El Acuerdo sobre Facilitación del Comercio (AFC) de la OMC ha generado un aumento del comercio por valor de 231.000 millones de dólares, particularmente en la agricultura, según las estimaciones correspondientes a los dos primeros años de su aplicación presentadas al Comité de Facilitación del Comercio el 22 de marzo, señala jun nuevo informe que indica que los países en desarrollo y los países menos adelantados (PMA) miembros, que contrajeron compromisos en el marco del histórico Acuerdo, han registrado las mayores ganancias.
Sobre la base de las estimaciones para los años 2017-2019, los economistas de la OMC atribuyen al AFC un aumento medio del 5 por ciento en el comercio mundial de productos agropecuarios, del 1,5 por ciento en el comercio de manufacturas y del 1,17 por ciento en el comercio total, que se deben en gran medida al crecimiento del comercio en los PMA, donde las exportaciones agrícolas aumentaron un 17 por ciento, las de manufacturas un 3,1 por ciento y las totales un 2,4 por ciento en el marco del AFC.
Las estimaciones apuntan además a un aumento del 16-22% en el comercio agrícola entre los miembros en desarrollo que han contraído compromisos en el AFC. En 2015, la OMC pronosticó que la aplicación completa del AFC podría dar lugar a un aumento de hasta el 2,73% de las corrientes comerciales mundiales para 2030. En las estimaciones más recientes se señala que, a medida que se sigan materializando los beneficios del Acuerdo, es probable que aumenten los beneficios del comercio y el bienestar.
Es posible que se sigan detectando aumentos más fuertes para el comercio de manufacturas después de más años de aplicación del AFC también para los países en desarrollo. Las estimaciones más recientes forman parte de la labor en curso de la Secretaría para hacer un seguimiento de los efectos del AFC.El AFC, que entró en vigor el 22 de febrero de 2017, contiene disposiciones para agilizar el movimiento, el levante y el despacho de aduana de las mercancías, incluidas las mercancías en tránsito.
Las estimaciones se presentaron en la reunión del Comité de Facilitación del Comercio a petición de los Miembros de la OMC, de conformidad con las recomendaciones del primer examen del AFC en 2021. La próxima revisión del AFC está prevista para 2025
La seguridad alimentaria y las negociaciones sobre la agricultura
Como se desprende del Informe, la vida de los PMA van en la dirección correcta, los ideólogos del mercado desencadenado se las componen bien en el juego alternante entre el ser y el deber, y no es una cuestión menor que el informe haya destacado el crecimiento del comercio en los países menso adelantados, basado esencialmente en las exportaciones agrícolas que aumentaron un 17 por ciento.
En 1994, el Acuerdo sobre la Agricultura de la (OMC) estableció el rumbo de una liberalización y de una organización “pretendida equitativa” del sistema mundial de comercio agrícola. En él se reflejaba la cuestión de la seguridad alimentaria como simple «preocupación no comercial». A pesar de esta condición jurídicamente periférica, la seguridad alimentaria ha pasado a ser el vértice central en la dinámica de las principales negociaciones.
De hecho, se trata de la única cuestión agrícola que fue objeto de nuevos compromisos por parte de los Miembros de la Organización en la Duodécima Conferencia Ministerial de la OMC, celebrada en 2022 (CM12), en particular para prohibir las restricciones a la exportación que puedan obstaculizar la acción del Programa Mundial de Alimentos.
La propia Directora General de la OMC insiste en cada oportunidad que se le presenta a que los Miembros, en sus negociaciones sobre la agricultura con miras a la Decimotercera Conferencia Ministerial prevista a principios de 2024 (CM13), consideren la negociación bajo «el prisma de la seguridad alimentaria»
Es obvio que esta cuestión ha cobrado una real dimensión, y las causas inmediatas han de buscarse en las recientes perturbaciones del contexto del comercio agrícola mundial. Desastres climáticos, pandemia de Covid, guerra y conmociones económicas sucesivas, han socavado la confianza en la seguridad de los canales de suministro mundiales y ha reavivado en muchos países preocupaciones relativas a la «soberanía» alimentaria.
