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Brecht, teatro y pandemia

Al teatro porque sí

Fuentes: Rebelión

“Si duráramos eternamente todo cambiaría.

Pero como somos mortales

muchas cosas quedan iguales”

El dramaturgo alemán Bertolt Brecht nos ofrece estas líneas y como es su costumbre se actualizan una y otra vez como tantos de sus escritos. En cada momento, en cada día, bien vale traerlo al presente y jugar porque el mundo se nos presenta con un sinfín de interrogantes que se dan cita, se abren paso en un cotidiano teatral que no es el habitual. Frente al contexto de pandemia, el globo todo, o ese mundo que conocemos se ha quedado sin teatro trayendo consigo un desequilibrio de lo que hasta ahora sabíamos, entendíamos o interpretábamos como presente teatral.

Uno de los puntos terriblemente incómodos en la tarea actoral es la falta de urgencia escénica. Podemos decir quizás que, frente al necesario distanciamiento social, asistimos no a la ausencia de la misma sino a su trasformación. Quienes actuamos sabemos lo radical de la palabra urgencia. Nos hemos formado para soportarla, para vivirla y hacerla nuestra, para que rija, al fin de cuentas, nuestras acciones. Que todo actor o actriz ha entrado a escena por algo. Que lo tiene que llevar a cabo de una forma u otra y que tiene un tiempo para cumplir sus objetivos. La urgencia, que sucede nada menos que en el aquí y ahora, y que, de no cumplirse, estaremos frente una sucesión de minutos diletantes en donde, supuestamente, no pasará mucho. Y tal vez pueda que sea así. Al modificarse este elemento tan necesario como decisivo, nuestro personaje no tiene más que interpretar velozmente este giro en la historia y actuar, es decir accionar en otras direcciones dado que la urgencia que lo motivaba ha cambiado. Tanto en el escenario como en la vida seguramente.

Acordando que la acción escénica es toda conducta voluntaria y consciente tendiente a un fin determinado, podemos inferir que el fin que nos convocaba, es decir nuestro objetivo, requiere de nuestros más acabados esfuerzos para cumplirlo. ¿Y cómo saber cuál es el paso siguiente para dar? El correcto, ese que hace el juego escénico corra, crezca. ¿Y cómo saber cuál es el momento de darle un cierre si la urgencia escénica ya no es tal cuál la concebimos? ¿Es acaso el mismo objetivo o se ha transformado con el curso de los acontecimientos? Es aquí en donde a los saltos tenemos que volver a Brecht, para acceder a la posibilidad de prestar atención no al desenlace de los acontecimientos sino a cómo es que estos acontecimientos van a ser expuestos por nosotros, los personajes.

Dice Brecht, “La ilusión del teatro ha de ser parcial, de modo que siempre puede ser reconocida como ilusión. A pesar de toda su plenitud, la realidad ha de estar transformada por el arte, para que se reconozca y se trate como algo que deber ser cambiado. Y esta es la razón de nuestra exigencia actual de naturalidad: deseamos cambiar la naturaleza de nuestra convivencia.” (B.B. Sobre una dramática no aristotélica)

Nos preguntamos si es posible hacer este cuestionamiento en la actualidad. Cuando los personajes no están en escena. Hoy, que intentamos sortear los obstáculos más inverosímiles para seguir en un como sí que subsane la ausencia del teatro como tal. Las afirmaciones de Brecht se presentan no solo es posibles sino imprescindibles. En tiempos en donde el arte del teatro a través de sus hacedores busca nuevas escisiones para la acción, más que nunca debemos abrir nuestros sentidos dispuestos a buscar las múltiples formas en mostrar, querer, hacer, visibilizar ¿la realidad?

Es que el teatro no es uno solo. ¿Podemos volver iguales? ¿Pisar los espacios de la escena y las veredas iguales?  No habría lugar a esto último desde nuestros deseos más llanos, y sin embargo nos arrastra la nostalgia de volver a lo natural dado, y sabiendo a conciencia que no es posible, porque quienes actuamos, no seremos los mismos. Volveremos transformados, nos gusta creer. ¿Y qué se ha trasformado? Quisiéramos de alguna manera una anticipación de nuestras acciones y descubrir que otros caminos se abren delante nuestro. Que no será un retomar, sino un transformar aquello que pudiéramos, quisiéramos, deseáramos no ya desde hace días sino desde mucho tiempo atrás. ¿Es posible acaso en tiempos de incertidumbre cuestionar nuestro teatro y sus formas de producirlo? ¿Cuestionar la urgencia y las acciones cometidas? ¡Ah! Ese conflicto que todo lo mueve nos es tan natural. Porque sin conflicto no hay teatro, se oye en cada esquina. Y ahora, la cuestión es que la esquina nos quedó lejana. Nos encontramos distanciados de nuestras propias creencias escénicas y nos volcamos a tratar de remontarlas de alguna manera. Quienes actuamos, luchamos permanentemente contra todo aquello que se nos opone.

En este sentido, Brecht nos invita a pensar que los sucesos son de una manera y sin embargo pueden ser de otra. Que nosotros, los personajes, podríamos actuar así, pero también existen alternativas. Esta apertura de posibilidades amén de ser un trastorno a la hora de crear, nos invita a foguear una creatividad en otros tonos, a los que quizás difícilmente llegaríamos de otra manera. Lo que aquí interesa y mueve al teatro, y de allí su motor enorme, sucede cuando la diversidad de alternativas, la riqueza creativa se hace presente en la vida cotidiana y nos llama a preguntarnos, a cuestionar aquello que antes asumimos como natural. Si, amamos los conflictos y las urgencias, porque de allí parte en gran medida la existencia de nuestros personajes.  Y Brecht sugiere a quienes actuamos que conviene una representación de sucesos que no permita anticipar lo que ha de suceder con seguridad, sino que anticipe lo que quizás suceda. Ahora que nuestra urgencia escénica ha cambiado, se ha resignificado, es otra, podemos correr algunas de nuestras afirmaciones teatrales y de las otras y contenerlas dentro unos grandes y dedicados signos de interrogación. Bastaría con hacer la prueba y comprobar que:

“En un mar de aves en el cielo,

Ninguna queda por detrás,

Me lo contaron cierto día

Y fue cuando comencé a dudar.

Apúrate Catalina, no te quedes atrás

No esperes, no mires, pues así nunca has de llegar.

Pero si encuentras un buen motivo para sentarte

Y ya por fin descansar,

Tomar vuelo nuevamente será fácil Catalina,

Bastará con intentar.

¡Ay Catalina! ¿A dónde vas?

Hay en la pregunta unas respuestas que se puede hallar.”

(Fragmento de “Llegar a vuelo de pájaro, de Julieta Grinspan)

*Julieta Grinspan- Actriz y titiritera. Directora. Profesora de teatro. Integrante del Área de teatro y de la Secretaría de Investigaciones del Centro cultural Floreal Gorini. Integrante de El Nudo, compañía teatral. Trabaja sobre las formulaciones de teatro épico y el cuerpo en escena desde el año 2003.