Decía John Steinbeick «no hay mejor trampolín que una mala conciencia para saltar a la filantropía». Viene esto, a que recientemente, hemos sabido que Amancio Ortega ha hecho una donación de 320 millones de euros a la Seguridad Social para que dote a sus hospitales con los últimos instrumentos oncológicos del mercado. Otra vez ya […]
Decía John Steinbeick «no hay mejor trampolín que una mala conciencia para saltar a la filantropía».
Viene esto, a que recientemente, hemos sabido que Amancio Ortega ha hecho una donación de 320 millones de euros a la Seguridad Social para que dote a sus hospitales con los últimos instrumentos oncológicos del mercado. Otra vez ya donó veinte millones de euros para combatir la pobreza.
En este tipo de noticias siempre podemos ver las dos caras que significa este hecho. Esto se ha podido comprobar en Twitter con gente a favor y otros en contra.
Debemos saber que sus ganancias en 2016 ha sido del 6,5%, es decir unos 4.000 millones de euros al año, mientras que el año pasado el salario de los españoles ha seguido descendiendo, en concreto un -0,6%.
Parto del principio, de que cada uno es libre de hacer con su dinero lo que le dé la gana y si lo ha dado para que la gente tenga más posibilidades de vivir me parece bien. Al mismo tiempo, estoy en contra de la concepción de la caridad.
La historia de Amancio Ortega, es como la de muchos de las gentes de este país, que se han matado de trabajar, pero en este caso se ha hecho multimillonario, mientras que el 99,999999 % vive malamente. Valoro la capacidad de su trabajo, su percepción de futuro, la organización logística que ha montado….. pero yo me preguntó
¿Cómo se ha hecho rico y el resto de los mortales no?
Javier Gomá, presidente de la Fundación Juan March, dice «el sector fundacional y su retórica presenta como altruismo, filantropía, virtud cívica, participación de la sociedad civil, voluntariado, lo que la inmensa mayoría de las cosas es economía de la distribución de la renta. Buena para el país, pero no necesariamente filantrópica. Una retórica que suscita admiración y recelo a partes iguales«.
Las donaciones de estos filántropos destacan por su falta de transparencia. Además les proporcionan amplios beneficios fiscales. La realidad es, que estos millonarios suponen un peligro, pues pueden imponer cuáles son sus prioridades sociales del mundo, al margen de los gobiernos y del sistema democrático. La democracia es una mera fachada al servicio de los poderosos.
El modelo neoliberal está basado en el hedonismo, el culto a la riqueza y el único Dios existentes es el dinero. El papel del Estado para los neoliberales es únicamente garantizar la propiedad privada y el status de los poderosos. El ejército y la policía son básicos en el Estado neoliberal (entenderán así la actual ley mordaza). La justicia se basa en leyes hechas desde un poder pseudodemocrático que ellos gestionan. Las demás funciones del Estado son para ellos temas menores.
Este modelo de caridad era el existente en la España del siglo XIX y así con los donativos que los ricos daban a la iglesia y a los pobres, salvaban sus almas.
Como dice, Rhodes Diaves, responsable del programa Giving Thought, de la Charities Aid Foundation, «Cómo usar la filantropía para enfrentar la inequidad, cuando la filantropía es posible como resultado de la inequidad«.
¿Es la filantropía el modelo por el que se debe regir nuestro país o cualquier otro?
Evidentemente NO y nunca debemos permitir que el Estado haga dejación de los derechos sociales básicos, a favor de la filantropía, porque entonces estaríamos dependiendo de la caridad. Debemos exigir del Estado su papel de redistribuidor de la riqueza a través de los impuestos y garante del estado del bienestar.
Como vemos, el neoliberalismo es un sistema, que no garantiza una mínima equidad y potencia la llamada filantropía. Consiste en que los ricos, al final de sus vidas, donen algo de sus fortunas para paliar los desastres sociales, que provocan sus prácticas empresariales y el neoliberalismo en su conjunto. De esta forma, pueden justificar el saqueo realizado por estos ricos sobre amplias capas de la población, llevándoles a la miseria y desesperación.
