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Resistencias cimarronas y horizontes de libertad

La Carta de Manumisión de 1852

Fuentes: Rebelión

El 25 de julio de 1852 el Ecuador declaró la abolición de la esclavitud mediante un decreto firmado por el entonces presidente José María Urbina. Aquella «carta de manumisión» no fue una dádiva humanitaria, sino la respuesta bastante tardía a siglos de resistencias

Introducción

Nosotros, los abuelos cimarrones, corrimos descalzos, pero con la cabeza en alto, sembrando huellas de libertad. Nuestra lucha no fue solo contra las cadenas, sino por reconstruir lo que la esclavización quiso destruir: la familia, la comunidad, la dignidad. Soñamos con una sociedad donde la vida sea sagrada y la libertad, su fundamento. Pétion, el primer presidente afro de América, lo supo: no hay verdadera independencia sin abolición de la esclavitud. Ese fue el quiebre histórico, el inicio de nuevas luchas. Camina con nosotros, lector, sigue nuestras huellas y no olvides que la libertad aún se construye.

Hay fechas que se escriben con tinta de justicia, pero que nacen de las luchas de los pueblos. El 25 de julio de 1852 el Ecuador declaró la abolición de la esclavitud mediante un decreto firmado por el entonces presidente José María Urbina. Aquella «carta de manumisión» no fue una dádiva humanitaria, sino la respuesta bastante tardía a siglos de resistencias tejidas por los cimarrones en los palenkes, en las fugas nocturnas, en el transitar de la tunda, en los campos de trabajo, en los astilleros, en los cacaotales, en los cañaverales sin probar el dulzor del azúcar, en la sangre derramada y en la dignidad de quienes se negaron a seguir siendo mercancía.

La carta de manumisión, más allá de su valor histórico, debe ser leída hoy como una oportunidad latente, como una base normativa que podría y debería reactivarse como instrumento de compensación histórica. En ella se expresa la voluntad, aunque limitada, el estado reconocer que hubo un daño. Esa voluntad, al ser recogida y resignificada por las luchas afrodescendientes actuales, permite abrir un camino hacia políticas de reparación, de memoria viva, y de justicia estructural. Por eso, este documento tiene como objetivo analizar la carta de manumisión como norma jurídica, desentrañar sus causas, implicaciones y consecuencias, destacar el papel central de los cimarrones en su génesis y proyectar las luchas contemporáneas del pueblo afroecuatoriano, proponiendo nuevas formas de resistencia y emancipación.

La carta de manumisión como norma jurídica

El decreto de 1852 se configura como una norma jurídica al cumplir con los principios fundamentales del derecho: fue expedido por una autoridad competente (el Poder Ejecutivo), posee carácter obligatorio y general, es coercible mediante la acción del estado y define una relación legal entre el estado y la población esclavizada, reconociéndola como sujeta de derechos. El texto del decreto no solo abole la esclavitud, sino que establece mecanismos institucionales para garantizar su ejecución:

Artículo 1 y 2: Se establece que el ramo de la pólvora sea destinado al fondo de manumisión, prohibiéndose su uso para otro fin. Esto revela un intento por dotar de sostenibilidad financiera al proceso de emancipación.

Artículo 3: Define que cada 200 pesos recaudados se utilicen para liberar al esclavizado de mayor edad, según avalúo, dando prioridad a los cuerpos más castigados por el tiempo y la servidumbre.

Artículos 4 y 5: Ordenan la creación de Juntas Provinciales Protectoras de la Libertad de los Esclavos, integradas por autoridades locales y ciudadanos de «sentimientos filantrópicos», encargadas de garantizar que el decreto se cumpla.

Este cuerpo legal configura un marco institucional destinado a gestionar la transición desde el sistema esclavista hacia una formalidad de libertad, aunque sin abordar los mecanismos de reparación ni garantizar derechos plenos a los liberados.

