Sobre las propuestas de regulación económica de nuevo tipo, desde el interés de los trabajadores y el pueblo, de Paul Boccara y Carlo Vercellone y sus puntos de contacto. En esta revista, hemos insistido en que el capitalismo está sumido en una profunda crisis sistémica, producto de la acción de las propias leyes que lo […]
Sobre las propuestas de regulación económica de nuevo tipo, desde el interés de los trabajadores y el pueblo, de Paul Boccara y Carlo Vercellone y sus puntos de contacto.
En esta revista, hemos insistido en que el capitalismo está sumido en una profunda crisis sistémica, producto de la acción de las propias leyes que lo rigen , expresadas como tendencias inmanentes, por lo que se requeriría de una nueva regulación económica de carácter social cualitativamente más elevado, que sea coherente con el nuevo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, como alternativa desde el campo de los trabajadores y demás sectores populares, para suplantar gradualmente la regulación que prioriza la rentabilidad financiera, en última instancia basada en la tasa de ganancia del capital invertido.
Entre las propuestas que considero originales al respecto, puedo citar las de dos conocidos economistas de formación marxista: Paul Boccara, francés, historiador, economista y Carlo Vercellone, italiano, economista. Ambos viven y trabajan como investigadores en Francia.
Sobre Boccara hemos publicado en esta revista algunos de sus trabajos y también artículos míos basados en sus propuestas. A su vez, Vercellone estuvo hace unos días por Buenos Aires dictando conferencias y difundiendo sus ideas, lo que nos dio la oportunidad de ahondar en lo que ya conocíamos a través de sus escritos.
Es interesante encontrar que hay puntos de contacto entre los auspiciosos esfuerzos de estos investigadores para encontrar propuestas superadoras de la crisis, desde el campo del interés objetivo de los trabajadores y demás sectores populares.
Repasaremos a continuación, muy sintéticamente, cuales son las ideas fuerza de sus propuestas, que ambos desarrollan asumiendo que el capitalismo ha llegado a una etapa generalizada de concentración y centralización monopolista, en cada vez menos manos, del capital industrial, comercial, agrario y financiero, de su hegemonía por el capital financiero, en particular el especulativo y de su globalización a escala mundial. También acuerdan en que la regulación capitalista basada fundamentalmente en la apropiación privada de la riqueza socialmente producida y su rentabilización mediante la tasa de ganancia, como primordial objetivo económico, han producido las sucesivas crisis que muestra la historia y, particularmente, la profunda crisis estructural, de tendencia permanente y sistémica, en la que estamos inmersos a nivel mundial. Partiendo de allí han elaborado distintas propuestas alternativas.
Paul Boccara:
Pone el acento en que, en el contexto descrito, hay actualmente una segunda revolución histórica de las fuerzas productivas en el capitalismo, luego de la Revolución Industrial iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII, y que denomina Revolución Informacional, según la cual lo distintivo es que: las funciones del cerebro humano son gradualmente reemplazadas por la máquina (computadora); la información pasa a ser lo predominante en la producción humana; las inversiones en investigación predominan en los costos de funcionamiento del capital; hay un acceso masivo a la información, al conocimiento y a la comunicación; se requiere objetivamente de una formación creciente y constante de la fuerza de trabajo para incorporar el potencial de las nuevas fuerzas productivas.
En el contexto de la regulación capitalista, la incorporación de la Revolución Informacional genera, como tendencia, una agudización de las contradicciones entre la regulación del sistema capitalista y la evolución de las nuevas fuerzas productivas, a saber: expulsión de fuerza de trabajo y su descalificación laboral, cuando lo que requieren las nuevas tecnologías es su formación constante y creciente; apropiación privada del conocimiento con fines de lucro, cuando la información, al poderse compartir indefinidamente, da las bases para compartir los enormes y crecientes costos de la investigación; como consecuencia de todo ello, agravamiento de la tendencia capitalista a la caída de la tasa de ganancia, a la sobreproducción para la demanda solvente y al exceso de capital invertido; con lo cual se recurre a enormes emisiones monetarias con el fin de rescatar de la quiebra al sistema financiero, que es la herramienta principal a la que recurre el sector monopolista del capitalismo para conseguir especulativamente renta financiera que contrarreste la tendencia a la caída de la tasa de ganancia en las inversiones en producción y circulación de bienes y servicios, lo que produce sucesivas explosiones de burbujas financieras y las consecuentes crisis. El sector monopolista del sistema capitalista caería así progresivamente en el parasitismo.
