En este artículo la autora analiza las posibilidades electorales de Moro como un candidato de la tercera vía, es decir, propuesto por la derecha para enfrentarse a Lula ante el posible fracaso de Bolsonaro.
Sólo el 19% de los brasileños apoya la gestión del presidente Jair Bolsonaro, mientras que el 65% la desaprueba y señala que los mayores problemas son las corrupción, la pobreza y la desigualdad social, seguidos por la inflación y el alza de precios, el desempleo y la falta de crecimiento, reveló Valor Econômico.
Pese a esta realidad, Bolsonaro ha logrado la aprobación en el Senado –por 47 votos a 32- de André Mendonça como undécimo miembro del Supremo Tribunal Federal. Dice la ley que, para integrar la corte, es necesario “notorio saber jurídico y reputación inmaculada”, cualidades que nadie reconoce en el nuevo magistrado.
Ha sido Abogado-General y ministro de Justicia en el gobierno de Bolsonaro y todas sus iniciativas en ambos puestos fueron destinadas a proteger a la familia presidencial y perseguir a opositores, atropellando las reglas más elementales de la democracia. Para seducir a esos 47 senadores, Mendonça, que suele saludar militarmente a Bolsonaro -a quien clasificó varias veces como “profeta”-, no medió esfuerzos.
Se hizo evidente que la preparación de Mendonça, además de un implante capilar, incluyó un intenso entrenamiento para que participara en la sesión evaluatoria de diputados, donde trató de deshacerse de la imagen de ser “terriblemente evangélico”, que fue la razón por la que Bolsonaro justificó su nombramiento a la corte suprema.
Contrariando frontalmente a Bolsonaro, defendió el Estado laico, reconoció el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, atacó a la dictadura militar y la tortura tan elogiadas por el clan presidencial, en fin, todo un demócrata progresista. Pero después de la sesión, volvió a ser el mismo. Hay cinco pedidos de juicio al presidente abiertos en el Supremo Tribunal. No caben dudas sobre cómo votará Mendonça.
En declaraciones al portal Poder 360, el negacionista Bolsonaro volvió a defender la no obligatoriedad de las vacunas contra el coronavirus, cuestionó duramente su efectividad y dijo que buscará cambiar la legislación para que sólo el gobierno federal pueda determinar reglas sobre el pasaporte covid para entrar en determinados lugares.
Las encuestas
La publicación de tres encuestas electorales agitó la disputa por la Presidencia, ya que tanto los sondeos realizados por Paraná Pesquisas como por PoderData e Ipespe, señalaron la consolidación del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva al frente de los sondeos de cara a las elecciones del año próximo y la tendencia a la baja de Bolsonaro.
Brasil, con el ultraderechista Jair Bolsonaro, un capitán retirado en la presidencia que acaba de afiliarse al Partido Liberal, el noveno de su carrera, es un caso modélico de la inestabilidad de la democracia en América Latina, al rehabilitar a los militares y a la corrupción en la política. Su referencia es el período más brutal del régimen de excepción, con la dictadura entre 1969 y 1975, cuando más imperaban los órganos de represión política, con torturas y asesinatos de opositores y exilios masivos.
Bolsonaro fue el candidato de los militares y representa un intento de regresión a los años de dictadura que duró 21 años. Construyó en sus 30 años como legislador una simbiosis con las Fuerzas Armadas, que mantuvieron la confianza de la población pese al período dictatorial. Eso le permite contar con una base social que aún le asegura cerca de 20% de apoyo popular pese a su desastrosa actitud respecto a la pandemia de covid-19, responsable en parte de los 614 000 muertos por la pandemia.
No es casual que el nuevo partido de Bolsonaro, el Liberal, es uno de los más involucrados en los escándalos de corrupción, que consolida su adhesión al llamado “centrão”, una coalición informal de partidos derechistas definidos como “pragmáticos”, sin idearios o escrúpulos ideológicos, que apoyaron a casi todos los gobiernos a cambio de beneficios personales y partidarios.
Los estudios muestran que el exministro de Justicia y exjuez de la operación Lava Jato, Sergio Moro (Podemos), sigue disputando el tercer puesto con Ciro Gomes (PDT), ambos considerablemente distantes de Lula y Bolsonaro en la preferencia de los votantes. La candidatura de Moro ha cobrado protagonismo en las últimas semanas gracias al protagonismo que le han otorgado los principales medios de comunicación, que se encuentran en una desesperada búsqueda de un candidato para la “tercera vía”, capaz de enfrentar a Lula y Bolsonaro.
La vieja derecha neoliberal está haciendo pruebas a los eventuales candidatos, en las que Moro se presenta ahora oficialmente como afiliado a un partido político de derecha, Podemos, que tiene como principal líder al senador del estado de Paraná, Álvaro Dias, histórico aliado de Moro y Deltan.
Aunque Podemos es apenas el decimotercer partido en número de afiliados, es el tercero en el Senado Federal por el tamaño de su bancada. Con un 92% de adhesión a los proyectos del gobierno, sus 11 diputados federales se situaron por encima de los cinco congresistas del partido Patriotas (90%) y por delante del PSL, partido por el que fue elegido Bolsonaro, que mantuvo un 85% de adhesión a las agendas gubernamentales.
Temeroso de Lula, líder del Partido de los Trabajadores (PT) y peleado con Jair Bolsonaro, el polémico exjuez, considerado el candidato preferido por Washington, admitió finalmente su deseo de disputar la presidencia en 2022. Pero también el fiscal que dirigía el grupo de trabajo de la operación Lava Jato, Deltan Dallagnol, anunció su renuncia al cargo para presentarse como candidato. La confirmación de la estas candidaturas refuerza la noción de que la operación Lava Jato actuó como un partido político.
«Son candidatos de derecha, que dialogan con la extrema derecha, con sectores de la alta burocracia federal y con sectores del poder judicial. El lavajatismo es un estado de ánimo de la clase media alta, que cree que el principal problema del país es la corrupción. Históricamente, esta bandera ha sido capturada por la derecha. Bolsonaro subió con esta bandera», dijo el escritor Milton Alves a Brasil de Fato.
Los abogados, juristas y profesores de derecho que integran el grupo Prerrogativas publicaron una nota en la que condenan las pretensiones políticas de Deltan Dallagnol y Sergio Moro. Señalaron que se trata de la «consumación de una maniobra criminal de aprovechamiento político del sistema judicial”.
Juraima Almeida es investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.