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Rebobinando la memoria cinematográfica de las Brigadas Internacionales: el tesoro soviético que «dormía» en la Manchuela

Fuentes: El Diario

El cine parroquial de la localidad de Madrigueras dona a Filmoteca de Albacete una copia de ‘La Juventud de Máximo’, película soviética de 1935 que se ocultó durante la dictadura en el desván de una vivienda y que ha sido rescatada del polvo y el silencio.

En la cámara de una antigua casa de la Manchuela albaceteña, cubierta de polvo y silencio, dormía desde hacía décadas un fragmento oculto de la historia de la Guerra Civil.

La película ‘La Juventud de Máximo’ se conservaba dentro de su lata original Foto cedida

En el desván de la vivienda de la abuela de José María Cambronero Ibáñez, en la calle del Pino de Madrigueras, se guardaba una película soviética. Y, desde hace sólo unos días, la lata conteniendo La juventud de Máximo —Yunost Maksima, dirigida por Grigori Kozintsev y Leonid Trauberg en 1935— ya se encuentra a buen recaudo en la Filmoteca de Albacete.

No se trata de una película sin más. No. Es otra huella del paso de las Brigadas Internacionales por esta pequeña localidad, que cuenta con su propio centro de interpretación sobre la presencia de los voluntarios de la libertad en tierras albaceteñas.

Brigadistas austriacos en Madrigueras (Albacete)
Brigadistas austriacos en Madrigueras (Albacete). Foto: Centro de Estudios y Documentación de las Brigadas Internacionales (CEDOBI)

¿Cómo llegó esta cinta a Madrigueras? La casualidad y la fortuna se aliaron hace años en una charla callejera entre Alfredo Alcahut, profesor jubilado y cinéfilo apasionado, y un vecino del pueblo, que le recordó que guardaba “una cinta de la Guerra Civil”.

“Hace unos años me contaron que alguien tenía en la cámara una cinta de cine en extranjero. Vi que era una película soviética de 1935. Cuando el cura del pueblo, Antonio Carrascosa, arregló el cine parroquial, hace un par de años, se donó la cinta al cine y, ahora, con buen criterio, se ha dejado en manos de la Filmoteca de Albacete”, explica Alfredo Alcahut, todavía emocionado por el final feliz de este relato cinéfilo.

El director de Filmoteca de Albacete, recibiendo la película.
El director de Filmoteca de Albacete, recibiendo la película. Foto cedida

El cine como arma propagandística durante la Guerra Civil

Y es que la aparición de esta película no fue un simple hallazgo, sino que es la llave que permite reabrir un capítulo de la historia que el transcurrir de los años ha ocultado: el papel del cine en la Guerra Civil como arma propagandística. El director de Filmoteca de Albacete, Jesús López, explica que “estamos ante una película del paquete que durante la Guerra Civil remitiría el Gobierno soviético para solaz de los miembros de las Brigadas Internacionales”.

Fotograma de 'La juventud de Máximo'
Fotograma de ‘La juventud de Máximo’

La copia de La juventud de Máximo que ya forma parte de los archivos fílmicos municipales de la capital manchega, en 16 milímetros, está subtitulada en castellano, lo cual refuerza el cariz propagandístico que se buscaba con este tipo de películas, proyectadas tras el golpe de Estado de 1936 en el Cine Variedades, una de las salas que funcionaron durante el pasado siglo en Madrigueras. “Entiendo que el objetivo no era otro que influir políticamente sobre los brigadistas, sí, pero también sobre la población. Esas películas venían con un mensaje. Y como eran mudas o estaban en ruso, había intérpretes que las explicaban para que el público entendiera lo que se quería transmitir. Era cine, sí, pero también herramienta política”, añade Alfredo Alcahut. Junto con estas películas, se proyectaban en estas sesiones noticiarios extranjeros o elaborados por el Gobierno republicano sobre la situación del país y de los diversos frentes.

Y es que, en aquellas tardes de celuloide y penuria, los vecinos de Madrigueras se entremezclaban entre los voluntarios, mientras una mujerona rusa, con un español aceptable, narraba al personal las cintas soviéticas por si alguien no las comprendía; películas como La juventud de Máximo, sí, pero también otras más populares como El acorazado Potemkin, de Sergei M. Eisenstein, entre otras muchas.

Un cine de fronteras y encuentros

El Variedades ya funcionaba en la mitad de los años 30. Y entre sus paredes se vivieron historias únicas que bien podrían haber traspasado la propia pantalla. La sala se ajustaba a los cánones de la época.

Los testimonios que pasaron de padres a hijos, y de hijos a nietos, y el trabajo de Caridad Serrano, en su magnífica publicación Recuérdalo tú. Una historia oral sobre la estancia de las Brigadas Internacionales en Madrigueras, nos presenta un cine de bancos de madera, mejor dicho, de bancos con incómodas tiras de madera, como el suelo, que se regaba para no levantar polvo, y con unos aseos algo impropios, de los que emanaban unos olores desagradables, como el que dejaba el zotal que se utilizaba para desinfectar todo el inmueble.

