El pasado 7 de diciembre de 2008 el analista político mexicano Alfredo Jalife-Rahme publicó una columna en el diario La Jornada que tituló «Bajo la lupa: Las guerras de Obama, Ambrose Evans-Pritchard y Robert Gates«. Dicho texto fue luego difundido en Rebelión el 15 de diciembre. La columna de Alfredo Jalife-Rahme provocó una réplica en […]
El pasado 7 de diciembre de 2008 el analista político mexicano Alfredo Jalife-Rahme publicó una columna en el diario La Jornada que tituló «Bajo la lupa: Las guerras de Obama, Ambrose Evans-Pritchard y Robert Gates«. Dicho texto fue luego difundido en Rebelión el 15 de diciembre. La columna de Alfredo Jalife-Rahme provocó una réplica en forma de carta abierta a La Jornada, que apareció el 18 de diciembre escrita y firmada por un grupo de mexicanos, con el título de «Contra el antisemitismo» y bajo la responsabilidad de Alejandro Frank y Olivia Gall. Hoy, Rebelión y Tlaxcala publican una réplica a dicha réplica, esta vez firmada por el profesor Fernando Sánchez Cuadros, colaborador de Argenpress, Rebelión y Tlaxcala.
Resulta lamentable y repulsivo el intento de descalificación de uno de los analistas más lúcidos en temas de geopolítica que tenga México por parte de un grupo de intelectuales secundado por ciudadanos de origen judío. Los firmantes del comunicado se refieren al artículo de Alfredo Jalife-Rahme «Las guerras de Obama, Ambrose Evans-Pritchard y Robert Gates». Aun cuando se discrepase de la conclusión del Sr. Jalife acerca de la participación de los servicios de inteligencia de Israel en los ataques terroristas en Mombay, pasar de un desacuerdo a la acusación de antisemitismo supone una brecha que los firmantes del comunicado publicado en La Jornada el 17 de diciembre no han reparado con la necesaria serenidad. Peor aún si se ejerce el poder de la legitimidad y autoridad moral de muchos intelectuales para forzar a La Jornada a que separe de sus comentaristas a Alfredo Jalife-Rahme. Este es un acto de intolerancia muy lamentable e inadmisible, que sería deseable que La Jornada apreciara como tal.
Cabría preguntar a los firmantes que refieren el caso de la Sra. Norma Shvarzblat Rabinovich, una de las víctimas, mexicana, de los atentado para «exigir» a Alfredo Jalife que pida disculpas a sus familiares, si no consideraron que la muerte de cuatro jóvenes mexicanos a manos del ejército colombiano en territorio ecuatoriano merecía una exigencia de aclaración y disculpas a todos aquellos periodistas y políticos, incluidos representantes en el Congreso de la Unión, por las insinuaciones de terroristas con las que se pretendió justificar el acto de violación del derecho internacional de parte del gobierno de Álvaro Uribe; de lo contrario podría concluirse que se usa el dolor de una madre para dramatizar en aras de otros fines. En todo caso Alfredo Jalife jamás ofendió a las víctimas de los atentados, antes bien, intentó encontrar responsables de tan abominable crimen. Si el Mossad, con un largo y tenebroso historial de terrorismo y conspiraciones en contra de otros estados, está o no involucrado en las acciones desplegadas en Mombay será un hecho que se irá esclareciendo, lo que resulta inadmisible es que sin análisis de por medio se lancen acusaciones y descalificaciones que aparentan desconocer los entretelones del accionar del lobby judío en diversas partes del mundo a favor del estado de Israel y no siempre de los intereses de las respectivas naciones de sus miembros.
Lo que los firmantes del desplegado llaman «ridículas especulaciones» tienen asidero en diversos análisis que se llevan a cabo en ámbitos académicos y por reputados analistas políticos y de la economía y las relaciones internacionales, varios de ellos de origen judío y ciudadanos israelíes. No son novedad alguna los acuerdos y acciones conjuntas desplegados por los gobiernos de Estados Unidos y de Israel en diversos puntos del planeta, incluida América Latina, como ocurre en el caso del Plan Colombia. En la «crítica al antisemitismo» los firmantes soslayan las denuncias y protestas en el propio Israel contra las acciones del gobierno Likud-Laborista al cual se han aliado los sectores más recalcitrantes del fundamentalismo sionista, que ponen de manifiesto la crisis y la corrupción en el gobierno israelí y su clase gobernante.
En los reclamos de «defensa del pueblo judío» que hacen los firmantes del desplegado no aparece ningún comentario ni mínima reflexión acerca de las atrocidades que comete el gobierno de Israel contra el pueblo palestino. Lo que se observa es una acción arrogante que presupone que el derecho del pueblo judío es superior al de los palestinos y musulmanes en general, a quienes se ha impuesto el estigma de terroristas sin hacer distingos entre las agrupaciones de esa naturaleza y los árabes y musulmanes que desean liberar a sus pueblos de la dominación y que, al igual que los israelíes, esperan vivir en paz en sus territorios, libres de amagos e invasiones.
Por lo demás, recurrir a un estigma es, por decir lo menos, una vergüenza en manos de personas inteligentes y conocedoras de la historia cuando se soslaya la crítica al fundamentalismo sionista que se ha apoderado del estado de Israel y la denigran como antisemita. La barbarie nazi no debe ser olvidada jamás, pero quienes la emulan día a día son quienes se apoderan de tierras, casas y bienes de palestinos para construir asentamientos en los que se ubican inmigrados de otras nacionalidades, usando para ello ejércitos con helicópteros artillados, bulldozers y tanques frente a civiles a los que además impiden el acceso al agua y otros recursos, son quienes construyen muros ignominiosos y quienes usan el poder de sus ejércitos para destruir la bases materiales de la vida cotidiana de otro pueblo en nombre de una venganza histórica disfrazada de autodefensa, que si alguna legitimidad tuviera está mal direccionada.
Esta réplica en Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=6628&lg=es