En el verano de 1940 tuvo lugar la ocupación de Francia por parte del III Reich, prolongada durante cuatro años; parte de la biografía del filósofo marxista Georges Politzer (1903-1942), autor de Principios elementales de filosofía –su influyente obra póstuma-, se inserta en este contexto; torturado y ejecutado durante la ocupación, militares nazis habían detenido al también psicólogo en 1942; Politzer murió en la fortaleza francesa de Mont Valérien; participó en las luchas de la resistencia y fundó dos publicaciones de ideario antifascista.
En las décadas anteriores, 1919, se implicó en las revueltas populares de Hungría, razón por la que tuvo que exiliarse a Viena (conoció al psicoanalista Sigmund Freud); impartió clases de Filosofía, escribió Crítica de los fundamentos de la Psicología y, a principios de los años 30, estuvo entre los promotores de la Universidad Obrera de París, donde ejerció como profesor de Materialismo Dialéctico.
La editorial valenciana Sembra Llibres publicó en marzo de 2020 Principis elementals de Filosofía (primera edición en lengua catalana); el texto de 200 páginas recoge las lecciones que recopilaron sus alumnos de la Universidad Obrera, “un proyecto educativo que pretendía explicar a los trabajadores los conceptos necesarios para comprender la sociedad”, destaca la presentación de Sembra. La traducción del libro corre a cargo del profesor y músico Joan Palomares.
Militante comunista, Politzer sostenía que la filosofía materialista está en la base del marxismo: el objetivo es aportar una explicación científica a los problemas del mundo; ya antes de Marx y Engels se desarrollaron otras filosofías del materialismo, pero en el siglo XIX –en paralelo a los avances científicos-, los dos revolucionarios renovaron las formas “viejas” y “nos dieron el materialismo moderno que se llama materialismo dialéctico”.
No es el materialismo dialectico, por tanto, el resultado de una especulación individual y que surge del vacío: cuenta con unos antecedentes y una historia previa que a su vez desarrolla; en Principis elementals de Filosofía se apuntan los precedentes de Diderot y los enciclopedistas del siglo XVIII, y el materialismo de la antigüedad de Grecia, el inglés y el francés.
Politzer da cuenta de las pretensiones de falsificación que despliega el adversario; “se trata de levantar contra el marxismo a los autores socialistas del periodo premarxista (anteriores a Marx). Es así como se utiliza muy a menudo a los ‘utopistas’ contra Marx. Otros utilizan a Proudhon; otros se inspiran en los revisionistas de antes de 1914 (refutados magistralmente por Lenin)”.
Entre las diferentes campañas de desprestigio, el autor subraya el silenciamiento impulsado por la burguesía, particularmente en Francia; de hecho, en la enseñanza secundaria era posible que los alumnos estudiaran Filosofía sin aprender que existía una filosofía materialista producida por Marx y Engels (desarrollada por Lenin).
El filósofo y profesor marxista defiende que la lucha de clases es el motor de la Historia; los seres humanos actúan porque tienen ideas, y estas provienen de “su existencia material”; según afirma en Els principis, “bajo las ideas se hallan las clases”, en las que se divide una sociedad y –entre ellas- dos en las que reside la lucha principal: la burguesía y el proletariado.
Ocurrió asimismo en Grecia (esclavos y amos), y en la Edad Media (siervos y señores); Politzer remarca –en este contexto- la importancia de las condiciones económicas, que incluyen la estructura de la producción; de la circulación, el reparto, el consumo de bienes y la manera de producir (la técnica); así, el autor reproduce las siguientes palabras de Engels:
“Burguesía y proletariado se habrían formado, uno y otro, como una consecuencia de la transformación de las condiciones económicas, más exactamente del modo de producción”.
El intelectual y psicólogo de formación conoció en París al filósofo francés Henry Lefebvre: participaron en la fundación de la revista Philosophies; al margen de las academias oficiales, Politzer concluyó que la Historia es obra de los seres humanos, que la acción histórica “está determinada por su voluntad (la de las personas)” y asimismo que las ideas “son el reflejo de las condiciones sociales en las que (los seres humanos) viven”.
La reflexión se completa con la idea de ser social según Marx; así, el ser social está determinado por las condiciones de existencia material (las condiciones materiales de vida), lo que conduce a diferentes maneras de pensar; en términos sencillos, “tomar el metro para un pobre, para un desempleado, es un lujo, y para un rico que ha tenido coche es una prueba de decadencia”.
Pero el concepto de clase social trasciende la riqueza y la pobreza, ya que lo decisivo es la función social; Georges Politzer concreta la afirmación con el siguiente ejemplo: “Un proletario puede ganar más que un burgués, y no por eso es menos proletario, porque depende de un patrón y su vida no está asegurada ni es independiente”.
El autor estudia en el ensayo las filosofías idealista y materialista (origen, argumentos y consecuencias); también del agnosticismo, el método “metafísico”, la dialéctica, las leyes de la acción recíproca, la contradicción y el progreso por saltos, entre otras materias.
Aplicado el método de análisis dialéctico a una novela o un cuento, no sólo tendría que considerar las influencias literarias y el contenido; también son aspectos relevantes la clase social de los personajes, las formas de producción en el tiempo que transcurre la obra; la ideología del autor o por qué se ha escrito el libro en un momento dado.
En cuanto a la Historia, se explica en Principis elementals de Filosofia, implica cambio en las sociedades humanas (“la Historia cambia continuamente”). ¿De qué modo podrían explicarse los conflictos bélicos?, se pregunta Politzer:
“La guerra explicada por un cardenal es un castigo de Dios. Es la respuesta idealista, porque explica los acontecimientos por Dios. Es explicar la historia por el espíritu (…); Hitler, en el Mein Kampf, nos dice que la historia es la obra de la providencia (…)”.
Sin embargo, rebate Engels, “los hombres construyen su historia, sea cual sea el rumbo que esta adopte”.
Tal vez el razonamiento podría concluir con la relación entre el método de análisis dialéctico y el concepto de cambio: “Hace falta que tratemos de ver en nuestros estudios, en nuestra vida militante y personal, las cosas en su movimiento, en su cambio y no en el estado estático, inmóvil; verlas y estudiarlas también desde todos sus aspectos y no de una manera unilateral”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.