Causas que motivaron su promulgación

Ideológicas y legitimadoras

El discurso liberal de mediados del siglo XIX proclamaba la libertad individual como principio esencial. Enfrentado a las estructuras coloniales heredadas, el Estado buscaba fundar su legitimidad en la ruptura con la esclavitud. Urbina, como líder liberal, utilizó la abolición como gesto político para consolidar su poder frente a las élites conservadoras y legitimar su proyecto de nación.

Políticas y militares

La libertad de los esclavizados permitió incorporar a muchos afrodescendientes en las filas militares, especialmente en la región litoral. Los batallones «Tauras», integrados por hombres liberados, se convirtieron en fuerzas leales al Estado liberal. La carta de manumisión de la esclavitud, entonces, no solo fue un acto de justicia, sino también una estrategia de poder.

Económicas

El sistema esclavista se mostraba cada vez más ineficiente frente a las exigencias del mercado liberal. El régimen esclavista sí convenía al mercado liberal de 1850, ya que garantizaba mano de obra barata para la producción de materias primas destinadas a la exportación. Aunque el liberalismo proclamaba libertad, en la práctica toleraba la esclavitud cuando beneficiaba al capital, contradiciendo sus propios principios de igualdad y derechos. La abolición permitió el paso a nuevas formas de explotación laboral, como el trabajo asalariado, sin transformar las estructuras de propiedad ni distribuir la tierra.

Sociales, el papel de los cimarrones

Detrás del decreto hay siglos de rebeldía de luchas permanentes. Los Palenkes, en todo el territorio donde estaba esclavizada la población afroecuatoriana, fueron verdaderos espacios de soberanía popular de los afroecuatorianos. Desde allí se gestaron resistencias cotidianas y abiertas. La persistencia de las fugas, la organización de comunidades autónomas, el sostenimiento de las culturas ancestrales africanas y la lucha por la libertad, empujaron al Estado a reconocer, por vía legal, lo que ya era una realidad en muchos territorios, la liberación de los cuerpos negros.

Consecuencias e implicaciones

Si bien el decreto fue un paso histórico, sus efectos fueron limitados:

  • La libertad legal no se tradujo en ciudadanía plena, los afroecuatorianos quedaron fuera de los sistemas de educación, salud, tierras y participación política.
  • Se instauraron nuevas formas de servidumbre, la relación entre antiguos amos y esclavizados continuó, ahora bajo lógicas de trabajo precario.
  • No existió una política de reparación ni reconocimiento del crimen de lesa humanidad que fue la esclavitud.
  • Una de las consecuencias más nefastas fue la implementación del concertaje, un sistema que reconfiguró la esclavitud en el sistema republicana. En este régimen, las personas recién liberadas eran obligadas a trabajar para sus antiguos amos o para hacendados blancos bajo contratos fraudulentos de deuda. A cambio de una porción de tierra, herramientas o vestimenta, se generaba una deuda impagable que pasaba de generación en generación, atando a familias enteras a ciclos de servidumbre perpetua. El concertaje no solo prolongó la explotación, sino que también despojó al pueblo afroecuatoriano de su derecho a una vida libre y digna. Fue una estrategia institucionalizada para mantener la jerarquía racial y económica en un nuevo orden legal que proclamaba la libertad, pero que operaba en los márgenes de la justicia. Su existencia demuestra que la abolición sin reparaciones ni redistribución, transfiguró las cadenas sin romperlas.

Luchas actuales del pueblo afroecuatoriano

La historia no terminó en 1852. Las luchas del pueblo afroecuatoriano continúan:

  • La sentencia de la Corte Constitucional del Ecuador (2023) reconociendo la esclavitud moderna en Furukawa representa un hito. Las disculpas públicas del Estado en 2025, aunque simbólicas, abren camino para exigir reparaciones integrales.
  • Las mujeres lideresas y sus organizaciones como CONAMUNE, levantan agendas políticas por la salud, el territorio, los derechos sexuales y reproductivos y la lucha permanente por los derechos del pueblo afroecuatoriano.
  • Las comunidades y sus diferentes formas organizativas resisten frente al despojo de las tierras por parte de empresas extractivistas, defendiendo el derecho a vivir en sus territorios ancestrales como por ejemplo la comuna río Santiago cayapa que desde 1895 sigue resistiendo.

