La reciente escaramuza arancelaria entre Estados Unidos y el Sur Global la perdió Estados Unidos. Las escaramuzas son un modo de explorar la fortaleza del adversario que parece ser la táctica preferida del presidente Donald Trump.
Estados Unidos y su dólar son parte de la economía financiera. Desde marzo del 1971, cuando el dólar abandonó el patrón oro de $34/0z la economía de Estados Unidos dejó de ser una economía cuyo valor y fuerza puedan ser medidas por alguna referencia en valores reales de bienes que se comercien. El dólar siguió teniendo valor porque circulaba.
Al año siguiente de violar el compromiso que Washington prometió a cambio de que su dólar fuera escogido como moneda de referencia internacional de valor, Nixon tuvo una idea genial: reunió a sus países vasallos que producían petróleo en la OPEP y los comprometió a vender petróleo solo en US$. De ese modo se aseguró de que el dólar seguía circulando porque servía para comprar algo indispensable para la economía mundial: energía proveniente del petróleo. Liberada la Reserva Federal de las restricciones en emisión de dinero que implicaba la existencia de un patrón oro la Reserva Federal de Estados Unidos, que como sabemos no es un Banco Central, sino un consorcio de bancos privados que en vísperas de la Primera Guerra Mundial (1913 ) usurpó la prerrogativa de la Secretaría del Tesoro de emitir el dólar como moneda oficial de Estados Unidos.
A partir de 1971 Estados Unidos, que hasta un año antes tenía una balanza comercial favorable gracias a ser el primer exportador de petróleo, comenzó a tener un déficit en su balanza comercial que cubría emitiendo dólares sin respaldo en oro pero que eran aceptados porque gracias a la decisión de la OPEP servían para adquirir petróleo y por eso se les llamó petrodólares.
El aumento incesante en la emisión de dólares para cubrir el déficit comercial de Estados Unidos dio lugar a una masa de dinero que no se correspondía con el flujo del comercio. Porque la mayor parte de esa masa monetaria no podía ser absorbida por inversiones en los países productores de petróleo y venía depositada en los bancos, mayormente en bancos norteamericanos. De ese modo, como los bancos trataban de colocar esa excesiva masa monetaria de manera rentable, se creo una especie de economía financiera internacional paralela que tenía como centros de actividad Wall Street en New York y la City de Londres. Una economía que sacaba dinero de la nada para prestarlo a veces con garantías de mala calidad (sub-prime). Una economía cuya circulación era independiente del flujo del comercio donde el movimiento estaba basado en valores derivados de préstamos con garantías dudosas llamados “derivatives», una economía fantástica cuyo monto superaba con mucho el PIB mundial sin relación alguna con la economía real de bienes y servicios.
Esa economía comenzó a colapsar el año 2008 y causó una crisis general en la economía mundial que se pudo superar gracias a la fortaleza de la economía manufacturera basada en la elaboración de bienes y servicios. La economía manufacturera en la época anterior al 2008 era una actividad que sostenía las economías de Europa, Asia y en general el Sur Global.
Un sector de la economía real que fue contagiado por la creación de dinero de la nada que ocurría en el sector financiero fue la industria de la construcción, donde se creó un fenómeno de sobreproducción que fue conocido como la burbuja Inmobiliaria, algo que en Europa afectó particularmente a España y en general también a las regiones turísticas de Estados Unidos.
Fue el crecimiento extraordinario de la economía de China, que se puso a la cabeza de la economía manufacturera, lo que devolvió la salud y el equilibrio a la economía mundial que el crecimiento irreal de la economía financiera había desequilibrado. Algo de la confrontación entre economía manufacturera está en el fondo del desequilibrio comercial de Estados Unidos que el presidente Trump intenta arreglar subiendo aranceles. Desde que los daños causados por los bombardeos anglosajones de la Segunda Guerra Mundial dejaron a Estados Unidos con la única infraestructura industrial intacta y dueño del comercio manufacturero mundial. Los europeos y japoneses reconstruyeron sus fábricas basados en los últimos conocimientos científicos y tecnologías. Eso hizo que gradualmente desplazaran a Estados Unidos del mercado internacional de manufacturas, porque sus fábricas intactas eran obsoletas y continuaban produciendo lo mismo que habían venido produciendo antes de la guerra. Eso se hizo notar mucho en el campo de la fabricación de acero y también en productos textiles.
