Afable, cercano, humilde. A Itamar Vieira Junior (Salvador, 1979) no se le ha subido a la cabeza el millón de libros que lleva vendidos. Conversa sobre su obra, sobre literatura o sobre política con pasmosa naturalidad y cercanía. Su primera novela, Torto Arado (Arado torcido, publicada en España por Pepitas de Calabaza en 2022), se convirtió en uno de los mayores fenómenos editoriales en lengua portuguesa de todos los tiempos. La novela, traducida a más de veinte idiomas, cuenta la historia de dos hermanas pobres nacidas en el interior de Bahía que no acaban de encontrar su lugar en una sociedad atravesada por el racismo y el clasismo. Su segunda novela, Salvar o fogo (Todavia, 2023), narra cómo diversos personajes se mudan a la ciudad, dejando atrás la pequeña localidad de Tapera, una región imaginaria en la que se condensa el universo bahiano. “Necesitamos pensar la historia desde el prisma de los vencidos, aquellos históricamente invisibilizados. La literatura escrita a partir de otro lugar, de otro prisma, trae otra versión de la historia”, afirma Itamar, una de las principales voces de la negritud brasileña.
La entrevista fue realizada en un caserón histórico en la ciudad de Paraty, en el litoral sur de Río de Janeiro, durante la Fiesta Internacional de Literatura de Paraty (FLIP), el mayor acontecimiento literario de Brasil. Itamar fue recibido en la FLIP como un héroe del rock. Rodeado de multitudes, el autor bahiano cerró el festival con la mesa Só então pude falar,en la que también participó la artista indígena Glicéria Tupinambá.
Bernardo Gutiérrez.- Salvar o fogo es una especie de continuación de Arado torcido. No en el sentido de una historia que continúa, sino como historias que enriquecen un mismo universo propio. Tiene puntos en común, como los personajes negros crecidos en el interior de Bahía. ¿Cómo fue el proceso creativo del libro?, ¿por qué escribió Salvar o fogo?
Itamar Vieira Junior .- Salvar o fogo nació mientras escribía Torto Arado. Quería seguir asomándome a esa historia tan humana que es nuestra relación con la tierra, con el territorio. Muchas personas y sociedades viven privadas de todo eso. El conflicto Israel – Palestina es un ejemplo de ello. No sé si es una continuación, pero son historias que giran alrededor de temas parecidos. Si mi primera novela ocurre en el sertão, en esa área más remota, un lugar de grandes intemperies climáticas como la sequía, este segundo libro ocurre en un lugar donde las intemperies no son un problema, pero los problemas persisten. Persisten por la estructura de la propiedad de la tierra en Brasil.
Bernardo Gutiérrez.- Trabajó muchos años en el Instituto de la Colonización y Reforma Agraria (INCRA), sobre el terreno, conociendo la situación del interior de Brasil. ¿Cuáles son los problemas derivados del problema de la propiedad de la tierra, aún por resolver?
Itamar Vieira Junior .- Brasil, en el pasado, dejó al 99% de la población al margen de la propiedad. Tenemos una concentración de tierras muy grande. Son grandes propiedades en manos de poquísimas personas, lo que ha generado un problema muy grave. En primer lugar, empujó a la gente hacia las periferias de las ciudades. Salvar o fogo es sobre una familia partida. Cada uno fue para un lugar, buscando trabajo. El origen de la desigualdad brasileña está en ese modelo de acceso a la tierra, que siempre fue un bloqueo, una barrera. Las grandes propiedades producen commodities de exportación, pero los alimentos que llegan a nuestras mesas son producidos por el pequeño y mediano agricultor. Eso crea una serie de distorsiones en una sociedad en la que la mitad de la gente vive en riesgo de pobreza. No existe vida sin el suelo que pisamos, sin las calles que recorremos, sin el territorio al que pertenecemos, y algunas personas están privadas hasta de ese derecho de estar, de existir.
«El origen de la desigualdad brasileña está en el modelo de acceso a la tierra»
Bernardo Gutiérrez.- Y todo atravesado por la cuestión racial y por el pasado esclavista. Víctor, su editor en España, me dijo que en Arado torcido encontró a personajes que, siglos después de la abolición de la esclavitud, no encuentran su lugar en el mundo…
Itamar Vieira Junior .- La esclavitud y el colonialismo son los eventos fundadores de Brasil. Nuestras vidas todavía están atravesadas por esos eventos de una forma inevitable. La desigualdad brasileña lo revela. No es una desigualdad puramente de clase, está atravesada por cuestiones de raza, de género. Se creó un ranking de vida y valor en aquel período (el esclavista) que nunca fue deconstruido. Hay vidas que valen más y otras que valen menos. Quien tiene los peores índices socioeconómicos y de educación son personas negras, pardas, indígenas. Por eso, cuando escribo, intento hacerlo a partir de esa conciencia de que la historia nos atraviesa de una manera incontrolable.
