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Sobre la última película de Oliver Stone

‘Alejandro Magno’: Al imperio no le gustan los emperadores

Fuentes: Rebelión

Una vez vista última película de Oliver Stone, no sorprende que la crítica norteamericana la haya masacrado. A pesar de ser una superproducción (se ha invertido 160 millones de dólares), de su elenco de actores (Val Kilmer, Colin Farrell y Angeline Jolie), y tras haberse estrenado después de la exitosa «Troya», el público estadounidense, haciéndose […]

Una vez vista última película de Oliver Stone, no sorprende que la crítica norteamericana la haya masacrado. A pesar de ser una superproducción (se ha invertido 160 millones de dólares), de su elenco de actores (Val Kilmer, Colin Farrell y Angeline Jolie), y tras haberse estrenado después de la exitosa «Troya», el público estadounidense, haciéndose eco de los medios de masas, han dado la espalda a esta obra.

Para que los lectores se hagan una idea, si habláramos de películas de romanos, Troya sería Ben Hur, y Alejandro sería Espartaco, eso sí, guardando las distancias. Por que aunque esta sea una buena película queda muy por detrás de la obra de Kubrik y Dalton Trumbo. También es verdad que Espartaco era un esclavo y Alejandro un emperador. Oliver Stone da su particular visión de Alejandro Magno como un defensor de la igualdad de razas y del mestizaje, no sabemos sí esto es muy histórico, o sí sus matrimonios y alianzas eran meramente estratégicas, pero esto seguro que no ha gustado en las salas americanas. Como tampoco ha gustado la bisexualidad explicita del protagonista (la película de Kubrik también sufrió la censura por el mismo motivo).

Pero, seguramente lo que menos ha gustado en el país natal de Oliver Stone, es la visión de Alejandro Magno entrando en Babilonia como libertador y aclamado por el pueblo persa, tampoco sé si eso ocurrió tal y como se cuenta en la película, pero desde luego todos sabemos que Bush no puede pasearse por las calles de Bagdag como seguramente hizo Alejandro. Y es que, como también recuerda José Luis Sampedro en su último libro «Los mongoles en Bagdag», con todo lo sanguinarios que eran Genghis Khan o Alejandro Magno, en ningún momento puede compararse estos con los últimos presidentes de EE.UU; a fin de cuentas, las disputas se resolvían en el campo de batalla y no se bombardeaban mercados, hospitales o escuelas como es norma en las conquistas del ejercito yanqui. Stone ha señalado sobre estos paralelismos que «Alejandro Magno unificó el Este y se quedó en el Este, mientras que ahora es el Oeste contra el Este. Él instauró la paz en una época de guerras continuas, pero los americanos lo ven ahora como un monstruo, como el personaje central de la novela de Conrad En el corazón de las tinieblas. Lo peor es que no hayamos podido aprender nada de tantos años de historia».

Además, en el ambiente, también, se palpa la venganza de la prensa y parte del público norteamericano contra Stone por haber rodado el documental sobre Fidel Castro, Comandante. «Ese documental está prohibido y, a raíz de ahí, he sido catalogado de amigo de Fidel«, afirma.

Sería un buen motivo para acudir a las salas de cine contrarrestar en la medida de lo posible este boicot pero, además, «Alejandro» son tres horas de buen cine en el que Oliver Stone imprime su barniz personal sobre un film histórico rodado a la manera de las grandes superproducciones de Hollywood.