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"Doctores de la alegría" ganó este año premios al mejor filme en dos festivales, como reconocimiento especial a su contenido, la experiencia de un grupo de actores brasileños que decidieron ser payasos de hospital, y no de circo.

Alegría en el templo del dolor

Fuentes: IPS

El documental mezcla entrevistas con los miembros del grupo y su actuación ante los niños enfermos, sus familiares y funcionarios del hospital, en 96 minutos de emoción inusual en ese tipo de filme. Es que se trata de la alegría de las payasadas en un ambiente de dolor, de pérdidas y morbidez. El mérito de […]

El documental mezcla entrevistas con los miembros del grupo y su actuación ante los niños enfermos, sus familiares y funcionarios del hospital, en 96 minutos de emoción inusual en ese tipo de filme. Es que se trata de la alegría de las payasadas en un ambiente de dolor, de pérdidas y morbidez.

El mérito de la directora y guionista Mara Mourao fue filmar de manera correcta, clara, sin exagerar el drama de los niños atravesando enfermedades en fase terminal o atados a tubos y aparatos de tratamiento. El equipo de filmación trató de mimetizarse, vistiéndose también como payasos, para no crear un ambiente artificial en los cuartos del hospital.

Los «Doctores de la Alegría» surgieron en 1991 a partir de un ejemplo estadounidense.

Su fundador, Wellington Nogueira, un ex profesor de inglés en la ciudad sureña de Sao Paulo, emigró a Estados Unidos poco más de 20 años atrás, decidido a hacerse un gran actor del teatro musical.

Algunos años después conoció el trabajo de Michael Christensen, director del Big Apple Circus, de Nueva York, que organizó y capacitó actores para ofrecer humor y alegría en los hospitales. Nogueira se incorporó al grupo, y el impacto de esa experiencia venció su resistencia a convertirse en payaso, un arte que «consideraba menor».

En 1990, Nogueira regresó a Sao Paulo para visitar a su padre gravemente enfermo. En el hospital, éste, orgulloso de su hijo, le hizo prometer una muestra de su trabajo para sus compañeros de hospitalización.

Pero esa noche una hemorragia cerebral puso en coma al padre. El mismo Nogueira relata en el filme que, mientras se maquillaba, pidió a Dios «poner en la cuenta del padre» el gesto de caridad que se aprestaba a practicar, presentándose en condiciones nuevas, sin la preparación adecuada.

El padre salió del estado de coma momentos después, y Nogueira se convenció de que era su misión implantar en Brasil la experiencia conocida en Nueva York. Fundó entonces los «Doctores de la alegría», una organización no gubernamental (ONG) mantenida por patrocinios y cuyo éxito se reflejó en una rápida expansión.

Actualmente son 37 actores que llevan humor a una docena de hospitales de Sao Paulo, Río de Janeiro y la nororiental Recife. Más de 350.000 pacientes ya disfrutaron de su asistencia, hecha de solidaridad y de risas, muchos de los cuales son niñas y niños con cáncer y otras enfermedades incurables.

En general, las actuaciones son en dúo, y con un paciente y su responsable como espectadores. Pero hay ocasiones en que se presentan en grupos mayores, contagiando de alegría a pacientes, enfermeras o a todo un sector del hospital.

No se debe confundir la experiencia inspiradora de Christensen con la de un médico estadounidense, cuya historia es contada en el filme «Patch Adams», dirigido por Tom Shadyac y protagonizado por el actor Robin Williams.

Adams era un médico que se convertía en payaso, por creer en el efecto terapéutico de la risa, mientras los «Doctores de la alegría» son payasos que se visten como médicos, aclara Nogueira.

Además del fundador, una veintena de actores destacan su descubrimiento de «la función social del arte» al conocer y sumarse al grupo, las peculiaridades del arte del payaso y la necesidad de absoluta sinceridad y transparencia en su actuación. La improvisación y la interacción son constantes en sus presentaciones.

La incorporación al grupo de una psicóloga, Morgana Masetti, inicialmente para asistir a los actores y ayudarlos a equilibrar sus emociones en medio de situaciones trágicas, permitió reflexiones más profundas sobre el papel y los fundamentos de la acción de los «doctores».

Nació entonces un libro, «Soluciones de payaso», y un Centro de Estudios y Desarrollo junto a la ONG, que sirve de consulta a numerosos investigadores sobre lo que ellos denominan «payasería» o «bestiología» (algo así como ciencia de la tontería). «Somos bestiologistas», se define Nogueira.

La cineasta Mourao también resultó seducida por la misión de los «doctores», se casó con Nogueira, y desde el inicio deseaba filmar la experiencia, aunque temiendo no retratar el espíritu de «generosidad» y la «dignidad» de la iniciativa.

Previamente, Mourao había hecho dos largometrajes de ficción, comedias ligeras, una de las cuales, «Avasalladoras», fue duramente condenada por la crítica.

Fueron 130 horas de filmación y 11 meses de montaje para llegar al producto final de «Doctores de la alegría», cuya exhibición comercial comenzó dos semanas atrás en Sao Paulo y el pasado fin de semana en Río de Janeiro.

Valió la pena. La obra ganó el premio al mejor filme en el Festival del Cine Brasileño de Nueva York de este año, y dos distinciones especiales, del jurado y del público, en el Festival de Gramado, ciudad del sur brasileño, en agosto.