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Un Lula conciliador lanza su candidatura para reconstruir Brasil

Fuentes: Estrategia (CLAE) / Rebelión [Imagen: Lula en un momento de su discurso. Créditos: Estrategia (CLAE)]

En este artículo la autora analiza el discurso de Lula en el lanzamiento de su candidatura presidencial y valora su trayectoria y efectos en el futuro de Brasil.


El ex presidente progresista Luiz Inácio Lula da Silva, lanzó su candidatura presidencial en un acto celebrado el pasado 7 de mayo en el que pronunció un discurso en el que confirmó que quiere volver al poder en Brasil en octubre, para impedir un segundo mandato del ultraderechista Jair Bolsonaro y «reconstruir» el país, que “sobrevive hoy al gobierno más cruel de su historia».

«Queremos volver para que nadie nunca más ose desafiar nuestra democracia y para que el fascismo vuelva al basurero de la historia del que nunca debería haber salido», dijo Lula, de 76 años, vistiendo camisa blanca y traje azul, en un escenario decorado con una bandera gigante de Brasil, símbolo frecuentemente asociado al bolsonarismo y a los militantes de derecha.

«Estamos dispuestos a trabajar no solo por la victoria el próximo 2 de octubre, sino para la reconstrucción y transformación de Brasil, que será mucho más difícil que ganar las elecciones», dijo Lula durante el acto de lanzamiento de su candidatura en Sao Paulo ante unos 4.000 miembros y simpatizantes de su Partido de los Trabajadores (PT) y otros partidos de centro y de izquierda que apoyan su candidatura.

La coalición política que encabeza Lula está conformada por siete partidos y se presenta bajo el lema «Vamos juntos por Brasil». «Precisamos nuevamente cambiar Brasil (…) En vez de promesas, presento el inmenso legado de nuestros gobiernos anteriores. Hicimos mucho, pero soy consciente de que todavía es necesario y posible hacer mucho más», añadió el icono de la izquierda brasileña, que gobernó el país entre 2003 y 2010. 

Su ex adversario político y actual compañero de fórmula para la vicepresidencia, el ex gobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin (de 69 años), participó por videoconferencia tras dar positivo de covid-19. «Brasil sobrevive hoy al gobierno más desastroso y cruel de su historia (…) Lula es la esperanza que resta», dijo Alckmin, una figura moderada y poco carismática, pero bien vista por la clase empresarial.

La campaña para las elecciones del 2 de octubre empieza oficialmente en agosto.  Faltando cinco meses, las encuestas coinciden que Lula vencerá a Bolsonaro  en una segunda vuelta. Lula recuperó sus derechos políticos en 2021, después que el Supremo Tribunal Federal (STF) anulara sus condenas por corrupción en la megacausa «Lava Jato», por considerar que no fue juzgado con imparcialidad por el ex juez Sergio Moro. Por una de esas condenas, Lula pasó un año y medio en prisión.

Nunca fue tan fácil elegir, dijo Lula: “de un lado, está el Brasil de la tolerancia, de la paz y del desarrollo; del otro, el Brasil del odio”. El historiador Fernando Horta señala que la elección es simple: civilización o barbarie, ya que cualquier voto contra Lula-Alckmin será a favor del fascismo y la destrucción del Brasil.

Un largo camino de 20 años

Hace veinte años, el ex presidente Lula inició su primera campaña política para alcanzar la Presidencia de la República. Este sábado, al lanzar su precandidatura, Lula inició una campaña que debe ser capaz de superar nuevos obstáculos para ser elegido: crisis institucional, oposición de la extrema derecha y la producción de desinformación a escala industrial. 

Hoy, la situación del país es totalmente diferente. Antes de 2002, Lula perdió las elecciones presidenciales ante Fernando Collor de Mello en 1989 y ante Fernando Henrique Cardoso en 1994 y 1998. En los tres escenarios electorales, el PT se mostró a los brasileños como un partido de izquierda crítico con las élites capitalistas internacionales. Pero esta imagen se ha ido disipando con los años.

En 2002, Lula ya se convirtió en «Lulinha paz e amor», un candidato más moderado y flexible en relación al mercado y abierto al centro con el empresario José Alencar como candidato a vicepresidente.  

Hoy vuelve al perfil conciliador, capaz de unir a diferentes sectores de la sociedad, en torno a un discurso de esperanza y unión, que se hizo más evidente con la llegada de Geraldo Alckmin (PSB), un centroderechista que fuera opositor a Lula, para componer la boleta de este año, informa Brasil de Fato.  