Boccara plantea entonces una regulación alternativa, desde el interés de los trabajadores y demás sectores populares, que va de la micro a la macro economía.
En la micro economía: A nivel de las empresas, en lugar de la tasa de ganancia, propone aplicar reguladores que denomina de «eficiencia social», que derivan básicamente de dos principales reguladores:
– «eficiencia social del capital»: consistente en aumentar la producción de valor agregado por unidad de capital total invertido.
– «eficiencia social del valor agregado»: consistente en aumentar, en el valor agregado, la parte que queda disponible para salarios, cargas sociales, gastos de formación del personal e impuestos para financiar al Estado.
Esto a su vez, vinculado con la institucionalización de sistemas permanentes de «empleo y formación», donde los trabajadores de todas las categorías estén, en permanencia, ora trabajando ora en formación, alternando periódicamente entre ambas actividades y percibiendo remuneraciones dignas y crecientes, independientemente de que estén en una u otra de esas actividades. Esto complementado con reducción gradual de la duración de la jornada de trabajo, a medida que aumente la productividad del trabajo.
Esta propuesta sale al cruce de dos problemas: Por un lado el acelerado desarrollo de las fuerzas productivas generado por la Revolución Informacional, no expulsaría así fuerza de trabajo a la desocupación y a su descalificación consecuente, sino que pasaría al sistema permanente de formación. Por otro lado la calificación permanente de la fuerza de trabajo satisfaría la necesidad objetiva de la revolución Informacional de que haya fuerza de trabajo cada vez más calificada para poder incorporar al proceso económico social el enorme potencial de la Revolución Informacional
En la macroeconomía: A nivel de los estados nacionales, regionales y a nivel mundial, propone utilizar la facilidad de emitir moneda, desde que se desvinculó de la relación con el oro, para financiar a los Estados nacionales y regionales, condicionando esto a que inviertan crecientemente en educación, salud, servicios sociales, financiación de emprendimientos generadores de mayor valor agregado y valor agregado disponible por unidad de capital invertido, e inversión creciente en sistemas de empleo y formación. Para ello, propone reemplazar al dólar como moneda mundial, mediante la creación de una nueva moneda mundial, basada en los Derechos Especiales de Giro del FMI, para lo cual se requeriría de una profunda democratización de esta institución (digamos además que esto ya ha sido formalmente planteado por China, Rusia y Brasil).
Carlo Vercellone:
Concibe que el actual nivel de desarrollo de las fuerzas productivas ha transformado al conocimiento y su difusión en la característica principal del sistema capitalista, al que denomina «Capitalismo Cognitivo». La principal generación de valor creado por la acción de la fuerza de trabajo humana, se concretaría así en conocimiento. A su vez, el acceso al conocimiento y su circulación, por fuera del ámbito de las empresas y administración pública, generaría a su vez nuevo conocimiento, es decir nuevo valor generado fuera del ámbito de las empresas.
Es por ello que el recurso creciente del capitalismo monopolista para captar renta a través de la actividad financiera sería en realidad la forma que tendría la oligarquía monopolista mundial de apropiarse de ese valor generado fuera del ámbito empresario. Diríamos que la monopolización de la economía transforma la posesión de medios de producción y circulación en un bien escaso y, como tal, le permite a la oligarquía monopolista la exigencia de percibir una renta por su uso, que es lo que percibiría como renta financiera; esto sería similar al caso de la monopolización de un bien escaso como la tierra por los terratenientes, que los coloca en la posición de reclamar una renta por permitir su explotación. En ambos casos, el acaparamiento de un bien escaso les permite redistribuir renta social en su favor, es decir valor agregado social con carácter de plusvalía social generada fuera del ámbito de las empresas y suplementaria de la que se genera dentro de las empresas y que se apropia como ganancia.
