Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Juan Vivanco y revisado por Manuel Talens
La semana pasada leí en Le Figaro [1] la entrevista con un portavoz del presidente de Irán en la que estos temas se abordaban al revés que en el artículo de l’Humanité [2] y se situaban en un contexto.
Yo podría firmar la entrevista, el análisis que se hace en ella del papel de Estados Unidos, Israel y los europeos, podría firmarlo todo, todo salvo la referencia al Holocausto.
La pretensión iraní de dotarse de tecnología nuclear, totalmente legítima, la denuncia de la propaganda «virtuosa» y mendaz de los occidentales, en particular de los europeos, el doble rasero frente a Israel, que ya es una potencia nuclear amenazadora… todo el análisis era justo y estaba hecho de un modo digno y mesurado, incluso cuando se refería a Israel.
Para empezar, en ningún momento se proponía acabar con los judíos israelíes; lo que se afirmaba con rotundidad (y yo lo suscribo) es que el RÉGIMEN israelí tiene que desaparecer. Además, el ministro y la mayoría de los árabes dicen: si realmente existió el Holocausto, ¿por qué nos lo hacen pagar a nosotros, que no tenemos la culpa? También esto lo suscribo.
Mi desacuerdo surge cuando el entrevistado añadía: al parecer, entre ustedes hay historiadores serios que dicen que tal cosa no ocurrió, y les tapan la boca.
Creo que efectivamente existe una banda de neonazis europeos y africanos, ultras de tendencia «antiimperialista», que se han introducido en el mundo árabe e iraní y aprovechan la indignación legítima de Oriente Próximo para difundir tesis negacionistas, que allí encuentran, y es comprensible, un terreno abonado. Roger Garaudy y el equipo que le rodea representó durante años este papel, y han tomado el relevo. Es un pequeño grupúsculo contra el que he luchado sin descanso, que aprovechándose de los excesos de la propaganda occidental a favor de Israel y la indignación legítima de los pueblos de Oriente Próximo, procura exculpar al imperialismo con los judíos como cabeza de turco. Ellos tendrían la culpa de todo, si Estados Unidos hace lo que hace es porque los judíos dirigen el país. Este grupo, con la ayuda de traductores, se interesa por todos aquellos que tienen muchos lectores en internet, como James Petras, por ejemplo, explotando los roces personales entre Petras y Chomsky, y consiguen que difundan tesis inmundas en forma de preguntas, que se cuelan imperceptiblemente… En Francia una reciente víctima, o un adepto, como se quiera, es Dieudonné.
No creo, por lo tanto, que una vez más haya que atribuir a Irán algo que procede de Europa y a veces se enseñorea de los sitios progresistas, pese a la vigilancia de los moderadores.
Creo que el asunto de las caricaturas de Mahoma, provocado por un periódico de extrema derecha con toda la intención, forma parte del mismo plan. Se trata de crear por doquier las condiciones para un choque de civilizaciones, como quieren los imperialistas. La respuesta de Teherán, organizar un concurso de caricaturas como réplica, no es muy inteligente, pero cuando estábamos en guerra larvada contra Alemania entre 1870 y 1914 no hacíamos otra cosa contra el boche [3].
He conocido los manejos de este grupúsculo neonazi en Cuba, en Venezuela, y siempre he pensado que algunos pertenecían al Mossad y otros eran maniáticos de la judeofobia. Sus principales enemigos son los judíos progresistas, como Chomsky o los de la UJFP [Unión Judía Francesa Progresista], que son antisionistas y luchan contra Israel.
¿La solución? Creo que hay que entablar diálogo con Teherán. Ese artículo de l’Humanité es estúpido, porque aísla del contexto y lleva derechito a la trampa del choque de civilizaciones, lo mismo que fueron miopes en su día las reacciones de algunos laicos ante las caricaturas de Mahoma y la ira de los musulmanes. Hay que hacer todos los esfuerzos posibles por establecer el diálogo.
Yo soy de origen judío y he tenido la experiencia personal de la realidad del nazismo en mi familia, de modo que cuando leo tesis negacionistas llegadas de Teherán no me hacen ninguna gracia (por decirlo suavemente), como tampoco me la hace leer, procedentes de Estados Unidos, unas tesis según las cuales son los judíos quienes dirigen el imperialismo. En ellas reconozco las tesis nazis. Pero no atribuyo a Oriente Próximo, a unos pueblos víctimas, el origen de estas mamarrachadas que a veces rayan en la idiotez (como un tipo que me aseguraba que Rockefeller era judío, cuando resulta que es protestante, como muchos grandes capitalistas); hay algunos sitios donde se han infiltrado y es a ellos a quienes hay que señalar y denunciar por su contribución al «choque de civilizaciones», por su deformación del sentido real del imperialismo.
Pero también hay que tener en cuenta que el origen de todo es el imperialismo usamericano y su perro de presa israelí, ellos son los causantes de todo este horror, como yo le decía hace poco a un israelí que defendía Israel y su política: el martirio de los judíos ha tenido tres grandes momentos.
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La invención del mito del pueblo deicida, la crucifixión de Jesús y la traición de Judas, por parte de San Pablo y Constantino el Grande.
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Las teorías nazis de Rosenberg.
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La creación de Israel.
Personalmente me siento judía de circunstancias y comunista de compromiso, por lo que puedo relativizar los efectos de la judeofobia. No me afectan ni más ni menos que la islamofobia, el racismo contra los negros o cualquier otro racismo. Lucho contra todos los racismos sin hacer hincapié en ninguno, porque eso choca con mi noción de humanidad UNA e indivisible, pero también porque sé que esa desviación de la ira legítima de los pueblos es una manera de hacer que recaigan en las víctimas los golpes que deberían recibir los auténticos verdugos.
Por lo tanto critico este artículo de l’Humanité que no mantiene la postura propia de los comunistas, la de Politzer cuando les gritaba a los nazis del pelotón de fusilamiento: «Imbécil, es por ti por quien muero». Y que luchan hasta el final por la paz y el diálogo entre las víctimas. Un artículo como éste, que pasa por alto el hecho de que mañana Irán puede sufrir una invasión o incluso un ataque nuclear por pretender ser dueño de sus recursos, por reclamar el derecho legítimo de las naciones a la autodeterminación, es una imbecilidad política.
No se trata de aceptarlo todo en nombre de la amenaza, sino de ayudar al pueblo iraní en su lucha desmontando todas las propagandas occidentales que pueden perjudicarle, incluidas las sospechosas propagandas de los neonazis «proárabes» o «proiraníes».
Notas
[1] Le Figaro, 28 de agosto de 2006. Entrevista con Motjaba Rahmandousi, consejero del presidente de Irán. Realizada en Teherán por Delphine Minouh.
[2] Téhéran se vautre dans le négationnisme, http://new.humanite.fr/journal/2006-09-04/2006-09-04-836032
[3] Boche, apelativo insultante que se le daba a los alemanes en Francia. Está en desuso y hoy día prácticamente sólo lo utilizan las personas que vivieron la experiencia de la ocupación nazi. (N. del T.)
Fuente: http://bellaciao.org/fr/article.php3?id_article=33503
Juan Vivanco y Manuel Talens son miembros de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft y se puede reproducir libremente, a condición de mencionar a la autora, al traductor y la fuente.