Estos acontecimientos han echado por tierra los desafíos en la lucha contra la malnutrición, sumiendo a más de un 10% de la población del mundo en una situación de inseguridad alimentaria: 800 millones de hombres, mujeres y niños padecen hambre, 345 millones sufren de malnutrición aguda y 45 millones se enfrentan a la inanición.
Número y prevalencia de personas que padecen hambre en el mundo, 2000-2021
La combinación de esas causas ha reactivado un debate, tan antiguo como profundo, sobre la relación entre la liberalización del comercio y la seguridad alimentaria: si para garantizar esta última se necesitan el comercio internacional y la producción nacional, como reafirmaron los Ministros en Ginebra en 2022 durante la CM12, ¿conviene centrarse en el apoyo a la producción nacional o en la apertura y la diversificación del comercio?
Que se trate de subvenciones o de acceso a los mercados, la finalidad de las negociaciones comerciales internacionales es encontrar el punto de equilibrio entre estas dos visiones antagonistas. Desde la Conferencia de Buenos Aires (2017) hasta la de Ginebra (2022), no se ha logrado aún identificar ese punto de equilibrio.
La ausencia de un debate serio
Los temas en estos organismos internacionales, en particular en la OMC se suceden en una dialéctica periférica al núcleo central del problema. Los retos vinculados a la tierra, a la agricultura en particular son cruciales, vitales y sobrepasan el marco del simple instrumento económico y comercial
Las políticas y legislaciones adoptadas a escala nacional e internacional en este ámbito o en otros similares (modos de producción alimentaria, gestión del agua y de los bosques, megas proyectos llamados de desarrollo, acuerdos comerciales y de inversión) como lo vienen denunciado algunos expertos, tienen un impacto decisivo sobre el desarrollo económico, social , cultural y medioambiental.
En apenas tres décadas, las empresas transnacionales agroalimentarias han tomado el control y son ellas las que definen las reglas mundiales, mientras que los gobiernos y los centros de investigación públicos les siguen . Las consecuencias de esta transformación han sido catastróficas tanto para la biodiversidad del planeta como para las poblaciones que la administran. Las grandes empresas se han servido de su poder para imponer en todas partes la producción de monocultivos, minar los sistemas de semillas del mundo campesino e introducirse en los mercados locales.
La tercera parte del mercado mundial de semillas está en manos de apenas diez empresas, de las cuales Monsanto controla el 90% del mercado mundial de semillas genéticamente modificadas. A pesar del despropósito de la cuestión, esta no sería tan grave en sí misma si no fuera por los acuerdos multilaterales de la OMC o los acuerdos bilaterales entre estados ya que la firma de éstos impone a los campesinos la prohibición de las semillas tradicionales.
Ocurre lo mismo con el monopolio en el tema de la compra de productos agrícolas que eliminan a los pequeños productores o le someten a la voluntad de las sociedades transnacionales, procedimientos basados en la lógica del beneficio y no de la necesidad.
Si cerca de mil millones de personan pasan hambre en el mundo no es a causa de la falta de alimentos sino porque no tienen medios para lograrlos, porque existe una sobreproducción de alimentos en el mundo. La gran paradoja de este estado de las cosas es que la inmensa mayoría de estas personas que pasan hambre son al mismo tiempo quienes producen dichos alimentos: el 80% de los habitantes del mundo que pasan hambre viven en zonas rurales.
Pero la apuesta de la Semana de la Agricultura que comienza ahora sobre el tema de la seguridad alimentaria sigue caminando por la misma senda asistencialista, unos mendrugos para los miserables… aquellos que viven en los PMA, los mismos que la OMC nos cuenta en sus informes que han registrado las mayores ganancias. Como en el Canto 22 de la Divina Comedia de Dante “Volví con mi mirada al todo, a las siete esferas y vi esta esfera terrestre, de manera que hube de sonreír ante su aspecto deleznable”
Eduardo Camín. Periodista uruguayo residente en Ginebra. exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas (ACANU) de Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)