“Es para demostrar que está comunicando más allá de su base electoral, para decir que está dispuesto a ir más al centro, por el momento tan disfuncional. Es una advertencia que intenta dar a la sociedad que necesita el voto no sólo de la izquierda, sino también de otros grupos democráticos”, dice Carolina Botelho, investigadora de Doxa , el Laboratorio de Estudios Electorales, Comunicación Política y Opinión Pública, del Instituto de Estudios Políticos y Sociales de la Universidad del Estado de Río.

En 2002, Lula se vistió de empresario y se dirigió al mercado a través de la Carta al Pueblo Brasileño, en la que prometía, de ser elegido, un gobierno sin rupturas y mantenimiento del trípode macroeconómico (tipo de cambio flotante, meta de inflación y meta fiscal), logrado por Cardoso.

Hace 20 años, Lula se centró en la creación de empleo y el crecimiento económico ante una crisis económica que sacudió al país. La promesa de hoy es la misma, pero con Alckmin en la boleta: reconstruir el país, generar empleos e ingresos y aumentar las inversiones en el país, sin cambiar las metas económicas. 

El temor era que saliera una agenda totalmente contraria a ese tipo de orientación macroeconómica en particular, pero no fue esto lo que pasó. El desafío parece ser asegurar la promesa de que se mantendrá sobre los pilares de la responsabilidad fiscal, pero reconciliarlos con un Estado garante de derechos. Las  políticas recientes como la reforma laboral y el techo de gastos empeoraron las condiciones de los trabajadores. 

Los investigadores no ven grandes diferencias entre las agendas económicas del Partido de los Trabajadores (PT) y un Alckmin que, hasta hace poco, pertenecía al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el mismo partido de Cardoso

“No veo ningún radicalismo por parte de Lula y ni siquiera veo que estas pancartas, que son más tradicionales del partido, sean muy opuestas a lo que piensa Alckmin sobre la economía. Tampoco veo cosas contradictorias. Creo que es posible componer una agenda de responsabilidad fiscal, que es lo que los dos tiene en común, pero con la idea de insertar otros grupos en el ambiente”, evalúa Botelho. 

Recientemente, el ex presidente afirmó que “es necesario incluir a los pobres en el presupuesto de la Unión y a los ricos en el impuesto a la renta. Cuando hagamos eso, comenzaremos a distribuir la riqueza en este país para transformarlo en un estado de bienestar”. En 2013 el PT ya había dicho que “no se erradicará el hambre si no se incluye a los pobres en el presupuesto del gobierno”. 

En el Congreso y en los estados 

Los enfrentamientos y negociaciones se darán en el Congreso Nacional y con los gobernadores. Por eso, uno de los desafíos de la campaña es llevar al centro de la plataforma candidatos de gobernadores, senadores y diputados alineados al programa económico de la fórmula Lula-Alckmin. 

Para facilitar las cosas a un posible gobierno, Lula pidió la unión de fuerzas para “elegir una mayoría de diputados comprometidos con los discursos” de la alianza. “Si llego a alguna parte, debe haber una lista de nuestros diputados y senadores. Así es como tenemos que luchar si queremos cambiar este país. Sabes que el juego es pesado”, dijo.

Según Mayra Goulart, profesora de Ciencias Políticas, un gobierno de Lula debería ser capaz de recuperar “un patrón estable de coalición” con los partidos, y esto debería ser evidente durante la campaña: “Este será un gobierno de coalición: atraer partidos y actores de diferentes ideologías, con diferentes interpretaciones de la política, al gobierno, aumentando la pluralidad del gobierno”. 

 “Es interesante esta preocupación por la gobernabilidad, por el patrón de coalición. Y esto también es importante para la campaña, para mostrar a los actores políticos que no está visualizando ningún tipo de cambio radical, sino un gobierno en el marco de una democracia constitucional que incluya a diferentes fuerzas políticas con sus respectivas ideologías”, señaló

 Hoy, el Partido Liberal (PL), que alberga al presidente Jair Bolsonaro desde noviembre pasado, se ha consolidado como el mayor partido en la Cámara de Diputados, con 73 escaños, tras el cierre de la ventanilla partidaria. En segundo lugar se encuentra el Partido Progresista (PP), parte de la red de apoyo a Bolsonaro, con 59 parlamentarios. El PT aparece en tercera posición, con 56, pero ya seguido por otra sigla de la base del actual presidente, los republicanos, con 46 diputados. 

