En la autopista internacional Simón Bolívar que conecta Venezuela con Colombia, a la altura de Villa del Rosario, vecino al municipio de Cúcuta en el Norte de Santander, orilla colombiana de la frontera, una enorme valla publicitaria en inglés reza “Reward increase off up to”, “aumento de recompensa hasta…” con la cifra de 50 millones de dólares junto al rostro del Nicolás Maduro y 25 millones junto al de Diosdado Cabello.
Es apenas uno de los primeros capítulos insólitos vividos en las últimas semanas en nuestro planeta desjuiciado en referencia a esta tierra venezolana. Semejante locura, más propia de un western gringo que de la realidad, no es una broma macabra sino que tiene su referencia en la antipolítica estadounidense, que en su aventura injerencista se ganó el mérito de habituarnos a normalizar lo desmedido. El pasado 7 de agosto, Pam Bondi, fiscal general de Estados Unidos, anunció el aumento de la recompensa ofrecida durante el primer mandato de Trump, por información que conduzca al arresto del Presidente de Venezuela Nicolás Maduro a 50 millones de dólares, del ministro de Interior, Paz y Justicia Diosdado Cabello a 25 millones y del ministro de Defensa Vladimir Padrino a una suma de 15 millones.
En la era de la inteligencia artificial, el entramado mediático imperialista es diestro en combinar todas las formas de difusión para ocupar todos los espacios. Y eso incluye las herramientas tradicionales. La resistencia también es reticular, y aparece donde menos se espera. La valla publicitaria duró apenas unas horas porque un hombre con sentido de la dignidad que por allí circulaba retiró el plástico gigante que cubría la valla, lo enrolló como una cobija y volvió a subirse a su carro. Antes de eso, las miles de personas que transitaron por la autopista Simón Bolívar, si eran doctas en inglés, podían leer las acusaciones contra el mandatario y el ministro “por conspiración de narcotráfico, conspiración de importación de cocaína, conspiración para usar y portar armas de fuego y dispositivos destructivos para promover un delito de drogas”.
El siguiente episodio de esta nueva aventura imperial de EEUU, plenamente conectado con el anterior, fue la presencia de 3 destructores con misiles y 4.000 marines a bordo desplegados en aguas del Caribe frente a las costas venezolanas, supuestamente para luchar contra el tráfico de drogas desde Venezuela hacia EEUU. La portavoz de la Casa Blanca Karoline Leavitt, afirmó que están dispuestos a «usar todo su poder» para frenar el «flujo de drogas hacia su país».
Días después, la cifra de los efectivos gringos aumentó. Hoy son 8 buques de guerra, 1200 misiles y un submarino nuclear los que apuntan a Venezuela. Entre los barcos, un crucero de misiles guiados USS Lake Erie. El número de efectivos militares es incierto. Las informaciones hablan de alrededor de 4500, entre ellos 2000 marines, cuyas funciones habituales no incluyen las operaciones antidrogas.
El pasado 2 de septiembre, EEUU difundió un video de dudosa veracidad donde su impresionante flota habría acabado a golpe de misil con una pequeña lancha supuestamente cargada con narcóticos y donde viajarían 11 venezolanos. De ser cierto este acto de piratería, resulta cuando menos curioso que semejante despliegue naval, en desproporcionada asimetría respecto a la lancha, rompiera el procedimiento habitual en estos casos. En lugar de abordar la embarcación, confiscar su supuesta mercancía, detener a los supuestos narcos y presentarlos como pruebas, decide reducir la barquita, misil mediante, a la nada existencial. Días después, Trump dirá que en total fueron tres las embarcaciones destruidas frente a Venezuela, con un segundo ataque “en la zona de responsabilidad del Comando Sur” que habría acabado con 3 “narcoterroristas venezolanos”. Washington sigue sin ofrecer más datos sobre estos presuntos hechos.
Lo que sí es veraz es que el 13 de septiembre, un barco destructor misilístico y 18 marines con armas largas asaltaron ilegalmente un buque pesquero venezolano, tripulado por nueve pescadores de atún en aguas del Caribe pertenecientes a la Zona Económica Exclusiva venezolana. Cual piratas, asaltaron y retuvieron incomunicados durante 8 horas a los pescadores. Un evidente acto de provocación “para fabricar pretextos de aventuras bélicas”, afirmó el comunicado de Cancillería.
La argucia mediática para justificar ante el mundo esta escalada criminal que viola todos los acuerdos del derecho internacional es tratar de vincular al gobierno de Venezuela con el negocio del narco. La narrativa es vieja y se pone en marcha cada vez que los intereses del gran capital afilan su maquinaria bélica para arrasar las instituciones soberanas y la resistencia popular de países y territorios con el fin de apoderarse de sus recursos. Armas de destrucción masiva, programa nuclear, bombas atómicas, yihadismo, terrorismo, narcotráfico… Para cada realidad se fabrica una vitrina. La infección de las conciencias se diseña milimétricamente en los laboratorios de guerra neocortical. Agotadas las otras opciones, el relato ficción precede al ataque militar. En el caso de Venezuela consiste en hacer creíble la fábula que coloca al gobierno venezolano como la cabeza del fulano “Cartel de los Soles”.
