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El gobierno represor de Noboa y la camisa de fuerza del FMI

Fuentes: Diario Red

Noboa no cede porque sería traicionarse a sí mismo. Significaría escuchar a un pueblo que no conoce para romper con la oligarquía que representa.

La movilización que recorre la Sierra ecuatoriana es una manifestación del cansancio acumulado ante un poder que, en lugar de escuchar, acelera un modelo que castiga hacia abajo y paga hacia arriba. La gente sale a las calles porque percibe que Noboa gobierna “para sí”: en lo micro, sus negocios; y en lo macro, a favor de los agroexportadores -sector en el que también participa-, de los tenedores de deuda y de los organismos financieros.

En lo evidente, el paro no es una molestia aislada; por el contrario, viene sumando inconformidades y es expresión urgente del deterioro de la vida en el país. El rechazo y la crisis del neoliberalismo se parece a la crisis del capital, cada vez suceden con mayor frecuencia. En octubre de 2019, cuando Lenín Moreno intentó eliminar los subsidios a los combustibles por acuerdo con el FMI, el país vivió las mayores protestas de los últimos años. Tres años después, en junio de 2022, con Guillermo Lasso, un nuevo paro nacional volvió a poner en las calles las demandas contra el alza del costo de vida. Y ahora en octubre de 2025, Daniel Noboa empuja la fase más autoritaria del mismo programa: militarizó las calles, amplió zonas mineras de manera inconstitucional, incumple el mandato popular sobre la explotación del Parque Nacional Yasuní, busca flexibilidad laboral, babea por el arbitraje internacional que perjudica al país, subió el IVA del 12% al 15%, eliminó el subsidio al diésel y se niega a retroceder o dialogar, pese a los asesinatos en manos de los militares que él mismo envió, cuyos nombres habitarán la historia del país para siempre: Efraín Fuérez, José Alberto Guamán y Rosa Elena Paqui Seraquive.

En concreto, ese “no ceder” no debe ser leído como un accidente ni un malabarismo oligárquico, tampoco una laguna mental en la que él frecuenta y suele ser televisada; es en términos generales, parte de la arquitectura financiera que sostiene a las élites nacionales como satélites de los grandes grupos económicos internacionales. El gobierno se encerró -a propósito- en la camisa de fuerza del FMI, que desemboca literalmente en la muerte de ciudadanos. En un régimen neoliberal y autoritario, este resultado es visto como una “externalidad” esperable, y la condición que establece la posibilidad de evitarla es romper con el programa que la genera. No obstante, para Noboa dar ese paso implicaría traicionar su identidad de clase y su proyecto de acumulación. Ello demuestra que conoce el poder -no por virtud-, pero no conoce la política; no reconoce al pueblo como sujeto político y, por lo tanto, reprime porque no convence. Domina con armas y sin oídos.

En ese tenor, cabe recordar a Gramsci en Cuadernos de la cárcel (1975) cuando indica que la política solo existe cuando un pueblo se reconoce como voluntad colectiva, cuando se organiza moral e intelectualmente para dirigir su propio destino. El poder del pueblo no se impone por la fuerza, sino porque logra que su visión del mundo se vuelva sentido común; porque conquista la dirección ética e intelectual de la sociedad. Sin ese vínculo, la hegemonía se disuelve y solo queda la coerción; es decir, el poder deja de ser pueblo y lo reduce a objeto de administración o de miedo; deviene represión como sustituto del consenso. Por ello, no hay que olvidar que toda represión engendra una nueva voluntad colectiva, un nuevo bloque histórico dispuesto a disputar la hegemonía y a reabrir la dirección de la historia.

Para relatar la imposición, se podría decir que el libreto Noboa-FMI comienza en abril de 2024 con la recaudación regresiva para que paguen todos -sobre todo quienes menos tienen-, en un país donde aumenta el desempleo mientras las remesas sostienen el consumo. Segundo, desmontar subsidios. Tercero, achicar el Estado por la vía del austericidio: fusiones ministeriales, despido de miles de servidores y subejecución de la inversión pública en plena ausencia estatal. Y cuarto, privatizar a partir de la crisis eléctrica: dada la inversión insuficiente y el mantenimiento deficiente desde Moreno, el país firmó contratos de emergencia con barcazas de generación eléctrica para solventar los racionamientos en 2024. El elefante en la habitación es el modelo que enferma al Estado para luego venderle la “cura” mediante apropiación y, trágicamente, la familia Noboa tiene experiencia en ello[1].

Entonces ¿Por qué no cede Noboa? Porque su posición política y modelo de acumulación depende de blindar ese programa con una nueva Constitución. Por ello camina a una consulta popular que tendrá lugar el 16 de noviembre de 2025, donde busca reescribir todas las reglas del juego para sostener el neoliberalismo autoritario. Ahora, ¿Es posible creer en la consulta popular cuando nunca se aclararon las anomalías del proceso del 13 de abril y cuando en la contienda Noboa hizo campaña otorgando bonos con recursos públicos?[2] Son cuestionamientos básicos: sin árbitro confiable frente a élites apátridas, ¿Quién gana y quién pierde?

