“Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”1, diría el 15 de junio de 1867 el presidente mexicano Benito Juárez, de ascendencia indígena, en un discurso después de derrotar a Maximiliano de Habsburgo y a las tropas francesas que lo coronaron Emperador luego de que Napoleón III decidiera invadir México por razones crematísticas y además para aumentar la influencia de Francia en América y el mundo. Con esta frase Benito Juárez se elevaba por sobre las nubes, haciendo evidente lo enanas que eran las casas reales europeas de ayer y las élites del occidente colectivo de hoy.
Lamentablemente, este es solo un ejemplo del inmoral comportamiento de los occidentales a lo largo de los últimos siglos. Hace poco escribimos sobre el caso del Archipiélago de Chagos2, expoliado a la decolonizada República de Mauricio, hace tan solo 60 años, el cual es otro ejemplo del accionar europeo, en esta oportunidad a cargo del Imperio Británico, que con su filibusterismo, latrocinio y crueldad compitió con franceses, alemanes, holandeses, portugueses y otros que al final fueron superados y sojuzgados por uno de sus bastardos, el imperialismo estadounidense, que tiene entre sus haberes el haber esquilmado a México la mitad de su territorio y robado a las naciones indígenas muy buena parte del resto de su conformación geográfica, la cual pretende engordar, aún más hoy día, a costa de la apropiación de Groenlandia.
El comportamiento de los anglosajones y de occidente en general hasta el siglo XIX, impulsado por su codicia y enfermizo supremacismo fue terrible y, ha dejado un saldo impresionante de muerte, robo y falsedad. Lo cual superarían con creces el siglo XX, durante el cual Europa mostró todo lo que podía hacer al respecto, estúpidamente se auto destruyó durante la 1ra y 2da Guerras Mundiales, con el fin de definir la competencia por la hegemonía mundial, logrando con ello dejar decenas de millones de muertos por todo el planeta, devastación generalizada y abrirle paso a los dos nuevos polos de poder mundial, los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) que tomará el liderazgo occidental y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) el vencedor de más del 80 % de las tropas nazis europeas, dirigidas por Hitler, lo que conduciría muy rápidamente al mundo bipolar de la Guerra Fría, durante el cual EE.UU. consolidó su hegemonía sobre occidente y buena parte del planeta a través del Plan Marshall, Bretton Woods y otros mecanismos multilaterales de subordinación y dependencia.
En este mismo período, el colonialismo europeo fue casi erradicado, la lucha y visión de líderes de países sojuzgados, como el egipcio Naser, e indio Nehrú y el indonesio Sukarno que convocaron la Conferencia de Bandung, más el apoyo moral, político y militar de la URSS a los países que luchaban por su liberación, y el modelo neocolonial imperialista de los EE.UU. impuesto a sus socios europeos, coadyuvaron con la soberanía política y la incorporación a las Naciones Unidas entre los años 1946 y 2000 de, al menos, 95 países antes colonias europeas. La lucha fue dura y el costo de la independencia y soberanía fue muy alto en vidas humanas y destrucción de bienes. Los procesos de Vietnam, Argelia, Kenia, India, Indonesia, Angola, Mozambique son algunos ejemplos de ello, centenares de miles de vidas costó la emancipación de las antiguas colonias, lo cual es una carga moral adicional para el occidente colectivo.
En este proceso no solo vidas se perdieron, los colonizadores creyéndose superiores pretendieron asesinar culturas, tradiciones, religiones e idiomas e imponer los valores occidentales como únicos. Afortunadamente los pueblos son sabios y supieron conservar, en muchos casos, sus bienes inmateriales, sus costumbres y valores fundamentales. Es importante recordar que, lamentablemente, siguen existiendo territorios que continúan colonizados, como son: Puerto Rico, Guyana Francesa, Nueva Caledonia, Islas Malvinas, Curazao, Aruba, Bonaire, Martinica y otros más, incluso dentro de Europa, que están luchando por su independencia y necesitan de la solidaridad de los pueblos y países de bien de este mundo para conseguirla.
