La muerte del cubano Orlando Zapata y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas han generado cientos de titulares. Los gobernantes de la Unión Europea y la llamada disidencia de Miami han puesto el grito en el cielo, con declaraciones de condena, convocatorias de movilizaciones, peticiones de sanciones. Caras conocidas como las de Gloria Estefan […]
La muerte del cubano Orlando Zapata y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas han generado cientos de titulares. Los gobernantes de la Unión Europea y la llamada disidencia de Miami han puesto el grito en el cielo, con declaraciones de condena, convocatorias de movilizaciones, peticiones de sanciones. Caras conocidas como las de Gloria Estefan y su marido Emilio, un magnate del mundo de la música, encabezan este lobby. El matrimonio, de tradición republicana, no ha dudado en posar muy sonriente junto al presidente demócrata, Barack Obama, en su particular guerra contra el Gobierno de los hermanos Castro. En marzo salieron a la calle en una marcha que contó con la asistencia, muy aplaudida, de Posada Carriles, cuya trayectoria al servicio de la CIA es de sobra conocida. En su currículum no figura, precisamente, la defensa de los derechos humanos.
Desde el otro lado del Atlántico, la UE y los principales medios de comunicación no paran de lanzar dardos envenenados contra La Habana, acusándola de violar la integridad de las personas y de imponer una férrea censura, en contraste con la presencia mediática de Fariñas, a quien por cierto, a la vista está, nadie impide dar ruedas de prensa o entrevistas telefónicas.
Mientras, casi nadie ha oído hablar de 36 presos saharauis. Llevan más de un mes en huelga en hambre para que se respete su dignidad, poder recibir las visitas de sus familiares o estudiar en la cárcel. Siete de ellos están a la espera de un juicio militar por «traición a la patria». Su delito es haber visitado los campamentos de refugiados de Tindouf, en Argelia. Esta huelga de hambre, que para la mayoría no es la primera ni la segunda, habría quedado en el más absoluto de los silencios si no fuera por la denuncia de la activista Aminatu Haidar, que reclamó un pronunciamiento claro a esos mismos gobernantes que se vanaglorian de ser los máximos defensores de los derechos humanos y callan ante la promesa de «mano dura» de Mohamed VI. Los Ali Salem Tamek, Brahim Dahan o Dakja Lashgar son hojas arrancadas de su agenda.
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20100421/195005/es/Altavoz-para-Farinas-silencio-para-Tarek