Quienes verdaderamente poseen armas de destrucción masiva, quienes tiraron dos bombas nucleares una vez ganada la Segunda Guerra Mundial, quienes se lucran del negocio de la industria armamentística, quienes alimentaron y formaron a los talibanes, quienes riegan el mundo de terrorismo y terror de Estado, quienes controlan y administran la distribución del narcotráfico, quienes inyectan sus beneficios en las cloacas del capital financiero, se permiten el lujo de inventar armas o bombas nucleares donde no las hay y se permiten el lujo de inventar un relato sobre Venezuela que desmiente sus propios datos y los propios datos de las decadentes organizaciones del derecho internacional nacidas con la creación del orden mundial de posguerra.
Nuevas informaciones suman gravedad al escenario de crisis en el Caribe. El sábado 13 de septiembre Trinidad y Tobago respalda el despliegue naval e informa de una supuesta operación donde habría incautado un barco procedente de Venezuela con 268 kg de marihuana. El domingo 14, aviones de combate F-35 del Cuerpo de Marines de Estados Unidos aterrizan en Puerto Rico. El martes 17, con 33 votos a favor y 20 en contra, el Senado colombiano «declara políticamente al denominado ‘Cartel de los Soles’ como una organización criminal transnacional, vinculada al narcotráfico, al lavado de activos y al financiamiento de grupos terroristas». Semanas atrás, el presidente Petro aseguró que «no existe» el Cartel de los Soles, «es la excusa ficticia de la extrema derecha para derribar gobiernos que no les obedecen».
El esfuerzo de las autoridades venezolanas para desmantelar a los grupos traficantes de drogas es continuo. En lo que va de año el gobierno ha incautado más de 60 toneladas de narcóticos. Precisamente, la madrugada del lunes 15 se incautaron 3.680 kilogramos de cocaína en el Estado Falcón provenientes de la Guajira colombiana, la misma ruta de la Operación Gedeón en 2020. Venezuela denuncia este intento como una operación de falsa bandera para enmarcarlo en la actual agresión. En este contexto, los grandes medios internacionales cacarean al unísono la misma narrativa. Legitiman los ataques dando credibilidad al relato del narcoterrorismo en Venezuela y se esfuerzan por equiparar a Trump y a Maduro bajo la lógica de una escalada de tensión fomentada por la locura de los dos mandatarios, ocultando el carácter ilegal, ilegítimo e imperialista del despliegue.
Circula por las redes un video del Comandante Chávez que adelanta esta realidad haciendo un paralelismo con la invasión a Panamá de 1989. “La nación más agresora en la historia de la humanidad. Se atrevieron a lanzar dos bombas atómicas sobre ciudades indefensas. Han invadido Panamá, bombardearon y mataron a miles, quemaron un barrio entero para llevarse a Noriega, y allá está preso el que era presidente de Panamá”. El Comandante continúa, afirmando que existe una operación diseñada años atrás por el Pentágono. “Hace varios años me lo dijo alguien: `te van a terminar acusando a ti de narcotraficante… Te van a tratar de aplicar la fórmula Noriega´. Es uno de los planes que se ha venido desarrollando en EEUU. Están buscando la manera de que se asocie a Chávez directamente con el narcotráfico, y luego cualquier cosa es válida contra un narcotraficante que es presidente. Un viaje a cualquier país del mundo y llegó un comando y se lo llevó”. La voz de Chávez canta desde otros paisajes, pero el proceso bolivariano que él impulsó sigue en pie y su aviso profético se cierne sobre el presidente Nicolás. Los medios hegemónicos secundan el relato que sitúa a Venezuela como “epicentro del narcoterrorismo”.
La hipocresía gringa sigue empujando el techo de la historia. Estados Unidos es el mayor consumidor de drogas del planeta. Uno de cada cuatro estadounidenses es dependiente de algún estupefaciente. Alrededor de 100.000 personas mueren al año por sobredosis, el 80% por fentanilo, la droga sintética de los pobres. Washington conoce al dedillo las rutas de la droga. La cocaína se siembra fundamentalmente en Bolivia, Perú y Colombia y la ruta hacia el norte no pasa por aguas del Caribe. El 87% de la droga que ingresa en Estados Unidos pasa por el Pacífico. Las rutas principales de salida son México, Centroamérica y Ecuador, no Venezuela. El pensador venezolano Luis Britto García cuestiona que el potencial estadounidense no sea capaz de localizar y poner un pare a esas rutas. ¿O acaso no interesa? “El ex agente de la CIA Edward Snowden en su libro Vigilancia Permanente testimonia que Ira Hunt, el director de tecnología de la CIA, declaró desembozadamente que `Tenemos prácticamente a nuestro alcance la posibilidad de procesar toda la información generada por el ser humano´. La vigilancia satelital permite a Google Earth examinar en tiempo real todo metro cuadrado de la superficie terrestre. Resultaría muy casual que los únicos exentos de esta supervigilancia fueran los narcos o sus cómplices en el gobierno y el sistema financiero estadounidense”1.