Una vez destruida y desmembrada la URSS, los EE.UU. se convirtió en el único polo de poder y proclamó “el fin de la historia”, pretendiendo convertirse en el amo y señor del planeta con sus más de 600 bases militares diseminadas por todo el planeta. La unipolaridad les permitía abusar aún más de su poderío militar, político y económico. Con la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia, violando los acuerdos establecidos, de palabra, en la Cumbre de Malta en diciembre de 1989, entre George Bush, padre, y Mijail Gorbachov3, se demuestra que para los occidentales la palabra empeñada no vale nada, ya que en los últimos 20 años la OTAN incorporó 13 países del este europeo a su estructura belicista, que según los acuerdos nunca formarían parte de la Alianza Atlántica, llegando al extremo de pretender incorporar a Ucrania, Moldavia y Georgia a la Organización, obligando a la Federación Rusa a actuar con su Operación Militar Especial en febrero de 2022.
Después de esta rápida mirada podemos concluir que los valores de las élites occidentales son todo lo contrario a lo que dicen profesar y respetar. Tienen siglos “asumiendo” los valores judeo-cristianos e imponiéndoselos a sangre y fuego al resto de los habitantes del planeta, sin embargo el matar, robar, mentir y codiciar han sido una constante en su devenir histórico como se ha mostrado brevemente con los anteriores planteamientos.
Si además revisamos algunos otros de los valores impuestos por la modernidad occidental, tales como: justicia, democracia, libertad de expresión, libertad de cultos, derechos humanos, encontramos de inmediato grandes incongruencias entre lo dicho y lo hecho por las élites occidentales, incluso sobre sus propios súbditos y ciudadanos.
Si hablamos de libertad de expresión e información, encontramos que históricamente los grandes medios de (des) información siempre han pertenecido a las oligarquías locales, dirigidas y cartelizadas por la oligarquía imperial. Luego, los que informan y se expresan siempre han sido los oligarcas propietarios de los medios, que son parte integral de la hegemonía imperial y que junto con la industria cultural terminan imponiendo sus mentiras y medias verdades a gran parte del planeta. Con la aparición y vertiginosa masificación de las redes sociales la situación ha empeorado: se amplifican mentiras, medias verdades y falsedades en cuestión de minutos, los dueños de estas “empresas” reproducen con sus “boots” cualquier cosa de interés y además pueden vender o entregar los datos, preferencias e informaciones de sus usuarios a agencias gubernamentales o privadas. Y para colmo pueden prohibirle o impedirle a los usuarios ver “fuentes de información” que los reinos y repúblicas occidentales consideren contradictorias con sus líneas de información.
Si de democracia hablamos, podemos ver que la democracia representativa, única válida para occidente, la convirtieron en un cascarón lleno de votos manipulados, en la cual la realidad es totalmente plutocrática, donde la gente vota por el rico de turno. Hacer campaña es cada vez más caro y más manipulable: gustos, gastos, visitas y otras variables de los ciber-ciudadanos se venden y utilizan de manera “inteligente” para manipular más fácilmente a la población y mantenerla atrapada en una alternabilidad falsa, siempre al servicio de los poderosos y las clases dominantes.
