A pesar de que el libre mercado es un modelo hipotético y que realmente todos los mercados están regulados en mayor o en menor medida por acuerdos colectivos (Chang, 2012), el argumento en favor de la explotación capitalista apela al supuesto de que la aplicación de un conjunto de “estrategias de libre mercado” constituye el motor que impulsa el desarrollo socioeconómico. Este postulado ideológico asume que, aunque la libertad de mercado absoluta nunca llegue a alcanzarse, la ausencia de políticas de libre mercado en el funcionamiento de una economía provocaría al empobrecimiento de un país.
En los últimos años se ha puesto de moda la costumbre de tratar de cuantificarlo todo, incluso conceptos tan abstractos como la “libertad”. Bajo esta premisa se esgrime como evidencia que los países que poseen los mejores puntajes en los índices de libertad económica son los más prósperos. Sin embargo, un análisis con lupa de las metodologías que se emplean para calcular los índices revela cuán sesgadas e intencionales son estas variables.