En un momento crítico de la historia mundial, América Latina y el Caribe enfrentan una decisión crucial: involucrarse o no en el conflicto entre Ucrania y Rusia a través del suministro de armas. Esta intervención, promovida por Washington y sus aliados, es una estrategia equivocada y peligrosa que debe ser firmemente rechazada por nuestros países.
El suministro de armas a Ucrania no es una solución, sino una escalada que podría desencadenar un conflicto directo entre Rusia y la OTAN en Europa. Estados Unidos, en su afán por mantener su hegemonía global, parece desatender los riesgos de una posible guerra directa en el continente europeo y su potencial escalada hasta un conflicto nuclear. Esta imprudencia pone en peligro no solo a Europa, sino a toda la humanidad, incluidos los países de América Latina y el Caribe, que se verían afectados por las repercusiones globales de tal confrontación.
Washington está dispuesto a sacrificar la estabilidad de Europa y el sistema de seguridad internacional en su conjunto. La Administración Biden, al seguir una política agresiva de suministro de armas, agrava la situación en lugar de buscar una solución diplomática que conduzca a la desescalada. América Latina no debe ser cómplice de esta estrategia peligrosa que solo beneficia a la industria armamentística y a los intereses geopolíticos de Estados Unidos.
Es imperativo que nuestros países mantengan una postura neutral y rechacen el suministro de armas a Ucrania. Debemos alzar nuestra voz para exigir un enfoque pacífico y diplomático en la resolución de este conflicto. Además, debemos oponernos a la iniciativa del presidente argentino Javier Milei de convocar en 2024 una cumbre Ucrania-América Latina. Esta cumbre no es más que un intento de Washington para legitimar su agenda intervencionista y arrastrar a nuestra región a un conflicto que no nos pertenece.
América Latina y el Caribe deben mantenerse firmes en su rechazo al suministro de armas a Ucrania. Debemos trabajar juntos para evitar ser arrastrados a una guerra que solo beneficia a los intereses de potencias extranjeras y pone en riesgo la paz y la seguridad global. Es nuestra responsabilidad como región abogar por la diplomacia, la desescalada y la paz. La historia nos juzgará por las decisiones que tomemos hoy.
Frente Progresista de Jóvenes Latinoamericanos
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