Recomiendo:
0

Aníbal Quijano: Vivir contra el poder, contra todo tipo de poder

Fuentes: Rebelión

Aníbal Quijano partió a otra dimensiones, y deja decenas de publicaciones, ideas, teorías, apuestas. Pero deja también el ejemplo y la inspiración, de una vida dedicada a la lucha contra el poder, para su transformación o «mutación» sustancial. No fue una vida dedicada al arribismo, oportunismo, violentismo, para administrar, «asaltar» o co-gobernar ese poder, sino […]

Aníbal Quijano partió a otra dimensiones, y deja decenas de publicaciones, ideas, teorías, apuestas. Pero deja también el ejemplo y la inspiración, de una vida dedicada a la lucha contra el poder, para su transformación o «mutación» sustancial. No fue una vida dedicada al arribismo, oportunismo, violentismo, para administrar, «asaltar» o co-gobernar ese poder, sino para diluirlo, socializarlo, mutarlo, en la «forma comunidad». Una vida para la descolonialidad del poder, del saber, ser y sentir. Deja una herencia de ruptura teórica, política, académica, activista, vital, personal, contra todo tipo de poder: el del capital pero también de las burocracias de todo tipo. Imposible reducirlo simplemente al aporte académico o teórico, con la importancia que ello pueda tener. La actitud de insumiso vital, en la teoría y en la práctica, como mencionara Danilo Quijano.

¿Que rastros hay de ese ejemplo y trayectoria personal? Habría que partir desde las luchas populares de los años 50 al 70, pero prefiero dar testimonio de lo que conocí directamente, como homenaje a un querido maestro, líder y sobre todo compañero de tantas jornadas, desvelos y desafíos. Y ya que le molestaría muchísimo cualquier «culto a la personalidad», haremos el esfuerzo de diluir a Aníbal en la historia de las luchas donde se sumergió desde los 70 en adelante, luchas donde convergió, aprendió, debatió, activó y teorizó.

El gobierno militar de los 70 tenía atrapada a gran parte de la izquierda, confundida e ilusionada con las reformas nacionalistas, los dogmas y fantasías de la «burguesía nacional» e incluso, hasta dispuesta a diluir al movimiento sindical en una central gobiernista y subordinar los demás movimientos barriales, campesinos, magisteriales y populares a ese «nacionalismo».

El desafío de la autonomía política luchaba por abrirse paso, y el profesor universitario Quijano, opta por confluir con ese proceso, opta por no hacer «carrera» universitaria, sino fundirse en ese proceso. El número 4 de la revista «Sociedad y Política» (SyP) que dirigía, es requisado por la policía, por atreverse a demostrar que no había tal «revolución» sino una variante de capitalismo de estado junto con corporativismo, que pretendía subordinar y castrar al movimiento popular, y era indispensable poner por delante la autonomía política.

Fue deportado en 1974 por hacer crítica teórica consecuente, y a su regreso al país, la acción política no se detuvo y la revista «SyP» no se congeló en los kioskos, sino que pasó a ser discutida y debatida en diversos espacios populares en el pais. Esta energía desatada, dio lugar a que en 1976, en Lima, se funde el Movimiento Revolucionario Socialista (MRS) compuesto por líderes obreros textiles, metalúrgicos, mineros, magisteriales, aymaras, estudiantiles, campesinos, barriales, universitarios y profesores que abrían paso a las teorías críticas en universidades cuestionando un «marxismo-leninismo» dogmático, economicista, sectario, estatalista…. y muy ambicioso de «poder»: el poder gremial-estatal-electoral.

Miles de horas de Aníbal en reuniones, evaluaciones, volantes, manifiestos, análisis para «SyP Quincenal» y para el vocero del MRS, el periódico «Revolución Socialista». Un MRS que nacía cuestionando el «centralismo democrático» de las izquierdas, que servía para encubrir los cacicazgos y dictaduras internas partidarias, y la construcción de maquinarias políticas adictas de poder. Un «rarísimo» MRS que nacía no para «hegemonizar» ni tener «arrastre electoral» sino para aportar humildemente a la autorganización popular, a su autonomía contra todo tipo de burocracias y poder, y con esa bandera se lanzó a zambullirse en el volcán social de esos tiempos.

