Asia occidental se erige hoy en día como una de las encrucijadas más decisivas del sistema comercial mundial. Tan central —si no más— que Asia central, este corredor no solo es crucial por sus vastas reservas de hidrocarburos, sino también indispensable para el futuro mismo del comercio mundial. Reconociendo esto, Estados Unidos, la Unión Europea y China se esfuerzan por profundizar su influencia estratégica en la región.
En 2015 Pekín y Bagdad firmaron una alianza en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), sentando las bases para una amplia cooperación en energía, electricidad, infraestructura y telecomunicaciones. Desde entonces, las empresas chinas se han convertido en un elemento central de la reconstrucción posbélica de Irak.
En la región de Basora contratistas chinos impulsan importantes proyectos de servicios públicos, incluyendo una central eléctrica de 300 megavatios (MW) integrada con una nueva planta de desalinización y la continua expansión de la central de ciclo combinado de Shatt al-Basora, que añadirá 650 MW a la red eléctrica.
Desde terminales de petróleo y gas natural licuado (GNL) hasta plantas de tratamiento de agua, aeropuertos, escuelas y ahora autopistas, las empresas chinas se están integrando en el tejido económico iraquí. En consecuencia, los lazos diplomáticos se han elevado al nivel de una asociación estratégica.
Con la repentina reactivación del Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC), largamente estancado, Irak y Turquía respondieron rápidamente impulsando su propio Proyecto de Carreteras de Desarrollo (PRD), un corredor al que China ha mostrado un firme apoyo. Las autoridades chinas ven una fuerte sinergia entre el PRD y la BRI, concibiéndolos como modelos colaborativos y mutuamente beneficiosos de diplomacia de infraestructuras.
El presidente chino Xi Jinping ha alentado abiertamente a las empresas chinas a buscar alianzas con Irak y explorar la integración del PRD en el marco de la BRI, en particular a través de su Corredor Medio. El primer ministro iraquí, Mohammed Shia al-Sudani, comparte esta opinión, afirmando que ambos proyectos pueden converger en un canal estratégico unificado.
China no abandonará la Ruta del Desarrollo
¿Es entonces el DRP un rival o un complemento de la BRI de Pekín? No se opone ni se duplica. La BRI busca revitalizar el comercio euroasiático mediante el establecimiento de nuevas conexiones de infraestructura intercontinentales. Si bien el transporte de mercancías ya se realiza desde los puertos orientales de China hasta Europa occidental a través de los ferrocarriles de Asia Central, la BRI abarca múltiples alternativas.
Una de estas vías se centra en conectar las repúblicas de Asia central con el Corredor Medio a través de Pakistán. Sin embargo, esto no se produce a expensas del DRP. Al contrario, Pekín parece no estar dispuesto a abandonar un corredor del Golfo Pérsico a Europa que refuerza su profundidad estratégica.
El DRP ofrece una conexión viable con el Corredor Medio de la BRI a través de Turquía. Según el Ministerio de Transporte de Turquía, el Corredor Zangezur, a través de Azerbaiyán, permite el tránsito de mercancías desde el Mar Caspio hasta el puerto de Bakú y directamente a territorio turco. Esta integración facilita un puente terrestre crucial entre Asia oriental y Europa.
Más aún, el DRP podría ofrecer al transporte marítimo chino una alternativa al Mar Rojo y el Canal de Suez. Una ruta marítima a través del Golfo Pérsico hasta el puerto iraquí de Faw, seguida de ferrocarril y carretera hasta Europa, reduce no solo el tiempo y el coste, sino también la exposición geopolítica. Sin embargo, la plena aceptación del proyecto por parte de China dependerá no solo de las ganancias comerciales, sino también de los riesgos políticos y logísticos que conlleva.
Irak: Un mercado clave de 47 millones de habitantes, además de su riqueza petrolera
Irak sigue siendo uno de los países más ricos en hidrocarburos de Asia occidental. Es un importante proveedor de energía y un mercado clave con más de 47 millones de habitantes. Estratégicamente se encuentra en la intersección de corredores comerciales claves de este a oeste y de norte a sur. Geográficamente es un puente vital que une Asia y Europa con los centros de poder de Asia occidental: Arabia Saudí, Irán, los demás estados del Golfo y Turquía.
A pesar de esta centralidad, Irak cuenta con tan solo 50 kilómetros de costa. El puerto de aguas profundas de Gran Faw, ubicado aquí, es el principal canal de comunicación entre Bagdad y el comercio mundial. A través de ella, el petróleo iraquí atraviesa el Golfo Pérsico, rodea la Península Arábiga, atraviesa el Mar Rojo y el Canal de Suez y desemboca en el Mediterráneo. Esta arteria marítima es vulnerable, ya que depende de la paz regional y de vínculos estables con los estados que controlan las aguas circundantes.
En un entorno comercial global donde Irán está cada vez más excluido, la importancia geopolítica de Irak no ha hecho más que crecer. Las potencias regionales están reevaluando sus posiciones a medida que se reconfiguran las rutas comerciales.
La geografía de Irak ofrece un enorme valor logístico, pero su inestabilidad económica y de seguridad siguen sin resolverse. El DRP, con un presupuesto de entre 17.000 y 20.000 millones de dólares, es la apuesta de Bagdad para convertir la geografía estratégica en energía sostenible. El proyecto, que abarca tres fases, se extiende desde el puerto de Grand Faw en el sur, a través de Karbala, Bagdad y Mosul, y luego a Turquía a través del cruce de Faysh Khabur-Ovakoy.
Su infraestructura básica incluirá 1.200 kilómetros de vías férreas y autopistas. Eso restaurará la prosperidad e importancia política que Irak disfrutó hasta antes de la alevosa invasión estadounidense.
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