Bernardo Gutiérrez.- En sus novelas, siento que la historia está siendo recontada. Son pequeñas historias que, de alguna manera, cuestionan la historia grande y universal. ¿Qué importancia tiene dar voz a esos lugares de habla, a esos personajes menores, a esas narrativas que cambian el sentido de la historia?
Itamar Vieira Junior .- Durante mucho tiempo la historia fue contada y escrita por los llamados vencedores, por las clases dominantes, por los privilegiados… Ahora vivimos un tiempo en el que importa desde qué lugar se escriben esas historias y quienes fueron históricamente impedidos de contar sus historias. Necesitamos pensar la historia desde el prisma de los considerados entre comillas vencidos, aquellos históricamente invisibilizados. De ahí surge una literatura escrita a partir de otro lugar, de otro prisma y trae una versión de la historia que no es la verdadera ni la definitiva. No existe la versión verdadera y definitiva, sino otra perspectiva.
Bernardo Gutiérrez.- La literatura brasileña vive un boom afro e indígena importante. Muchísimos autores están reflexionando sobre ello y contando otras historias. ¿Cómo valora esta nueva ola de literatura brasileña?
Itamar Vieira Junior .- Vivimos un momento muy importante en Brasil, con esa profusión de voces, esa diversidad de género, raza. No se puede pensar Brasil sin esa diversidad territorial, social. La literatura brasileña está registrando nuevas voces, de regiones distintas, contando esa historia que tal vez no haya sido contada. Es un momento nuevo, porque existe un interés de los lectores en conocer la historia desde otros puntos de vista. Es una manera de imaginarse, de pensarse, de emular lo que fue silenciado históricamente.
«La literatura brasileña está registrando nuevas voces, de regiones distintas, contando esa historia que tal vez no haya sido contada»
Bernardo Gutiérrez.- Paradójicamente, mandó el manuscrito de Torto Arado primero a Portugal y fue publicado primero allí. Entonces pensaba que no iba a haber una editorial brasileña interesada…
Itamar Vieira Junior .- Sí. Ni busqué editorial en Brasil…
Bernardo Gutiérrez.- Cómo ha cambiado el cuento, porque el interés en Brasil ha cambiado radicalmente sobre estos temas en pocos años. ¿El hecho de haber tenido a Bolsonaro como presidente, como el gran enemigo de toda esta diversidad, dio alas a ese movimiento?
Itamar Vieira Junior .- Una serie de eventos confluyeron para ese interés de los lectores por esta nueva literatura brasileña, ¿no? Creo que ese cambio se debe a los lectores, porque son ellos quienes han abrazado y acogido esa literatura que trata sobre esa diversidad.
Bernardo Gutiérrez.- En su literatura encuentro algunas resonancias de literatura caribeña…
Itamar Vieira Junior .- Sí, es curioso. Cuando tuve dificultad para encontrar obras que me ayudaran a reflexionar sobre mi país, fui a la busca de literatura producida en el Caribe o en Estados Unidos. Ellos estaban en un movimiento de vanguardia, pensando la literatura a partir de una interseccionalidad con la sociología, con la historia. A pesar de nuestras diferencias, existe una esencia que atraviesa la historia del continente americano, de la ocupación y del genocidio de los pueblos indígenas y de la diáspora africana. Maryse Condé, Jamaica Kinkaid, Aymé Cesaire y muchos otros autores fueron importantes para que yo reflexionara sobre la historia brasileña.
Bernardo Gutiérrez.- ¿Cómo ha sido la recepción de su obra en Portugal, España, Europa, países con historia colonial?, ¿cree que Europa está reconociendo los errores de su legado colonial?
Itamar Vieira Junior .- Falta bastante, aunque al mismo tiempo veo un interés genuino en entender la historia con otra perspectiva, porque habitualmente interiorizaron las justificaciones que se daban a sí mismos para esos eventos. Percibo el interés de lectores portugueses, españoles y de otros lugares, no solo en relación a lo que escribimos autores brasileños, sino con respecto a autores de África. Todo ello hace la historia más compleja, menos simplista, y amplía el horizonte y la visión sobre el propio proceso histórico.
Bernardo Gutiérrez.- Mientras está ocurriendo esta explosión de literaturas subalternas, la extrema derecha está fuerte en todo el mundo. Incluso en Portugal y España, que por unos años fueron la excepción. ¿Es una reacción?