Si de derechos humanos (DD.HH.) hablamos, es impresionante lo que ha sido capaz de hacer y de decir el mundo occidental. Siempre en guerra o en el proceso de “creación” de alguna, su aparataje represivo ha sido muy activo, letal y manipulador. Las organizaciones multilaterales de las Naciones Unidas (NN.UU.) y otros entes multilaterales siempre han estado cooptados y manipulados por EE.UU. y sus socios occidentales. Mientras las dictaduras pro occidentales mataban decenas y hasta centenas de miles de personas como en Indonesia, Argentina, Argelia, Vietnam, Brasil, Angola, Congo, Sudáfrica, Arabia Saudí y tantas otras dictaduras las instituciones multilaterales solo veían la maldad en el campo del socialismo real. Luego con la guerra de Irak, Abu Ghraib, la prisión ilegal construida, en la írrita e ilegal Base militar de Guantánamo en territorio ocupado fraudulentamente por EE.UU. en Cuba, los vuelos de la muerte sobre todos los reinos y repúblicas europeas que duraron años y violaron la vida y los DD.HH. de millones de seres en todo el mundo, y todavía hoy de manera vil y descarada continúan usando estas instancias para “castigar” y difamar a los países y gobiernos no entregados a la hegemonía imperial, como Nicaragua, Cuba, Irán o Venezuela, donde delincuentes y victimarios de toda ralea son presentados como seres maltratados. El caso de las violaciones de DD.HH. de los indígenas, latinos y afrodescendientes en EE.UU. es emblemático y recurrente por siglos, pero no pasa nada, es el que paga la nómina de los funcionarios y por lo tanto es el ejemplo a seguir. Pero el genocidio en Palestina es el triste y mayor ejemplo de indignidad del occidente colectivo, que arma, defiende, da información y logística a los asesinos sionistas y todavía está pensando, de manera muy elegante, en que perfume o zapatos usar en la Corte Internacional de Justicia, en la Corte Penal Internacional, el Comité Especial de DD.HH. de las NN.UU. u otros organismos inútiles y serviles del entramado jurídico occidental, llenos de gente de color y apellidos no europeos, pero más blancos por dentro que Churchill o Truman, pieles negras, máscaras blancas al decir de Frantz Fanon4.
El neocolonialismo y el neoliberalismo tienen una muy fuerte carga cultural, todo lo moderno debe oler a Europa o sus exhalaciones para ser válido. Su guerra fría cultural se impuso con miles de máscaras y clichés comprados o pagados a lo largo y ancho del mundo intelectual y académico de Europa y América, como documentó Frances Stonor Saunders en su voluminoso y demostrativo libro “La CIA y la Guerra Fría Cultural”5. Guerra psicológica, guerra comunicacional, desinformación, manipulación religiosa, guerra cognitiva son varios de los capítulos que han aplicado sistemáticamente a sus súbditos y enemigos por igual, el objetivo al final es la domesticación del pensamiento y de la capacidad de acción, pretendiendo imponer sus falsedades y “fakes” a diestra y siniestra, llegando a manipular y explotar valores religiosos, la sexualidad básica y otros puntos centrales del ser humano, en una carrera loca por concentrar cada vez más la riqueza en unos consorcios y unas familias racistas, supremacistas y clasistas.
Como hemos visto los valores presentados por occidente como la panacea universal, han sido manipulados y violados permanentemente en función de los intereses de unas élites vetustas y esclerosadas que están luchando por mantener un “status quo” que ya no es y que están destinadas a ser cada vez menos. La manipulación exagerada de sus poblaciones está por explotarles en la cara, el individualismo extremo, el consumismo, el extravío de la mística y la ética, entre otros antivalores se han impuesto y occidente, si quiere subsistir, deberá incorporarse en el nuevo mundo multipolar como dos, tres o cuatro polos de poder similares e incluso inferiores a los demás existentes, lo cual podrán lograr, si y solo si, dan vuelta a los antivalores creados y reencuentran y respetan, al menos, los valores básicos expresados en la Carta de las NN.UU.
Notas:
1En http://www.cubadebate.cu/opinion/2020/02/16/el-respeto-al-derecho-ajeno-es-la-paz/ 25 de febrero de 2025.
2En https://rebelion.org/el-archipielago-de-chagos-y-el-colonialismo-britanico/ 1 de marzo de 2025.
3 Elbaum, J. y Rodríguez, S. 2022. La OTAN contra el mundo. Acercándonos Ediciones, BsAs. Pag 69.
4 Fanon, Frantz. 2009. Piel negra, máscaras blancas. Ediciones AKAL, Madrid
5 Stonor S., Frances. 2001. La CIA y la guerra fría cultural. Editorial Debate, Madrid.
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