Los apristas pretendían doblegar y amansar a los trabajadores textiles, y son enfrentados por el «Comité de Lucha Textil» para defender con autonomía política la escala móvil de salarios ya conquistada. El aluvión social al arenal de pamplona a 25 kms del centro de lima, es penetrado por el SINAMOS de los militares, ante lo cual reacciona la autonomía política, de la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador (CUAVES) para defender su autogobierno y autogestión social. Los maestros del SUTEP son aprisionados por un partido que opta por burocratizar al gremio y romper su frente único, y surge la reacción autónoma de democratización radical de la organización mediante elecciones universales. En Puno, se cuestionaba los límites «campesinistas», y se avanzaba en la autonomía identitaria como «Unión de Comunidades Aymaras» articulando las estructuras comunales.

Aníbal debatió y estuvo presente, acompañó, aportó, y sobre todo aprendió, en estos y otros procesos, del cual formaban parte miembros del MRS como Apolinario Rojas, Leopoldo Rubio, Julio Pedro Armacanqui, Jesús Cocha, Jorge Cristóbal, Bonifacio Cruz, Roberto Martinez, entre tantos otros. Fueron germinando y madurando las intuiciones de autonomía, democracia radical, autogobierno, comunidad, que más adelante serán parte sustancial de nuevos horizontes. Quijano aportó señalando como estas apuestas estaban presentes de modo semejante en la práctica y teoría mariateguista, pero no solo de él, sino que podía rastrearse en una larga historia de rebeldías y herejías, desde rosa Luxemburgo frente a Lenin, el soviet heroico de Kronstad masacrado por los bolcheviques y Trotsky, y en todos los procesos de transformación social, la tensión entre el poder popular, la democracia radical, la socialización del poder, y la partidarización, burocratización, estatalización y regresión del cambo social.

Entre los años 70-80, debatir todo esto, era sacrilegio, sancionado con ser de lo «peor»: «Troskista, anarquista, basista, largo plazista, etc, etc». Se nadó contra la corriente, y los esfuerzos autonomistas fueron marginalizados, rechazados, tanto a nivel popular como de la izquierda. Las expresiones mayores de esta contradicción fueron las crisis de la CUAVES y las del ARI, ambas azuzadas por las ambiciones y borracheras electoreras.

La experiencia de la CUAVES demostró que era posible construir una ciudad en el arenal de la nada, en base a la autorganización, autogestión, autonomía, poder popular, democracia directa, basada en las asambleas generales de grupos de cada 22 manzanas, que construyó sus estructuras «comunales» de gobierno propios sobre todos los aspectos de la vida social. Apolinario Rojas líder de ese proceso compartió, enseñó y apasionó al MRS, en esa gran apuesta y Aníbal la enriqueció agregándole la perspectiva de la «socialización del poder». Gran parte de la izquierda no lo entendió y prefirió destruir la CUAVES: los violentistas, acusando que el autogobierno comunal es autoexplotación, y los otros, prefiriendo sustituirlo por la burocracia municipal. Los extremos coincidieron, y una vez más los «poderes partidarios» sacrificaron el poder comunitario.

El ARI fue la primera gran «Alianza Revolucionaria de Izquierda» en la cual el MRS y Aníbal Quijano participaron activamente. Quedará en la memoria el mitin del ARI en Villa El Salvador, donde Aníbal emocionó con su mensaje incluyendo parte del poema de Vallejo: «Señor ministro de salud, nunca la salud estuvo tan enferma…!!». Se buscó cambiar la borrachera electorera, con el desafío de «una estrategia electoral no electorera», es decir, basada y controlada por la organización popular, como años después se practicara en México y otros países. Pero en el Perú, esa era otra herejía más, que debió enfrentar la reacción del ya fuerte virus electorero que llevó a la explosión del rompimiento del ARI por el simple cuoteo o repartija de curules parlamentarias entre todas las tendencias.

Ya se evidenciaba lo que sería la larga cadena mental de la izquierda de que «salvo el poder…todo es ilusión». Curiosamente coincidiendo en este fetiche, tanto Sendero, MRTA y el resto de la izquierda. El poder-aparato cosificado en el Estado, para capturarlo vía la violencia sanguinaria o el marketing electoral, aunque los abismos y desgarramientos sociales se mantengan.

Producidos los enfrentamientos y las derrotas, el MRS se disuelve, pero no desaparecen las apuestas, los horizontes, los principios, la ética aprendida. Paralelamente explotaba la URSS, y todo el campo socialista regresaba al capitalismo, siendo los viejos jerarcas del partido los alegres nuevos burgueses, manteniendo la verticalidad del poder de siempre. Fukuyama decreta el fin de la historia y en el Perú el fuijimorismo junto a sendero, imponen una muy pesada lápida a toda idea de cambio social. Era un momento de revisión total, de poner en cuestión todo lo pensado, pero manteniendo la visión esencial de cómo luchar en estos nuevos y duros tiempos contra todo tipo de poder. Y al igual que en los años 50 desde la cárcel, luego en los 70 en el MRS, desde los 90, Aníbal resiste y busca dar respuesta a las grandes cuestiones de la profunda derrota histórica sufrida en el mundo por las izquierdas y los socialismos. Una vez más, la opción no era ni fue replegarse a la observación, especulación, o peor, la «ingeniería social» para oxigenar las viejas estructuras de opresión y explotación. Había que revisar todo y entender por qué pasó lo que pasó.

