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¿Llega a su fin la expansión económica mundial?

Ante una nueva edad de hielo

Fuentes: APM

Es inminente una suba de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal. Esta medida podría significar el enfriamiento de la economía mundial. Los mercados financieros, al borde de un ataque de nervios.

No es costumbre que este medio difunda información financiera, ni cubra el cierre de los mercados. Pero esta semana se vio sacudida por las caídas de los principales mercados bursátiles mundiales, donde se decide gran parte del futuro de la economía real. Es decir, si vamos a ser más o menos pobres, si nos va a costar más o menos esfuerzo conseguir un trabajo o si vamos a llegar a fin de mes.

Aunque los auges de los mercados bursátiles nunca se transforman en una mejora de las condiciones materiales de vida de la población, sus crisis sí sacuden a los sectores productivos. Esto es conocido como la supremacía del capital financiero sobre el capital productivo. La crisis de la década del 30 -la mayor crisis desde la irrupción del capitalismo- se originó en el crack de la bolsa neoyorquina en 1929.

El actual clima de pánico de las principales bolsas de valores mundiales -básicamente, Nueva York, Tokio y Londres, en ése orden- se debe, en principio, a una causa de origen doméstico de Estados Unidos: la inflación. La Reserva Federal (Fed) de ese país -organismo responsable de la política monetaria estadounidense- regula la inflación alterando la tasa de interés. El mecanismo es sencillo: con tasas bajas, el dinero en poder de los ciudadanos tiende a dirigirse al consumo o a la inversión en activos más rentables -acciones, títulos, monedas extranjeras, etc. A mayor consumo, los precios pueden elevarse. Cuando se elevan los tipos de interés, la gente prefiere atesorar en el sector financiero, con la consiguiente caída en el consumo, que sirve como freno a la inflación.

Este mecanismo lo utiliza la Fed hace años. Se basa en informes económicos que miden la inflación actual y el mercado de trabajo, fundamentalmente. Entonces, cuando la inflación sube y el desempleo baja -grosso modo- sube la tasa de interés. Cuando sucede lo opuesto, se determina la baja de los tipos de interés.

Sucede que se esperaba estos días que los datos sobre la inflación norteamericana fueran mayores a los previstos. Ayer fueron dados a conocer, registrándose una suba del 0,3 por ciento, por encima de lo pronosticado. Este dato realimentó el temor a la consecuente suba de los tipos de interés, que repercutiría en la economía mundial.

En esta línea, tanto Unión de Bancos Suizos (USB) como la calificadora de riesgos Morgan Stanley modificaron hacia arriba su pronóstico sobre las tasas, asegurando que la Fed las elevaría a 5,25 por ciento en su próxima reunión.

Además de la cuestión monetaria ¿qué efectos produce sobre la economía global una suba de la tasa de interés de Estados Unidos? En principio, recordemos al lector que el movimiento de capitales internacionales es catorce veces mayor que el comercio internacional. Además, este movimiento es instantáneo, ya que se trata de transacciones electrónicas, sin movimiento de papel moneda.

En condiciones de bajas tasas en Estados Unidos, los capitales internacionales buscan opciones en los distintos mercados exteriores. Cobran importancia en estas circunstancias los hoy llamados mercados emergentes, antes conocidos como países en vías de desarrollo. Hacia esos rincones se dirige el dinero en busca de mayor rentabilidad.

Cuando la Fed eleva la tasa de interés, los capitales buscan salir en forma cuasi violenta de estos destinos, produciéndose el «efecto tres chiflados»: salen todos a la vez, se molestan entre sí y el efecto sobre esa economía suele ser el de desastre financiero. Estos movimientos pueden significar en algunos casos la salida de miles de millones de dólares en cuestión de horas.

Además, la tasa de la Fed sirve como patrón de referencia de las tasas de otros países -la otra que cumple esta función es la Libor, de Gran Bretaña. Ergo, se produce una suba de los tipos de interés en los países más débiles, es decir, todo el Tercer Mundo. Recordemos, además, que muchos de ellos tienen pesadas deudas externas que crecen al ritmo de estas subas.

Lo alarmante es que algunos especialistas prevén el fin del último ciclo de expansión de la economía mundial. Desde que el Siglo XXI vio la luz, la economía mundial no hizo más que crecer. Estados Unidos continuó con su desenvolvimiento positivo que se había iniciado a principios de los años noventa; Japón salió de su largo letargo y volvió a crecer, aunque modestamente; pero fundamentalmente el crecimiento es impulsado por la economía China, que crece hace dos décadas a tasas del diez por ciento, a lo que deberíamos agregar en el período más reciente el aporte de la India.

Este tipo de crecimiento, además, benefició a los mercados emergentes. En el último lustro se incrementaron en forma sustancial la demanda de commodities, la principal producción de América Latina, Africa y las naciones pobres de Asia. La soja, el petróleo, el cobre, el oro han alcanzado precios récord, beneficiando a Argentina y Brasil en el primer caso, a Venezuela y Medio Oriente en el segundo, y a Chile, Perú, Sudáfrica y otras naciones de ese continente con el alza de los minerales mencionados.

La economía mundial creció como hacía décadas no ocurría. De hecho, el pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2006 estima en un 5 por ciento el alza global. Pero la inminente suba de tasas de interés estadounidense podría generar un enfriamiento mundial.

Además, según información divulgada por Clarín, «a racha de descensos que impulsó la baja de ayer en Wall Street se intensificó cuando el gobernador del Banco de Japón, Toshihiko Fukui, reconoció haber invertido en un fondo de un gestor encarcelado por usar información privilegiada. El Partido Democrático de Japón (PDJ) pidió la dimisión inmediata del funcionario, quien jugó un papel fundamental en el sostenimiento de la política de intereses próximos a cero». Esta política fue la que ayudó a la segunda economía mundial a abandonar una década de estancamiento, y ahora podría peligrar.

Un enfriamiento de la economía global sería catastrófico. Si en estas condiciones de expansión económica, los indicadores sociales son pésimos en todos los rincones del orbe, ¿se imaginan que sucedería si encima se extiende una recesión mundial?