Deberíamos recordar, que su empresa ha sido denunciada por falta de responsabilidad social desde hace años, como por ejemplo el abuso de trabajadores en Bangla Desh y en Marruecos.
Sería fundamental, que Amancio Ortega y sus empresas pagaran los impuestos en España y no en Irlanda o en paraísos fiscales. Sus trabajadores disfrutaran de sueldos dignos y de garantías sociales. Inditex no se caracteriza por su responsabilidad social precisamente, ni con la sociedad ni con sus empleados.
Tanto Buffet como Gates son desde hace años firmes defensores de devolver a la sociedad gran parte de su fortuna, aunque esto tiene unas grandes compensaciones fiscales en sus declaraciones a la Hacienda, como ellos mismos reconocen.
Se habrán quedado sorprendidos con estos planteamientos, pero todos debemos ser conscientes de donde han sacado sus fortunas. Veamos dos casos. George Soros, atacó a la libra esterlina provocando su devaluación y haciendo entrar en crisis económica al Reino Unido, ganando en dos días la friolera de 3.000 millones de libras esterlinas. Esta ganancia fue a costa del sufrimiento de millones de británicos que vieron empeorar sus condiciones de vida y muchos de ellos yendo al paro, provocando casi un millón de pobres más en el Reino Unido.
Warren Buffet ha tenido que ver con los ataques al euro, a Grecia, Portugal y España. Cuando nos hablan de la palabra «mercado», y nos dicen que los mercados demandan, pongan las fotos de Buffet, Soros…….. que son los que llevan a cabo estos ataques especulativos y los que acaban imponiendo las políticas de reducción de beneficios sociales, la disminución de los salarios, la congelación de las pensiones, el alargamiento de la edad de jubilación, la reforma laboral abaratando el despido, eso es lo que logran haciéndose ricos y empobreciendo a los demás.
¿Debemos estar agradecidos? ¿Debemos felicitarles por su caridad?
Todas estas políticas debemos contemplarlas con gran prevención y mostrando nuestro rechazo, como no puede ser de otra forma, pues intentan desdibujar las responsabilidades de los entes públicos sobre la problemática social, planteando medidas que simplemente intentan paliar con esfuerzos voluntarios y caritativos, situaciones y problemas que son estructurales dentro de la sociedad.
En España, tanto los partidos, como organizaciones y personas que luchamos por una mayor justicia e igualdad social debemos reflexionar sobre quien representa lo público y quien tiene que ocuparse principalmente de resolver los problemas sociales.
Debemos asumir que el mundo público no se acaba en el marco institucional y que las entidades y organizaciones sociales, también pueden representar los intereses generales. No debemos presentarlos como antagónicos, sino como complementarios, siempre y cuando quede claro la coordinación de ambos y la prevalencia en lo principal del Estado.
Debemos los progresistas sumar todas las iniciativas ya sean públicas como privadas, pero NUNCA dependiendo de la caridad, y sí del Estado.
Como se ve, mi prioridad siempre es que el Estado garantice los derechos del estado de bienestar, pero no me opongo a que los filántropos donen, siempre y cuando no signifique que marquen las necesidades del país.
Dos propuestas haría a Amancio Ortega, la primera que tenga en buenas condiciones salariales a sus trabajadores, tanto fuera como dentro de España y les asegure unos buenos convenios sociales y laborales y que acepten el funcionamiento libre de los sindicatos, que por cierto en España están totalmente domesticados.
En segundo lugar, done el 40 % de sus ganancias anuales, la mitad de esta donación para sanidad y la otra mitad para que puedan estudiar los hijos de los trabajadores pobres y no como sucede ahora, que cada vez la universidad se ha vuelto más elitista, teniendo en cuenta que la educación es imprescindible para el desarrollo del país.
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