El periodista de investigación Seth Harp, en su libro El cártel de Fort Bragg, revela la participación en el narcotráfico de unidades de élite de las fuerzas especiales estadounidenses entrenadas en Fort Bragg, como la famosa Fuerza Delta, encargada de operaciones secretas y encubiertas. “La mayor parte del narcotráfico y la producción de drogas era llevada a cabo por caudillos militares, jefes de policía y comandantes de milicias pagados por Estados Unidos en una estructura corrupta”, asegura Harp2.
La famosa Administración para el Control de Drogas, la DEA, que supuestamente combate el tráfico y consumo de Drogas en EEUU, es, como señalan tantos investigadores, el organismo encargado de administrar el narcotráfico; despejar rutas, negociar con redes criminales, gobiernos y cuerpos de seguridad y asegurar la entrada de la droga a EEUU. Para las clases dominantes no representa un suicidio social sino pingües beneficios. El crimen organizado se inserta de manera estructural en instituciones políticas y financieras del gigante del norte. Según informes de la propia DEA, EEUU es el principal centro del lavado y blanqueo de capitales del crimen organizado internacional del narcotráfico. ¿Cuál es el verdadero narcoestado? “Los narcóticos se trafican en tierra, aire y mar mediante un complejo sistema que comprende financiamiento bancario, apoyo de las policías que deberían combatirlo, complicidad del gobierno y redes de distribución omnipresentes que surten a los consumidores”, afirma Britto.
Un informe de la ONU señala que Venezuela no produce drogas, estando libre de cultivos, laboratorios y lavado de dinero del narco. Los propios informes de la DEA arrojan que Venezuela está fuera de las rutas del narcotráfico. Ninguno de sus informes señala a Venezuela como productor ni distribuidor de narcóticos. Ninguno de sus informes se refiere al `Cartel de los Soles´.3 ¿Será que sencillamente no existe?
Venezuela es un país en guerra desde hace más de dos décadas. Guerra económica, multidimensional, híbrida, cognitiva, de cuarta generación, neocortical… muchas son las categorías que tratan de dar cuenta de la combinación de múltiples formas de ataque criminal contra este pueblo. Sin embargo, este momento es inédito. En los 25 años de Revolución bolivariana, jamás se ha visto tan cerca la posibilidad real de un ataque militar. No es casual ni responde a un mero capricho de Trump. En su guerra contra China y los BRICS, EEUU necesita controlar las mayores reservas petroleras del planeta y no ve la manera de apoderarse de los inmensos recursos de Venezuela. Ensayó casi todas las opciones para derribar al gobierno y acabar con el proceso popular. Derrotada y desgastada la oposición terrorista liderada por María Corina y superados los peores momentos de la guerra económica, ambos, gobierno y proceso viven un momento de fortaleza y rearticulación. Sumando a esto el desmedido crimen contra la humanidad que representa el genocidio en Palestina, no es absurdo pensar en la posibilidad real de una intervención. Desconocemos la intención real de EEUU. Un retorno inmediato de los buques brindaría una nueva victoria moral y política a Venezuela. Un ataque militar directo necesita de mucha más fuerza militar y podría comprometer a otras fuerzas geopolíticas, en una posible escalada regional y mundial que EEUU debe estar midiendo. Todo indica que esta crisis en el Caribe durará meses. Pero ¿quién paga el enorme despliegue? El costo de mantener frente a Venezuela a cada uno de los destructores y sus efectivos militares se estima en alrededor de 8 millones de dólares mensuales.
En el referido video, Chávez continúa: “Fidel me dijo `mira Chávez, si a ti o a mí nos pasa eso, que nos invadan, lo último que podemos hacer es lo que hizo Saddam, meterse en un hueco. Hay que morir peleando Chávez, ahí en la primera línea de batalla”. La amenaza imperial activó las alarmas en Venezuela. “Ante la máxima presión militar, nosotros hemos declarado la máxima preparación para la defensa de Venezuela”, afirmó el Presidente Nicolás. El imperialismo euro-estadounidense amenaza lo más preciado de este suelo, eso que costó tanta sangre y sacrificio. No es poca cosa lo que está en liza. La soberanía, el proyecto socialista y las esperanzas de la humanidad. El pueblo venezolano se prepara para lo que venga.
Estado Trujillo, Venezuela, 17 de septiembre de 2025
Notas:
1 Luis Britto García, Todo lo que usted quería saber sobre el bloqueo pero no se atrevía a preguntar.
2 Ver Democracy Now, 14 de agosto de 2025.
3 Ver Misión Verdad, Entre confesiones y omisiones de la DEA: EE.UU. es un narcoestado, 22 agosto 2025
Vocesenlucha – Comunicación Popular
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