proyección que le dan los medios de comunicación cómplices para inocular sus mensajes de odio en la sociedad, sus respuestas fáciles a la cada vez más compleja realidad. Sin embargo, cuando la sociedad les excluye electoralmente se revuelven contra el sistema democrático y lo ponen en peligro.
La democracia no es solo un sistema parlamentario. Debe ser también un garante de los derechos humanos esenciales de la población. Por ello Víctor Orbán, así como los dirigentes ultraconservadores de Polonia, son también un peligro para la democracia y para Europa. Los mensajes de odio que criminalizan a poblaciones perseguidas como a las mujeres, la población LGTBI+ o los migrantes se ha expandido a lo largo del mundo y es realmente preocupante en Europa. Combatirlo es de una complejidad enorme y en ocasiones se desmovilizan los prodemocráticos y aquellos que trabajan en la defensa de los derechos humanos. No nos podemos permitir, como sociedad democrática, cesar en la lucha contra estos mensajes de odio y contra los fascistas que los defienden..
No hay que olvidar que el recurso al golpe de Estado también se puso en práctica en Bolivia con falsas acusaciones de fraude electoral que después demostraron que habían sido promovidas a base de bots y desinformación a través de la redes sociales, con la complicidad de la Organización de Estados Americanos. Jeanine Áñez está ahora en prisión y aquellos que supuestamente habían provocado el fraude electoral volvieron a ganar las elecciones de forma masiva, disuadiendo cualquier duda.
América latina siempre fue la puerta de atrás de los imperialistas Estados Unidos de América. Ya saben: “Somoza era un hijo de puta pero era su hijo de puta”. No es tanta la distancia entre esos países sudamericanos y los europeos, como bien se está demostrando con la permisividad que se está mostrando con gobiernos europeos que están persiguiendo a parte de sus poblaciones sin que Europa ofrezca una respuesta contundente que podría pasar por la expulsión de la Unión. No caben medias tintas. Angela Merkel y los partidos alemanes (así como también los franceses en las últimas elecciones) han mostrado el camino: Cordón sanitario y bloqueo a las fuerzas de extrema derecha. No se negocia con aquellos que, con sus políticas, ponen en peligro los derechos humanos de parte de la población.