Pero si hay un valor creciente que los trabajadores generan fuera del ámbito empresario, por su participación en el acceso y circulación de conocimiento, generador así de nuevo conocimiento, los trabajadores tendrían derecho a percibir la parte similar al salario que perciben por el valor que generan dentro del ámbito de las empresas. Es por ello que Vercellone propone se institucionalice una renta mínima garantizada que deberían percibir universalmente los trabajadores, aparte del salario que reciben por su trabajo dentro del ámbito de la empresas.
Puntos de contacto entre las propuestas de Boccara y Vercellone:
La primera similitud que surge es que ambos consideran como rasgo principal del capitalismo de esta época la generación y circulación del conocimiento, o de la información. Boccara denomina esta etapa del capitalismo como de la «Revolución Informacional», mientras que Vercellone la denomina del «Capitalismo Cognitivo»
Ambos consideran que esto afecta la forma de generación de valor social típica de la etapa de la «Revolución Industrial», que se basada principalmente en el trabajo manual y dentro del ámbito de la empresa.
Ambos consideran que el capitalismo desarrolla crecientemente un componente parasitario: Boccara lo expresa explícitamente, al mostrar como los monopolios se resarcen crecientemente del problema de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia en la producción y circulación de bienes y servicios mediante la captación de renta financiera, crecientemente especulativa. Vercellone lo sugiere indirectamente, al señalar la captación, por parte de los Monopolios, de plusvalía generada fuera del ámbito de las empresas que producen bienes y servicios, aprovechandose para ello del acaparamiento de un bien escaso para acceder al mismo, que constituiría el propio capital monopolista.
Las propuestas de una «renta mínima garantizada» para todos los trabajadores, de Vercellone, y de un «sistema garantizado de empleo y formación» de Boccara, van al encuentro del problema de la desocupación estructural y creciente que genera en el capitalismo la inclusión de la nueva revolución en las fuerzas productivas, «sociedad del conocimiento» o «revolución informacional», en el contexto de una regulación capitalista basada en la tasa de ganancia.
Tanto Boccara como Vercellone consideran asimismo que las políticas neoliberales, destructoras de los avances del denominado Estado de Bienestar, como forma de intervención del Estado en lo económico-social, contradicen profundamente las necesidades objetivas de desarrollar los servicios esenciales para la reproducción de la fuerza de trabajo, particularmente en lo concerniente a la educación, requerimiento objetivamente básico de la «Revolución Informacional» o de la «Sociedad del Conocimiento».
Propuestas como las de Boccara y Vercellone se difunden en todo el mundo y deben encontrarse crecientemente con los nuevos métodos de lucha de los trabajadores y sectores populares, tales como el notable desarrollo de organizaciones sociales y culturales de carácter autogestionario, movimientos autoconvocados usando las redes sociales de Internet y otras formas de lucha que actualizan la vieja lucha de clases a las épocas modernas, utilizando en general la base tecnológica que ofrece la informática para las comunicaciones, el acceso a la información y el conocimiento, a niveles insospechados e ilimitados. Se trata de impulsar un acelerado desarrollo de la democracia participativa, directa y autogestionaria, superadora de las limitaciones de la democracia solo representativa, formal y delegataria. Hay que unir crecientemente estas formas de luchas con las históricas de sindicatos y partidos políticos de izquierda y progresistas de todo el mundo.
Propuestas y luchas hay. De lo que se trata es de impulsar su conjunción virtuosa para el interés de trabajadores y sectores populares, en busca de superar la crisis hacia una sociedad de carácter cada vez más social, democrático y por lo tanto justo.
Carlos Mendoza, ingeniero, especializado en temas de economía política, escritor, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.
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