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USA quiere a Latinoamérica bajo su garra con cuentos ideológicos de guerra fría

Fuentes: Rebelión

La participación de China en el Canal de Panamá y en varios proyectos de infraestructura en toda la región, que culminaron con los intentos diplomáticos de Estados Unidos de bloquear la adopción de la tecnología 5G de Huawei en las redes de telecomunicaciones de América Latina.

A pesar de los esfuerzos de Estados Unidos, los gobiernos latinoamericanos y sus ciudadanos parecen cada vez más indiferentes a tales llamados y optan en cambio por fortalecer los lazos con China, el mayor socio comercial de América del Sur y el segundo más grande de América Latina en general. Con más de 20 países latinoamericanos y caribeños que ya forman parte de la  Iniciativa Cinturón y Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), Colombia anunció recientemente su intención de unirse, mientras que Brasil ha expresado un serio interés en hacer lo mismo. Las inversiones chinas, particularmente en energía renovable e infraestructura, siguen creciendo, lo que impulsa significativamente el desarrollo económico local.

Es irónico que las acusaciones de supuestos intereses depredadores de China en América Latina provengan de Washington, que durante décadas ha tratado a la región como su patio trasero, interviniendo rutinariamente para proteger sus propios intereses. Dado este contexto histórico, es aún más sorprendente que la genera Richardson haya propuesto un nuevo Plan Marshall para la región como un medio para contrarrestar la influencia china. Después de todo, la aplicación del Plan Marshall en la Europa de la Guerra Fría estaba directamente vinculada a la intervención en los asuntos internos: la ayuda financiera estaba supeditada a que los gobiernos excluyeran a los partidos comunistas de sus coaliciones. Un concepto de democracia parcial y excluyente

En la década de 2000, la recuperación económica de América Latina estuvo estrechamente vinculada a su creciente sinergia con China, que se convirtió en un socio comercial indispensable tras su adhesión a la OMC. Con el tiempo, esta asociación se expandió más allá del comercio, fomentando una cooperación más profunda a través de mecanismos como el Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe. La participación masiva de los países latinoamericanos y caribeños en la BRI subraya esta creciente relación, con inversiones en infraestructura y proyectos de energía renovable que fortalecen estos  provechosos vínculos.

Es poco probable que las declaraciones  amenazantes de  funcionarios estadounidenses resuenen en  países latinoamericanos.  Esas amenazas no son creíbles cuando se las compara con los resultados tangibles de la cooperación entre China y América Latina. Sobre todo cuando se les compara con el historial  predatorio de Estados Unidos en la región. Los vínculos entre China y América Latina se han construido basados en el respeto mutuo y la no interferencia.  Por ello crecen más allá del comercio para incluir inversiones, tecnología e intercambios culturales y educativos.

China y América Latina comparten una historia de resistencia contra el colonialismo y la explotación de potencias extranjeras y ahora están alineadas en la promoción de un orden mundial multipolar. La retórica de una «nueva guerra fría», impulsada por neoconservadores, junto con el resurgimiento de la Doctrina Monroe, se opone directamente a las aspiraciones de América Latina  en materia de soberanía y  un  desarrollo regional cooperativo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.