A medida que pasaba el tiempo el mercado norteamericano que era el de mayor demanda del mundo se fue saturando de productos extranjeros que desplazaban la producción local. Eso se compensaba con la exportación de petróleo norteamericano hasta que los pozos de Texas y Oklahoma se agotaron al inicio de la década de los años 70. Y con un déficit comercial creciente había que cubrirlo emitiendo dinero y por eso no se pudo mantener el patrón oro a partir de 1971. Y como Estados Unidos seguía siendo el mayor mercado, y eso le daba mucho poder político, había que mantener el ritmo importador pagando las importaciones con dólares sin fondos.
Y para que continuasen las importaciones se creó la OPEP, que convino en absorber esos dólares que pasaron a ser por eso llamados petrodólares, porque su valor consistía en que servían para comprar petróleo, pero en general las economías de los países de la OPEP no podían asimilar esas inmensas cantidades de dólares emitidos sin respaldo y por eso los petrodólares eran depositados en bancos occidentales que a su vez intentaban colocar esos capitales prestando dinero a países en desarrollo.
Fue así como se creó la enorme deuda del Tercer Mundo que explotó en la primera mitad de la década del 1980. La deuda del Tercer Mundo era técnicamente impagable, aunque los bancos seguían teniéndola en sus balances como activos para evitar declarar una quiebra. En efecto, esa es la época en la que nacieron los fondos buitres, empresas financieras que compraron las deudas en el mercado a un precio muy inferior a su valor nominal y luego utilizan tribunales y otros medios de coerción para tratar de cobrarlas por su valor nominal. El desahucio práctico de esa la inmensa deuda del Tercer Mundo ponía a muchos bancos importantes de Wall Street en peligro de quiebra. Por eso la Reserva Federal optó por emitir más dinero sin fondos para regalarlo a esos bancos para evitar una quiebra en cadena.
A esa practica de regalar dinero a los bancos en dificultades para evitar que quebrasen se le dio el nombre eufemístico de Quantitative Easing (facilitación cuantitativa). Por esa época el famoso economista Peter Drucker publicó un ensayo titulado The Changed World Economy, donde describía cómo la economía financiera se había separado de la economía real de producir bienes y servicios útiles.
La economía financiera separada de la economía real se convirtió en algo muy alejado de la economía clásica de Adam Smith, según el cual la base de la riqueza es el trabajo aplicado que da valor a las cosas. Aquí de nuevo tropezamos con la visión del genio de Sismondi quien ya hace dos siglos establecía una diferencia entre valor por utilidad y valor de cambio (precio). En la economía financiera actual se crea riqueza con un golpe de tecla y no con base en la riqueza que proviene del trabajo y de la utilidad. Es la economía financiera nacida de la emisión irresponsable de dinero por obra de la Reserva Federal para cubrir primero el déficit comercial de Estados Unidos y luego los préstamos insolventes de los grandes bancos del sistema financiero que es la base económica del Occidente colectivo.
Trump se equivoca si cree que puede devolver la prosperidad a Estados Unidos poniendo barreras arancelarias y deportando emigrantes. La economía de estados Unidos ya no produce manufacturas porque ahora su clase trabajadora se acostumbró a un nivel de vida que vive del crédito. En todas partes las clases asalariadas son las de mayor consumo (Keynes) y de ellas dependen los mercados Los trabajadores en Estados Unidos ya no son de cuello azul (blue collar) ahora los trabajadores norteamericanos son oficinistas de cuello blanco. Oficinas que de algún modo dependen de los créditos de la economía financiera. Una razón por la cual el norteamericano promedio debe desempeñar hasta tres empleos para pagar sus deudas con las tarjetas de crédito. La base laboral de los países occidentales ya no dispone de la mano de obra educada para producir bienes manufacturados. Europa escapa a esa calificación, pero su mayor potencia industrial, Alemania, está en recesión debido a las acciones de los países anglosajones para privarla de energía, primero con los mitos verdes y luego con la voladura del gasoducto North Stream.
China encabeza la lista de las potencias que mantienen viva la economía manufacturera, a la cual pertenecen casi todos los países del BRICS.
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