Los que viven y avizoran esa descomposición están en las calles, precisamente en territorios donde según los resultados del Consejo Nacional Electoral Noboa habría ganado. En Imbabura, epicentro del paro nacional -Daniel Noboa obtuvo 52,81% frente a 47,19% de Luisa González-, el gobierno utilizó todo el aparato de guerra para reprimir. En esa provincia asesinaron a Efraín y a José. En Azuay, donde Noboa obtuvo 62,71% y González 37,29%, la multitudinaria marcha por el agua expuso el hartazgo ciudadano hacia este modelo. En el cantón Girón, donde el páramo amenazado se convirtió en símbolo de defensa territorial, Noboa alcanzó 74,04% frente a 25,96% de González. En Quito, las protestas también resonaron con fuerza: ahí Noboa alcanzó 68,63% y González 31,37%. También en Carchi, 61,07% contra 38,93%; y en Saraguro-Loja: 65,69% frente a 34,31%, donde el 15 de octubre asesinaron a Rosa Elena Paqui Seraquive, adulta mayor que según varios testimonios ni siquiera participaba de las protestas. Ese mapa de movilización muestra que, si los resultados fueron legítimos, el voto en ningún momento supuso adhesión.

La palanca externa que ordena ese tablero y legitima desde afuera es el FMI. En ese sentido, el Medio Comunitario Wambra reconstruyó los desembolsos[3]: el acuerdo de mayo de 2024 por 4.000 millones aprobó transferencia de 1.000 millones en junio; otros 500 millones llegaron el 24 de diciembre; y 600 millones adicionales tras la elección presidencial de abril de 2025. En julio de 2025, el Directorio aprobó aumentar el programa a 5.000 millones y un nuevo desembolso de 600 millones, tras elogiar “criterios cuantitativos cumplidos” y “reformas estructurales”. En otras palabras, sin programa no hay plata y sin plata no puede continuar el modelo de acumulación subprimarizante de Noboa. La articulación funciona en tanto las condiciones que impone el FMI son también búsquedas oligárquicas: reducir déficit fiscal, asegurar pago de deuda, impuestos regresivos, recortes y contrarreformas laborales y del Estado, entre otras. 

La contradicción germina otra pregunta ¿Dónde está el dinero si hay subejecución presupuestaria y se viven recurrentes crisis, incluso apagones? ¿En Panamá? Aunque parezca una broma de “mal gusto”, en agosto de 2025 el SRI eliminó a Panamá de la lista de paraísos fiscales, habilitando una puerta para la fuga de capitales de funcionarios del Estado, quienes por ley, no pueden poseer bienes en dichas jurisdicciones. No sorprende a nadie que los últimos tres presidentes-protagonistas de la crisis tengan cuentas off-shore en Panamá; Lasso incluso tiene un banco. A la par, horneaban otro postre: la empresa familiar del presidente redujo en seis meses una deuda tributaria histórica -USD 98 millones aproximadamente- hasta prácticamente cero, bajo mecanismos de remisión y arreglos a la carta[4]. Tal es la injusticia que los migrantes sostienen con remesas una economía que los expulsó, y el IVA al 15% garantiza que el dinero entrante pague el ajuste eludido por los grandes capitales. El país que en un momento repatrió a migrantes[5], ahora es territorio de dolores para quienes lo viven, dentro y fuera de él.

Queda el miedo, ¿Qué viene después? Si ya subieron el IVA y eliminaron el subsidios, la secuencia natural del ajuste apunta al salario básico, jubilaciones, tarifas eléctricas y más “eficiencia” por despidos. Esa es la hoja de ruta del FMI y frente a ello, la calle deviene democracia y soberanía, sobre todo, donde “ganó” el oficialismo en las actas. Resulta importante entender que el orden puede existir sin justicia y sin ésta, no puede haber paz.  

A diferencia de Moreno que traicionó al pueblo; Noboa es fiel a su clase y a su proyecto. Por eso no cede. Pero la política -la de verdad- se abre paso cuando el pueblo se vuelve cuerpo en marcha y horizonte ético. Ese es el punto ciego de un presidente que conoce el poder, pero no la política.


[1] https://wambra.ec/rey-del-banano-grupo-noboa-intereses-en-el-estado/

[2] https://www.diario-red.com/articulo/ecuador/noboa-fraude-total/20250419045602046050.html

[3] https://wambra.ec/subsidio-diesel-otro-condicionamientos-fmi-ecuador/

[4] https://gk.city/2025/10/07/como-se-desvancio-deuda-exportadora-bananera-noboa-sri/

[5] https://www.oas.org/es/sedi/ddse/documentos/mide/taller_migrantes/3.%20Holguin%20-%20plan%20bienvenidos%20a%20casa%20-%20Ecuador.pdf#:~:text=%E2%80%9CVOLVER%20A%20CASA%E2%80%9D%20Busca%20facilitar%20el%20derecho,medidas%20de%20ayuda%20a%20la%20reinserci%C3%B3n%20socio%2Dlaboral

Fuente: https://www.diario-red.com/articulo/ecuador/que-daniel-noboa-habla-reprime/20251017193439056450.html

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