La política estadounidense de sabotear la economía interna de los países que hacen respetar su soberanía tiene como objetivo crear una escasez y desabastecimiento que generen un descontento popular que sus agentes agitadores aprovechen para provocar revueltas que propicien el derrocamiento por furia popular del gobierno adversario. Y si eso no funciona crear el clima para un golpe de Estado o una intervención militar humanitaria. Esa teoría subversiva se aplica hoy en Irán, Siria y Venezuela. Ese tipo de subversión se ejerce con porque la acreditan varios éxitos notorios: el derrocamiento de Allende en Chile (clásico) y el derrocamiento de Gadafi en Libia
A pesar de lo difícil que resulta a un pueblo desarmado derrocar un gobierno. Esa técnica subversiva tiene como su mejor credencial el modo como los imperios aliados ganaron la Primera Guerra Mundial.
A comienzos de 1918 Alemania parecía encaminada a ganar la Primera guerra Mundial.
Alemania había triunfado sobre Rusia (Brest- Litovsk). Sus tropas estaban bien asentadas en un vasto territorio francés y seguían invictas.
Ese verano agentes aliados bien ubicados en los circuitos de distribución acapararon bienes de consumo y sabotearon el abastecimiento de la sufrida población civil.
El descontento generado por la escasez fue usado por un grupo de agitadores profesionales de tendencia socialista menchevique, pagados a futuro, que organizaron huelgas, revueltas y violentos desórdenes que derrocaron el gobierno y las instituciones de la Monarquía Constitucional de Alemania.
El colapso del Frente Interno provocó un caos en Berlín que desordenó la logística que apoyaba el esfuerzo bélico alemán y las tropas alemanas, aún invictas, quedaron abandonadas ante el enemigo en el frente occidental. El alto mando alemán no tuvo otra opción que pedir a los aliados un armisticio basado en los 14 puntos de Wilson, que resultaron ser una carnada-oferta de paz vacía. Fue así como los aliados ganaron la Primera Guerra Mundial.
El bando aliado, dueño de la situación política y militar, tiró al basurero los 14 puntos de Wilson que ofrecían una paz sin vencidos ni vencedores. Con un ejército alemán desmovilizado los aliados dictaron en Versalles un tratado de paz tan apartado de la realidad política que facilitó la llegada al poder de una banda de resentidos capitaneada por Adolf Hitler.
Las sanciones
Con el Tratado de Versalles los grandes imperios quedaron dueños del 90% de las materias primas del mundo.
Esa ventaja les permitía aplicar sanciones saboteando la economía de las naciones industriales emergentes que competían con los imperios en el comercio internacional. Eran tres las grandes potencias industriales que no tenían imperios coloniales rebosantes de materias primas: Alemania, Italia y Japón. Las sanciones se aplicaban con la idea de castigar a la población con la esperanza de restar apoyo político a sus gobiernos y sabotear la competitividad de sus industrias para doblegarlos a sus dictados.
En aquella época existía la Sociedad de Las Naciones, la abuela de la ONU de hoy, sólo que no había un Consejo de Seguridad y la Sociedad de las Naciones era manipulada a su antojo por los grandes Imperios dueños de las materias primas: Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. La situación terminó en el conflicto conocido como Segunda Guerra Mundial, cuyo único vencedor fue Estados Unidos que todavía mantiene bajo ocupación militar a toda Europa bajo el esquema conocido como la OTAN. Un ingenioso sistema por el cual los ocupados contribuyen a los gastos de la potencia ocupante y se constituyen en clientes para su industria militar.
El objetivo político de la OTAN lo dejó muy claro su primer Secretario General, Hastings Lionel Ismay: La OTAN sirve a Europa para mantener a los estadounidenses dentro, los rusos fuera y a los alemanes abajo.
Las cosas han evolucionado. Las sanciones ahora son de orden financiero, valiéndose del tramado de interacción para pagos internacionales que se controla desde los Estados Unidos gracias al uso del dólar como moneda de referencia del valor en los intercambios internacionales.
Ese privilegio se desgasta y Estados Unidos ya no lo mantiene por la potencia de su economía, sino por su prepotente poder militar. Un poder militar cuya proyección mundial la debilitada economía estadounidense ya no la puede sustentar. No puede porque el crecimiento económico ahora se desplaza del ámbito atlántico al ámbito euroasiático donde China y la India son los nuevos campeones del crecimiento económico. Al final de esta década es muy probable que sean esas nuevas potencias económicas las que impongan sanciones excluyendo de sus mercados a los estadounidenses como ahora hacen los Estados Unidos para sancionar a otros países. ¡En la historia también suceden cataclismos!
Antídoto
La última noticia es que la Unión Europea, hasta ahora un obediente vasallo de Estados Unidos, está considerando abandonar dólar estadounidense y usar el euro en sus pagos internacionales como respuesta a las sanciones que Washington ha impuesto a las empresas europeas que trabajan con Irán, un mercado muy grande que quedó abierto al comercio europeo después del acuerdo nuclear con Irán conocido como el P5 +1(2015) del cual forman parte Alemania, Francia, Gran Bretaña, Rusia, China, Estados Unidos e Irán. Estados Unidos cedió a las presiones de Israel y denunció ese acuerdo que garantizaba el statu quo en el Cercano Oriente. Esa díscola iniciativa estadounidense lesiona directamente los intereses de la Unión Europea, que por su ubicación geográfica es la que más sufre políticamente con el flujo de refugiados que provocan las guerras que Estados Unidos ha desencadenado en el Cercano Oriente.
En Asia por vía de acuerdos bilaterales crece el uso del yuan chino para pagos internacionales.
Si Europa abandona el uso del dólar estadounidense para sus pagos internacionales, el alejamiento de Europa del sistema centrado en el dólar es probable sólo si la actual clase política es desplazada por el crecimiento de partidos nacionalistas como el Frente Nacional en Francia, la Liga en Italia, AfD en Alemania, Fidesz en Hungría, constituidos por gente cansada de la subordinación de los intereses europeos a las políticas dictadas por Washington.
Esos grupos liderados por gente como Orban, Le Pen y Salvini coinciden con Putin en desear un ámbito económico europeo que se extienda de Lisboa hasta Vladivostok.
El abandono del sistema de pagos internacionales basado en el dólar eliminaría la posibilidad de sabotajes económicos y sanciones operados desde Washington.