Lula, el conciliador

Aunque ha vuelto al perfil conciliador, el Lula del traje de 2002 no es el mismo de corbata verde y amarilla que está en la portada de la última publicación de la revista estadounidense Time. Hoy el precandidato aún debe lidiar con la crisis institucional generada, en parte, por el actual gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro, que impactará en un Lulinha con menos paz y amor, con posiciones más firmes y feroces. Esto también es nuevo. 

Carolina Botelho señala que “tenemos una grave crisis institucional, con serios problemas en la relación entre las instituciones políticas” y agrega que la campaña de Lula debe orientarse para abordar estos temas, con el desafío de tratar de acercar a las instituciones para crear un ambiente de más paz entre ellas.

Estrategia de desinformación

El bolsonarismo ha utilizado varias herramientas para tratar de sacar del imaginario colectivo la figura de Lula y los logros de sus gobiernos, desde campañas mediáticas hasta el abuso del lawfare para mantenerlo preso. No todas han sido eficaces y por ello el director de la CIA, William Burns, le pidió a Bolsonaro –en 2021 en Brasilia- que dejara de cuestionar el sistema electoral para los comicios de octubre, como recogía una noticia del periódico La Diaria, de Uruguay.

Una de las herramientas utilizadas durante la campaña por la extrema derecha en todo el mundo es la producción y difusión de fake news a escala industrial. En este sentido, el equipo de Bolsonaro es experto en exteriorizar fake news. Se especializó en eso y en 2018 se benefició mucho de esa herramienta.

El bolsonarismo trabaja con fake news, basándose en la estrategia de identificar nichos de votantes y producir contenidos específicos para esos nichos, reforzando la identidad de estos grupos: no presenta información y datos generales de la sociedad. Otra estrategia de campaña del bolsonarismo es la idea de que el votante ya no es un mero receptor de la campaña, sino que también se convierte en replicador, cuando vía WhatsApp replica estas ideas”, enfatiza. 

Existe una estrategia de crear miedo en los sectores de izquierda en el poder. Esto se debe a que el “concepto de izquierda es un concepto que fluctúa según el grupo social. La izquierda puede significar un énfasis en las libertades sexuales para un grupo, pero también intervencionismo económico para otro».

 Y entonces ese miedo a una idea de izquierda hace que diferentes grupos, con diferentes intereses e identidades, terminen aglutinándose en lo que llamamos el espectro bolsonarista, señala Mayra Goulart.  Una estrategia “interesante” para oponerse a este modelo es no presentarse directamente como izquierda, sino como un “frente amplio, en defensa de la democracia, porque así Lula rompe algo de esa trampa”, añade. 

Y precisamente eso es lo que ha hecho Lula. En el lanzamiento de la precandidatura, el PT afirmó que el evento no era un “acto político”, sino un “llamamiento a hombres y mujeres de todas las generaciones, todas las clases, religiones, razas y regiones del país, a recuperar la democracia y recuperar la soberanía». 

La diputada federal Jandira Feghali (del Partido Comunista do Brasil) afirma que construir una comunicación estratégica es uno de los principales desafíos para ampliar el electorado. “Cuando hablo de expansión, hablo de fuerzas políticas y comités populares, porque la forma en que enfrentamos esta forma de comunicación masiva de noticias falsas es el comité popular, ingresando a los territorios. Pero la ampliación de fuerzas, no dejando que el aislamiento sea nuestro, sino el del adversario, es decisivo”. 

“Necesitamos tener la estrategia de comunicación correcta y bloquear la ilegalidad al mismo tiempo. Tenemos que tener el discurso correcto y la estrategia correcta para poder comunicarnos con la gente”, dijo a Brasil de Fato

“Cuando hablamos de noticias falsas, no son mentiras. Las fake news son la disputa por la verdad. Es más sofisticado, y tenemos que prepararnos para eso. De nada nos sirve pensar que diciendo la verdad vamos a disputar la realidad. Necesitamos entender los mecanismos de las herramientas, llamar a un joven y prepararnos para una guerra”, dice el diputado Marcelo Freixo. 

Juraima Almeida es investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

Fuente: https://estrategia.la/2022/05/08/un-lula-conciliador-lanza-su-candidatura-a-la-presidencia-para-reconstruir-brasil/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.