Propuestas de nuevas resistencias

Frente a la persistencia del racismo estructural, se hacen necesarias nuevas estrategias:

  1. Constitucionalización del antirracismo como principio rector del Estado.
  2. Reparación histórica integral, que incluya tierras, educación afro centrada, salud intercultural y acceso a la justicia.
  3. Transformación curricular, incluyendo la historia cimarrona y los aportes afroecuatorianos, seguir impulsando la etnoeducación como un mecanismo de decolonialidad de la educación ecuatoriana
  4. Institucionalización de la consulta previa libre e informada en territorios afrodescendientes.
  5. Reforzamiento de liderazgos afro y feministas comunitarios como base de la acción política.
  6. El pueblo afroecuatoriano ha sido víctima de un magnicidio censal que invisibiliza su presencia, niega su realidad y limita el acceso a políticas públicas. Exigimos justicia estadística, reconocimiento pleno y datos que reflejen nuestra verdadera dimensión, para continuar la lucha por equidad, reparación histórica y dignidad colectiva.

Conclusión

La carta de manumisión del 25 de julio de 1852 fue una norma jurídica necesaria, pero profundamente insuficiente. Aunque significó un paso simbólico hacia la abolición legal de la esclavitud en Ecuador, no implicó una transformación real de las condiciones estructurales de exclusión, despojo y racismo que han acompañado al pueblo afroecuatoriano desde la trata esclavista hasta el presente.

El pueblo afroecuatoriano tiene plena conciencia de que la libertad no se decreta: se conquista, se defiende y se construye día a día. La verdadera libertad no es simplemente la ausencia de cadenas, sino la presencia de justicia, oportunidades y dignidad. Nuestra historia no comienza con la esclavitud ni termina con su abolición. Es la historia de una resistencia viva, cimarrona, que no pidió permiso para ser libre y que sigue latiendo en las comunidades, organizaciones y liderazgos afrodescendientes actuales.

Desde los palenkes de ayer hasta las luchas territoriales, educativas y políticas de hoy, seguimos caminando en defensa de la vida, la memoria y la autodeterminación. Esta carta de manumisión, más que cerrar un capítulo, abre preguntas urgentes: ¿Qué significa ser libre en un país donde el racismo estructural aún define el acceso a la educación, la salud, el empleo o la representación política? ¿Qué otras esclavitudes nos faltan por abolir la pobreza, la invisibilización, la exclusión?

Por eso, además de recordar la fecha en que firmo el decreto; es tiempo de escribir una nueva carta de libertad con nuestras propias manos, basada en la reparación integral, la etnoeducación, el desarrollo con identidad y el reconocimiento pleno del aporte histórico, cultural y político del pueblo afroecuatoriano. Solo así honraremos la lucha de nuestros ancestros y daremos continuidad a su legado de dignidad y libertad.

Bibliografía:

  • Hernández Valencia, I. X. (2024, 30 de julio). 173 años de la Carta de manumisión de la esclavitud en Ecuador. Rebelión. Recuperado de Rebelión Wikipedia+13Rebelion+13Rebelion+13
  • Decreto de manumisión de 25 de julio de 1851 (Ecuador). (1851). Firmado por el General José María Urbina en Guayaquil, Decreto supremo que establece la liberación de los esclavizados mediante indemnización estatal. Desde mi Trinchera+3Rebelion+3Wikipedia+3
  • Rueda, J. C. (2016). Desesclavización, manumisión jurídica y defensa del territorio en el norte de Esmeraldas. Procesos: Revista Ecuatoriana de Historia, 43, 9‑35. Repositorio UASB. UASB-Digital+3UASB-Digital+3Wikipedia+3
  • Wikipedia. (2025, mayo). Esclavitud en Ecuador. En Wikipedia, la enciclopedia libre. Recuperado de la entrada “Urbina decreta la manumisión”

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