En cuanto a la calefacción, ni por asomo. El público debía buscarse la vida, con esas latas repletas de ascuas que servían para calentarse en los primeros minutos de la proyección que, a veces, se cortaba en un par de ocasiones, momento que los pudientes aprovechaban para visitar la cantina y hacerse con alguna que otra gaseosa. Recuerdos que presenta en bandeja Caridad Serrano a través de testimonios de vecinos y vecinas del pueblo que vivieron esos episodios en persona, y que permiten hacerse una idea de cómo era el Variedades, una sala que tenía sus palcos y plateas, pero también el gallinero, esas andanadas donde las entradas eran más económicas.

Así era el Variedades, sin lujos. Pero en el que, sin duda, hubo más público internacional por metro cuadrado que en cualquier otro cine del mundo, excepción hecha de los albaceteños Capitol y Teatro-Circo, también por obra y gracia de las Brigadas Internacionales, como en el resto de los municipios albacetenses que forman parte de la historia de este ejército de voluntarios, Casas Ibáñez, Tarazona de la Mancha, Fuentealbilla, Almansa… ¡Cuántas miradas furtivas no acabaron en noviazgos fugaces —o no— entre brigadistas y chavalas del pueblo! Tal fue la importancia que este cine alcanzó como espacio de ocio en ese periodo internacional que se rebautizó como Teatro del Pueblo durante el año y pico que “los rusos” permanecieron en Madrigueras. Allí, además, se realizaron otros actos político-culturales.

Brigadistas internacionales en Madrigueras
Brigadistas internacionales en Madrigueras. Foto: CEDOBI

“Y no es que todos fueran rusos, sino que, para los vecinos, aquellos extranjeros eran todos rusos, vinieran de donde vinieran: ingleses, italianos, americanos, daneses, cubanos… Para la gente del pueblo eran todos rusos. Incluso los caramelos grandes que daban los brigadistas a los críos pasaron a llamarse rusos. La guerra cambió hasta el lenguaje”, añade Alfredo Alcahut.

El valor de conservar la memoria

El profesor apunta que el hecho de que un vecino guardara en el altillo de su casa esta cinta soviética es una muestra de valor. “¿Qué le hubiera pasado a esta persona si es descubierto durante la dictadura con esta película guardada en su casa?”, se pregunta, mientras que destaca la importancia de conservar estos retazos de la historia. “Le digo a los vecinos que, si encuentran algo, por favor, que no lo tiren. Folletos, carteles, rollos de película… todo puede contar una historia”. Las casas, sus despensas, los baúles, los desvanes, los corrales… ocultan piezas del puzle de la memoria colectiva.

Carteles de la película 'La Juventud de Máximo'
Carteles de la película ‘La Juventud de Máximo’. Foto cedida

La juventud de Máximo, que narra la toma de conciencia revolucionaria de un obrero en la Rusia zarista, fue la primera película de la ‘trilogía Máximo’, filmada por los cineastas soviéticos Kozintsev y Trauberg entre 1935 y 1939. También se proyectó en el Teatro-Circo de Albacete, en concreto, el sábado 17 de septiembre de 1938. Fue el punto final a un acto político que contó con la presencia del dirigente comunista Antonio Mije, quien, durante la Guerra Civil, ocupó importantes responsabilidades, como la dirección de Mundo Obrero. Además, formó parte de la Junta de Defensa de Madrid. Terminó sus días en el exilio, residiendo en Francia, México y Checoslovaquia.

Esa gran asamblea de masas -así se presentó en la prensa albaceteña- fue organizada por el Partido Comunista. “Es probable que primero pasara por Albacete esa película y después llegara a Madrigueras”, sugiere Alfredo Alcahut.

Y ahora, ¿qué?

En su apuesta continua por recuperar el legado audiovisual más insólito y valioso de la historia del cine, la Filmoteca de Albacete estudia programar en septiembre una sesión especial que incluiría la proyección de la película recuperada en Madrigueras, junto con fragmentos de El hijo de Mongolia -coproducción soviético-mongola de 83 minutos que combina drama, aventura y documental antropológico, retratando con realismo la vida de los pueblos nómadas-, cinta rescatada en Tarazona de la Mancha que, según palabras de Jesús López, “es todavía más peculiar” y sirve como pretexto ideal para reflexionar sobre “ese momento histórico y las recuperaciones que hemos hecho hasta la fecha”.

Está claro que la recuperación de La juventud de Máximo supone no solo rescatar una pieza del patrimonio audiovisual, sino también mantener viva la memoria histórica de las Brigadas Internacionales y el papel del cine como herramienta política durante la Guerra Civil.

Fuente: https://www.eldiario.es/castilla-la-mancha/provincias/albacete/rebobinando-memoria-cinematografica-brigadas-internacionales-tesoro-sovietico-dormia-manchuela_1_12443340.html