Cada vez que salgo de casa encuentro al menos un motivo para no hacerlo y quedarme recluido en mi estudio. La gente se comporta como pollos sin cabeza y todos van en dirección contraria menos yo. Parece que este mundo ya no es el mío, no es que cualquier tiempo pasado fuera mejor sino que […]
Cada vez que salgo de casa encuentro al menos un motivo para no hacerlo y quedarme recluido en mi estudio. La gente se comporta como pollos sin cabeza y todos van en dirección contraria menos yo. Parece que este mundo ya no es el mío, no es que cualquier tiempo pasado fuera mejor sino que el presente ha desbarrado en demasía y ha abrazado mucho más fuerte a la estupidez que no es lo mismo. Este mundo es más divertido que el mío pero también más jodido para quienes intentamos ser coherentes, lo cual no significa vivir del pasado porque, sin ir más lejos, en mi caso, he desmontado las fantasías que me alimentaban desde hace décadas, procedentes del pensamiento izquierdista mal entendido por blando y falso. Antes aún, había suprimido de mi cabeza la influencia religiosa, todo dentro de lo que cabe cuando de pequeño te han lavado el cerebro con leyendas y supersticiones.
Pero es que tampoco puede uno estar consigo mismo en su casa. Intento trabajar en mi nuevo libro pero suena el teléfono y es una señora letrada de un fondo de inversión en quien Orange ha delegado para que persiga a supuestos morosos. Llevan años acosándome con que le debo 190 euros a Orange, me han apuntado ya dos veces en la lista negra de morosos, primero Movistar y ahora Orange. Me escriben cartas para que haya acuerdo amistoso y ahora la letrada me amenaza con un procedimiento de embargo.
Estuve en Orange y me di de baja y lo comuniqué una y otra vez pero ignoraban mi aviso sistemáticamente y seguían pasando recibos. El servicio fue deficiente. Hace unos diez años, llegué a un acuerdo con Movistar para incorporar un dispositivo a mi ordenador portátil y así «tendrá usted internet allá donde esté Movistar» por treinta euros al mes, me dijo la vendedora. Excelente, porque entonces yo vivía en una zona rural, aislado, sin Red. Viajé a México y tanto en el aeropuerto del DF como en otras zonas supuse que podría conectar porque allí estaba Movistar. Pero a mi regreso a España me querían cobrar unos miles de euros. No figuraba por ninguna parte en mis papeles ni la vendedora me dijo que sólo podía conectar con Movistar en España y yo frené en el banco el atropello en forma de recibo. Y, hala, a la lista negra. ¡Qué miedo! Me han hecho un favor porque las listas negras llevan a que consuma menos aún de lo que ya consumo y, como sigan así, sus inquisidoras listas negras serán en realidad negras pero para ellos que se convertirán en cazadores cazados.
Tras el acoso de Orange procuro seguir trabajando y de nuevo suena el teléfono. Ahora es una señorita de la empresa I+D Energía que me anima a tirar a la basura la bombona de butano y sustituirla por placas solares. La Junta de Andalucía subvenciona la instalación y las mensualidades, ¿qué clase de libre mercado es éste? Subvención estatal para que compremos coches y contaminemos y ahora subvención para que contaminemos menos con la energía solar, es decir, el PP-PSOE actuando de pirómanos y de bomberos a un tiempo. Para este viaje no necesito alforjas, se nacionalizan todas las empresas estratégicas y en paz aunque no haya paz porque entonces entramos en una guerra que ni Podemos quiere porque ya se ha arrugado ante el Poder.
La energía solar me la cobran a 33 euros al mes pero la señorita se niega a decirme durante cuántos meses porque de eso me hablará otra persona en una visita a casa. Mientras termino de hablar por el teléfono fijo con I+D Energía, suena un mensaje sms en mi móvil. Cuando cuelgo veo quién es: Movistar, me tiene en lista negra pero me acosa con mensajes -otro más- para que compre nuevos cacharritos. ¿No estoy en la lista negra? ¡Pues váyanse al carajo y déjenme en paz, a ver si puedo seguir corrigiendo mi último libro y leyendo otros textos!
Tampoco en casa puedo abstraerme de este mundo atosigador. Como me encuentro ya desconcentrado abro mi cuenta de correos. Un colega ha elaborado una crítica de otro libro mío que acaba de salir al mercado: Crisis del sistema, crisis del periodismo. La ha publicado en una web profesional muy consultada. Le ha gustado, dice que mi libro está bien pero que a veces es radical y utiliza este concepto para descalificar como lo puede hacer cualquier ciudadano común. Mi crítico es periodista y profesor de universidad y mi reflexión es: primero, muchas gracias porque al menos se ve que ha leído mi texto con cierto detenimiento aunque no se haya enterado bien de qué va. Pero, si adopta el mismo discurso que el de la opinión publicada, entonces, ¿en qué se diferencia un periodista y un profesor de universidad -que tienen la obligación de no fiarse de nadie y ser críticos o al menos ecuánimes- del señor que me arregla los grifos cuando se estropean? Tal vez el fontanero posea más criterio propio y eso sería grave para el desarrollo del conocimiento y de la formación de los jóvenes.
Los medios de comunicación ofrecen un debate de la nación deprimente. Sí, mucha corrupción pero mi decepción no es por eso sino por el discurso simplón de Izquierda Unida, siempre a la sombra de un PSOE que lleva 33 años al frente de Andalucía y la tiene en la cola del paro de las zonas europeas con casi un 35% de desempleados. Llamazares, Cayo Lara y ahora Garzón, repiten en Las Cortes lo que un tiempo antes ha dicho el PSOE, la gente no sabe distinguir ya entre tanta tribu de izquierdas y encima no te diferencias del partido del GAL y de los ERE fraudulentos.
Garzón, ¿cómo te va a dar el gobierno la lista de los defraudadores a Hacienda para que veas a los compañeros de Rodrigo Rato si es una medida que ha tomado casi subterránea para hacer caja pactando con elementos que sostienen al sistema al que el gobierno representa?, ¿y si quiere hacer caja otra vez con esos delincuentes o la quieres hacer tú, cómo lo vas a lograr si ahora filtras nombres a una opinión pública que está ahí para sentir no para pensar ni saber demasiado?, ¿por qué repites lo que afirma un Pedro Sánchez, líder del PSOE y de la poca formación cultural, cuyo partido también hizo algo parecido a lo que ha hecho el PP? ¿No ves que Sánchez lo está diciendo para la galería porque sabe que no se va a hacer pública la lista porque si se hiciera probablemente veríamos a gente de su partido? Ya que estás tan sensato, retomando un poquito la teoría de las dos orillas, Garzón, ¿por qué no dejas clara tu diferencia ante la opinión pública en los segundos que te ponen los micros por delante? ¿Tienes diferencia?
¿Cómo se puede hacer uno objetor de este sistema? ¿Dónde está el organismo que tome nota de mi nombre y me libre de la estupidez?, ¿tendré que apuntarme a una comunidad Amish de ésas para lograrlo? No, exagero sin duda, quiero quedarme aquí, es todo tan divertido, gracias a lo digital puedo incluso publicar textos como éste donde cito empresas con sus nombres y eso no lo editarían en ningún medio «tradicional» para proteger a los fuertes y hacerse así cómplices de sus trapicheos porque los fuertes son los dueños de los medios «tradicionales» y ya veremos si en el futuro también de los digitales. Vale, me quedo. Pero, por favor, no jodan tanto.
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