En plena búsqueda, emergen de nuevo los movimientos indígenas con las autonomías Miskito, Sumo y Rama en Nicaragua, la plurinacionalidad en Ecuador con la CONAIE, el autogobierno Tzotsil, Tojolabal del zapatismo en México, la autonomía originaria en Bolivia, los movimientos amazónicos, la lucha afrodescendiente, Quilombola, Dalits contra el racismo. Aníbal se vincula, estudia, debate, aporta, y una vez más, aprende, y devuelve, con el aporte clave de la crítica sustancial al lado oscuro de la modernidad, con sus traumas constitutivos del racismo social, político, ambiental y epistemológico, y ayuda a que emerja la perspectiva de la Descolonialidad del poder, saber, ser y sentir.

Quijano reanima el debate de una izquierda arrinconada, proponiendo que fuimos derrotados por ser sutiles prisioneros del eurocentrismo, y no solo en el Perú sino a nivel mundial. Aportó con ese debate al impulso del Foro Social Mundial, para que «Varios mundos otros….sean posibles» no solo «uno» en la versión estatalista eurocéntrica. La necesidad de las articulaciones globales de las luchas locales, para cambiar el capitalismo mundial o sistema mundo moderno-colonial.

Eurocentrismo, como el modo de recordar y de pensar generado en 500 años de capitalismo, y del cual han bebido también las izquierdas, para asimilar de modo «natural» múltiples herencias de la modernidad, como son entre otras, las referidas a los mitos y las trampas del «desarrollo», «partido», «estado», «democracia», «domino de la naturaleza», «patriarcado»; como enfoques «superiores» de una racionalidad instrumental. Anteojeras que impidieron «ver» que esa modernidad estaba genéticamente constituída del genocidio y ecocidio de la conquista colonial basada en el cuento eficaz de la idea de «raza». Ceguera que generó y sigue generando errores sucesivos: El capitalismo no se «origina» por la «productividad» europea, sino por el despojo del Abya Yala. Los «modos de producción» no son etapas sucesivas ineludibles y homogéneas, sino que la heterogeneidad estructural es permanente. El crecimiento de las «fuerzas productivas» no puede ser infinito. No solo existen clases sociales, sino racismo, patriarcado, antropocentrismo. «La» «democracia» y «el» «estado», modernos, no son las únicas e ineludibles estructuras de autoridad. El inmenso error de no reparar que entre el individualismo y el estatismo, existió y existe la forma «comunal» (andina, amazónica, urbana) que combina el derecho de los individuos sin caer en el individualismo, y la dimensión pública sin reducirse a lo estatal.

No le interesó entonces, a Aníbal ser rector, concejal, ministro, embajador, director de ONG, menos aún congresista o «cacique partidario», no podía vivir solo como académico ni solo como «político». Todo eso era parte del poder, y optó por vivir para entenderlo, desnudarlo, desentrañarlo y luchar, como decía, «aunque sea como minoría de a uno, desde dentro pero siempre en contra».

Hubo errores pero eso lo tratarán otros. Opto por rescatar su ejemplo de vida personal, sus apuestas vitales y sus aportes teóricos, que son sustanciales en este periodo de crisis del patrón de poder eurocéntrico, expresado en la crisis civilizatoria, donde se combinan y retroalimentan los conflictos en todas las dimensiones de la colonialidad del poder, señaladas por Aníbal: el control del sexo, trabajo, naturaleza, subjetividad, autoridad.

Inmensos cuestionamientos y horizontes alternativos, por lo cual Aníbal con la perspectiva de la «descolonialidad del poder», aunque partiste físicamente, sin embargo sigues quedándote entre las herejías y rebeldías que emergen una y otra vez a pesar de todo. Entonces, no te habrás ido, seguirás presente, activo y polémico, lo cual te agradecemos profundamente, y nos toca organizarnos y agruparnos, frente a todas las sombras, caras y dobleces que tendrá la crisis de la modernidad-colonialidad. Nos seguiremos encontrando Aníbal.

Roberto Espinoza. Red Descolonialidad y Autogobierno.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.