Itamar Vieira Junior .- El movimiento de cambio que vivimos a lo largo de los siglos viene acompañado por contramovimientos. El ascenso de la extrema derecha en el mundo es una respuesta a los cambios estructurales que el mundo ha vivido. La historia humana está hecha de esa complejidad. Entonces es comprensible que eso (la extrema derecha) exista, y nosotros tenemos un papel importante.
Bernardo Gutiérrez.- ¿Cuál es el papel del arte y la literatura en este embrollo?
Itamar Vieira Junior .- La literatura y el arte no tienen un papel muy definido, pero nos ayudan a reflexionar sobre nosotros mismos, sobre nuestro tiempo, sobre nuestra propia historia. A partir de la fruición, a partir de la creatividad, a partir de lo que es contado, nos ayuda a comprendernos como seres humanos. No es casual que la literatura se asome a la experiencia humana, ¿no? Amplía nuestro horizonte, nuestra humanidad, y nos hace entender nuestra historia de forma más compleja, con toda su grandeza y sus dificultades.
Bernardo Gutiérrez.- Comenzó la escritura de Salvar o fogo al inicio de la covid. ¿Cómo le afectó la pandemia en la esfera de lo sensible?. Por otro lado, ¿cómo observó la sociedad desde el confinamiento?
Itamar Vieira Junior .- La pandemia hizo visibles las desigualdades. Dejó marcas profundas en nuestra historia, en nuestra sociedad, porque nos dimos cuenta de que quienes tenían algún privilegio pudieron aislarse y protegerse, y quienes necesitaban sobrevivir, trabajar, contaron apenas con su suerte para atravesar aquel periodo de turbulencia. La pandemia fue un tiempo duro que nos puso cara a cara con nuestra propia humanidad, con lo que realmente nos interesa e importa. Percibimos nuestra fragilidad y finitud.
«La relación entre racialidad, injusticia climática, injusticia territorial, es evidente»
Bernardo Gutiérrez.- ¿Qué opinión le merece el denominado «racismo ambiental»? En otras palabras, ¿qué vínculos encuentra entre cuestiones raciales y colapso ambiental?
Itamar Vieira Junior .- Todos. Por ejemplo, vivimos recientemente una ola de calor sin precedentes en nuestro país, pero las personas no la sintieron de la misma forma. En Río de Janeiro, las zonas con temperaturas más altas son áreas pobres, ocupadas por personas negras, pardas. O sea, la relación entre racialidad, injusticia climática, injusticia territorial, es evidente. El cambio climático no impacta de la misma forma a los que pueden tener aire acondicionado y a los que no.
Bernardo Gutiérrez.- Una pregunta inevitable: ¿qué legado dejó el Gobierno Bolsonaro?
Itamar Vieira Junior .- Salimos de esa… pero es una salida llena de sombras. Lo que ha pasado en Argentina… y estamos pendiente de las elecciones en Estados Unidos… parece que es una sombra que va a permanecer entre nosotros durante mucho tiempo. Tuvimos un alivio momentáneo, pero creo que Bolsonaro no era la causa. Era un síntoma de nuestra deficiencia como sociedad. La democracia está en crisis, no sólo en Brasil, sino en muchas partes del mundo. La ascensión de la extrema derecha refleja un poco eso.
«El arte solo tiene valor real cuando cuestiona, cuando transgrede»
Bernardo Gutiérrez.- ¿Se puede tener esperanza en el Gobierno Lula?
Itamar Vieira Junior .- Creo que ha habido cambios positivos. No podemos depositar todas nuestras esperanzas en un gobierno. Necesitamos crear bases sólidas para que la sociedad pueda caminar independientemente de los gobiernos. Pero hemos tenido un respiro. Tuvimos que parar durante cuatro años para defender algo que en nuestra cabeza estaba consolidado, la democracia. Necesitamos parar todo para que ahora, en un momento menos adverso, podamos pensar en los problemas reales de Brasil e intentar mitigar las desigualdades.
Bernardo Gutiérrez.- Una de las primeras medidas que tomó Bolsonaro fue rebajar el Ministerio de Cultura a secretaría. ¿Por qué la extrema derecha odia tanto la cultura?
Itamar Vieira Junior .- El arte es una expresión humana de autonomía, de liberación. El arte solo tiene valor real cuando cuestiona, cuando transgrede. De ahí viene el miedo de los autócratas, de los totalitarios. Tienen mucho miedo a ese cuestionamiento. Por eso, la primera cosa que hacen es acabar con los órganos de la cultura, con el Ministerio de Cultura. Prohíben libros, como ocurre en Estados Unidos, donde muchos libros están desapareciendo de las bibliotecas por este o aquel movimiento que intenta censurar obras de Toni Morrison y de tantos otros autores.
Bernardo Gutiérrez.- Censuran, pero luego hablan de libertad…
Itamar Vieira Junior .- Claro… pero es otra libertad, la de los privilegiados.