1 Se desconoce el paradero de más de tres millones de electores que el 2006 sufragaron por Chávez y el 2 de diciembre no comparecieron por las urnas. 2 Se rumora que una cifra importante de ellos fue desviada por la autopista de la desinformación mediática hacia el pantano de la confusión. Colaboraron en el […]
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Se desconoce el paradero de más de tres millones de electores que el 2006 sufragaron por Chávez y el 2 de diciembre no comparecieron por las urnas.
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Se rumora que una cifra importante de ellos fue desviada por la autopista de la desinformación mediática hacia el pantano de la confusión. Colaboraron en el despiste las autoridades de telecomunicaciones, que no impusieron correctivos legales. No impidieron el extravío los medios de servicio público, comunitarios o alternativos, encargados de la señalización del rumbo correcto, los cuales prefirieron informar que no era adecuado el que el adversario indicaba. Urge una Misión que rescate la aplicación de las leyes y otra que implante una política comunicacional efectiva.
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Por las trochas del desabastecimiento se rumora que burda de electores cayó del camino real del entusiasmo al barranco de la desgana. El zanjón del acaparamiento impune se tragó a muchos que agotaron recursos y paciencia sin conseguir leche para sus niños. Cavaron la sepultura los buhoneros que iban a ser beneficiados con seguridad social por la Reforma y prefirieron hacer mercado negro con los productos subsidiados. Rellenaron la fosa las autoridades encargadas de castigar la especulación para proteger al consumidor, que más bien protegieron la especulación para castigar al consumidor. Para rescatarlos se precisa una política alimentaria que ponga a dieta los monopolios del hambre.
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Se sospecha que nutrido contingente de electores quedó extraviado en los laberintos de una burocracia inexpugnable. Sin control del gasto no se cumplen metas. La abstención resultó de una administración que se abstuvo de producir resultados. Si el Estado no favoreció la Reforma, hay que favorecer la Reforma del Estado.
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Observadores reportan numerosos electores retenidos en el callejón de la inseguridad. Salir de casa no es fácil cuando no se sabe si se va a regresar a ella. Cuando el malandro anda libre el honrado está preso. El callejón de la inseguridad desemboca por la complicidad policíaca y la corrupción judicial en la autopista de la impunidad, una de las arterias de más alta circulación del país, donde siempre circulan en todas direcciones sin respetar fiscales ni señales ni límites de velocidad ni de carga capitales lavados, golpistas, promotores de casinos, diputados, traficantes de divisas, , propietarios de medios, paracos, cobradores de vacuna, traficantes de drogas, cobradores de comisiones, traficantes de influencias, inversionistas, fariseos, gestores de pasaportes, sicarios, plagiarios de guiones, corruptores de menores y privatizadores de las aguas. Hasta que tales conductas no tengan consecuencias, no tiene el abstencionista que valorar las consecuencias de su conducta.
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Sostienen moralistas que más de un elector potencial tropezó en las piedras del mal ejemplo, que abundan. Numerosos votantes juzgaron que no podía conducir al socialismo un camino empedrado con garitos, camionetas hummer, becas para operarse las lolas, maletines con dólares, botellas de whisky de 18 años y demás signos ostentosos de riqueza no trabajada. Harían bien prendiéndoles candela, a ver si dan luz al sendero, en mis noches sin fortuna, iluminando mi cielo, como un rayito claro de luna.
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Afirman estrategas que los partidos son los ejércitos de la política, y que no se entra en batalla tras disolver el que se tiene y antes de reunir el que se espera tener. Urge reclutar uno indisoluble.
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Sostienen pensadores que la ideología es el cerebro del cuerpo político, y que sin cerebro claro no hay actos precisos.
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Añaden Casandras agoreras que gran contingente de votantes se extravió en el desierto del rechazo al socialismo. No debe ser así, pues ningún abstencionista ha sido localizado tratando de pagar por la educación o el cuidado de la salud gratuitos; reclamando cancelar el verdadero precio de los alimentos subsidiados o intentando satisfacer intereses indexados, como deberían hacerlo si en verdad aborrecieran las medidas socialistas. Nadie ha visto empresario intentando devolver créditos blandos, latifundista pagando préstamos agrarios condonados, sifrino restituyendo automóvil popular, motorizado rechazando moto comprada con crédito solidario y mucho menos sin techo rehusando recibir vivienda adjudicada. Tampoco se ha descubierto papi retirando a su hijito de universidad pública porque le impiden pagar matrícula, ni titulares de concesiones del espacio radioeléctrico otorgadas gratuitamente por la República devolviendo sus licencias. El voto contra el socialismo expresado mediante estos instrumentos sinceros fue fijado estadísticamente en la cifra de 0,0%, con error probable de 0.
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El colegio de Siquiatras, Sicólogos y Sicoanalistas certifica que numerosos electores potenciales quedaron atrapados en el tremedal del masoquismo, que cuenta con víctimas innumerables. Entre ellas se cuentan todos los trabajadores que ahora están obligados a trabajar dos horas diarias más por no haber votado por la jornada de seis horas; los jóvenes que tendrán que esperar hasta la desesperanza porque sus colegas no se movilizaron para sufragar por el derecho al voto a los 16 años; todos los trabajadores sin patronos que carecerán de seguridad social por no haberse tomado la molestia de salir a votar por ella. Testigos presenciales dan fe de que las víctimas entonaban «Miénteme más, que me hace tu maldad feliz», el himno de los viciosos del padecimiento y demás teleadictos. Por compasión cristiana se suplica no denunciar su paradero, por temor de la venganza de todos los demás enzanjonados por su culpa, por su culpa, por su grandísima culpa.
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Si este elector se perdiere, como suele suceder, ruego a quien me lo encontrare, me lo sepa devolver. Y si no sabe mi nombre, aquí lo voy a poner: me llamo Poder del Pueblo, el verdadero Poder.