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Soberanía alimentaria

Fuentes: Rebelión [Imagen: Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela]

Según proclama la vicepresidenta de Venezuela Delcy Rodríguez , “El nuevo modelo económico debe ser el de la Venezuela que se desprenda de la dependencia de la renta petrolera, el de la Venezuela que produzca sus alimentos”.

Estoy en total acuerdo con eso. Si no hay  soberanía alimentaria no hay  soberanía ni autosuficiencia económica. No lo afirmo yo, lo dijo un estadista tan inteligente como Henry Kissinger: “Quien controla la energía controla los  gobiernos, quien controla los  alimentos controla los pueblos”.

Solo  que si los bolivarianos quieren llevar eso más allá de las palabras, deberán hacer una política de seguridad  en las áreas rurales de Venezuela.

Sin inversiones no hay producción agrícola. Sin seguridad de la propiedad de la tierra nadie va a invertir sus ahorros en desarrollar la infraestructura necesaria para producir alimentos. Se necesitan pozos,  tanques de agua,  sistemas de riego, tractores, arados, rastras, sembradoras, fertilizantes y sobre todo buenos  conocimientos de agricultura. Se necesita proteger todo eso, hablo de protección física contra la delincuencia  rural que todo lo roba y mata a lo largo y ancho de los campos de Venezuela con total impunidad.

Es bien conocido que el primer patrimonio de cada país es su territorio.  El primer modo  de sacar utilidad del territorio es la agricultura, porque satisface la más elemental necesidad de la gente civilizada, desarrollar una agricultura para alimentarse.

La agricultura necesita el trabajo de la tierra, para eso es indispensable una inversión de capitales que permita no solo pagar jornales, sino también crear infraestructuras como sistemas de riego y maquinaria agrícola. En el mundo moderno esos capitales rara vez provienen del ahorro del propietario. Para eso  hoy día se usan los créditos de las entidades especializadas en créditos agrícolas y cooperativas agrícolas, todos ellos creados con el propósito  de otorgar créditos agrícolas. Esas fuentes de financiamiento  en los países que han tenido éxito  en su producción agrícola, como en Europa  y Estados Unidos, exigen garantías de que su capital va a ser reembolsado, Normalmente exigen hipotecas, algo que implica respeto de la propiedad privada,  una idea que no parece entusiasmar a los gobiernos bolivarianos por  su contaminación del marxismo leninismo.

Pero hay que escoger entre prejuicios ideológicos y la  producción de alimentos. La agricultura está siempre sujeta a riesgos imprevisibles. En esta época de crisis no hay tiempo para titubeos, porque vivimos una época  de crisis muy peligrosa. En el caso de esta crisis conviene recordar que Vladimir Putin  mencionó durante una conferencia en el Club Valdai que en el lenguaje chino la palabra crisis se escribe con dos ideogramas significativos el ideograma que  corresponde a peligro y el ideograma que corresponde a  oportunidad.

Si el Gobierno bolivariano quiere lograr la soberanía alimentaria, una condición indispensable para obtener una verdadera  soberanía, debe recordar el caso del bloqueo de Cuba, que ilustra bien el riesgo de no tener la seguridad de alimentar a su propia población.

Con la desintegración de  la Unión Soviética que  le  daba apoyo en materia  de suministro al país, la Cuba  que llena de retórica revolucionaria había estatizado las propiedades agrícolas, al cesar la ayuda soviética debió procurarse su propia alimentación.

Los campos cubanos eran del Estado y como todo lo que es del estado no es de nadie, algo que atestigua el lamentable estado de abandono de los edificios en La Habana, que como cualquier visitante puede confirmar sufren una lamentable falta de mantenimiento y  deterioro. Igual sucedió con el campo cubano, que cuando el pueblo dejó de recibir la ayuda soviética (la Unión Soviética era el mayor productor agrícola del mundo) Cuba se vio obligada a  vivir de su propia agricultura.

Esa época  de Cuba se conoce como  el Periodo Especial, un periodo en que los cubanos conocieron el hambre.

Venezuela dista mucho, como bien afirmó  Delcy Rodríguez, de poder alimentarse de sus campos y es urgente comenzar a  corregir eso.  En cuba debieron regresar  a la  iniciativa privada para volver a producir alimentos, pero como la tierra y los productos de la tierra siguen siendo propiedad del Estado, la gente no quiere trabajar el campo porque hasta los animales son propiedad del Estado y deben responder  de ellos. En tales circunstancias el cultivo se realiza con desgana y no es suficiente para alimentar al pueblo cubano. Por ello el Gobierno de Cuba se ve obligado a importar sus alimentos de su archienemigo, Estados Unidos, que le vende alimentos baratos porque  son  subvencionados, el barco que los lleva a Cuba sale con mucha discreción desde Nueva Orleans.

En el mundo soplan vientos de guerra. Y Cuba, que está en el bando  que presumo será vencedor, puede volver a conocer otro periodo especial, porque miembros  del propio gobierno de Cuba han reconocido que su producción agrícola es insuficiente para garantizar el abastecimiento nacional.

Venezuela se encuentra en circunstancias parecidas. Por ello debería comenzar desde ahora a aprovechar zonas propicias para el cultivo del arroz, que es un cultivo de rendimiento rápido.

A finales de la década de los 70 Venezuela no solo se autoabastecía de arroz, sino que además lo exportaba. Debe abandonar el cultivo del sorgo porque no sirve para alimentar directamente a la población. Venezuela sigue siendo una importadora  neta de alimentos y corre graves riesgos en una época como esta en que hay peligro de guerra. En mi opinión la guerra entre Rusia y la OTAN es inevitable, porque  el bando  imperialista quiere recuperar su perdida prosperidad parásita apoderándose de los vastos recursos de Rusia, recursos que por la estupidez del bando occidental ahora favorecen el desarrollo de la potencia de China, que es el adversario más temido por los anglosionistas.

Venezuela corre el riesgo de verse bloqueada y hambrienta. Delcy tiene la mejor  virtud de un estadista, la prudencia y la visión de futuro, pero temo que lo ha advertido un poco tarde. El riesgo es  inminente, porque no hay tiempo para desarrollar una autonomía alimentaria antes de que explote el conflicto en nuestro vecindario. Lo que sí se  puede hacer es importar ahora mucho para crear reservas alimentarias. Se puede comprar trigo a Rusia, que espera tener una buena cosecha de trigo este año, estimada en 70.000 toneladas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.