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Alternativa Bolivariana para las Américas

Antecedentes en Bolívar

Fuentes: Rebelión

Hay documentos que encierran en su texto valores de trascendencia histórica. De este tipo es la Carta de Jamaica, escrita por el Libertador Simón Bolívar en Kingston el 6 de septiembre de 1815, adonde había llegado exiliado en mayo de ese año y en uno de los momentos más difíciles de su vida política. Motivada […]

Hay documentos que encierran en su texto valores de trascendencia histórica. De este tipo es la Carta de Jamaica, escrita por el Libertador Simón Bolívar en Kingston el 6 de septiembre de 1815, adonde había llegado exiliado en mayo de ese año y en uno de los momentos más difíciles de su vida política. Motivada como respuesta a la misiva del 29 de agosto del ciudadano inglés Henry Cullen, residente en el puerto de Fallmouth al norte de la isla, Bolívar la tituló «Contestación de un americano meridional a un caballero de esta Isla».

En aquel momento, sólo en el Río de la Plata habían triunfado los independentistas. La liberación total de las colonias americanas de la metrópoli española se encontraba en precario. Cullen solicita a Bolívar que le informara de la situación de esta parte de América y su proyección futura, subrayando «deseo infinitamente saber la política de cada provincia como también su población; si desean repúblicas o monarquías, si formarán una gran república o una gran monarquía.»

En su extensa explicación, Bolívar expone los datos demográficos solicitados, profundiza en las características políticas de cada región de la América, que Cullen llama meridional, y proyecta los derroteros de su futuro.

Apoyándose en estudios estadísticos del Barón Alejandro de Humboldt, Bolívar anota el monto poblacional de las distintas partes del continente, generalizando que en su total extensión territorial

«… dieciséis millones de americanos defienden sus derechos, o están comprimidos por la nación española…».

Menciona a Cuba en el párrafo siguiente: «Las islas de Puerto Rico y Cuba, que entre ambas pueden formar una población de setecientas a ochocientas mil almas, son las que más tranquilamente poseen los españoles, porque están fuera del contacto de los independientes. Mas ¿no son americanos estos insulares? ¿No son vejados? ¿No desearán su bienestar?»

En cuanto a lo principal del mensaje bolivariano a Cullen, Bolívar fundamenta lo inevitable de la victoria independentista sobre la metrópoli española y aborda el futuro de América, una vez alcanzada la liberación, en dos etapas: una, inmediata, y otra, a más largo plazo. Analiza que una vez suprimido el dominio español sobre América seguirá la desintegración del imperio establecido por los colonialistas. «Yo considero el estado actual de América», escribe, «como cuando desplomado el imperio romano cada desmembración formó un sistema político, conforme a sus intereses y situación, o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias o corporaciones…».

Y más adelante fundamenta este aserto: «Los americanos han subido de repente y sin los conocimientos previos y, lo que es más importante, sin la práctica de los negocios públicos a representar en la escena del mundo las eminentes dignidades de legisladores, magistrados, administradores del erario, diplomáticos, generales, y cuantas autoridades supremas y subalternas forman la jerarquía de un Estado organizado con regularidad». Y concluye: «América no estaba preparada para desprenderse de la metrópoli, como súbitamente sucedió».

Basado en esta falta de preparación cultural y política y con asombrosa precisión según demostró la historia posterior de los hechos, Bolívar predice la América inmediatamente después de liberada de la metrópoli española, dividida en diecisiete Estados independientes entre sí, organizados en repúblicas y no en monarquías.

En el largo plazo, la concepción bolivariana apuesta a la unión de todos estos Estados en una Confederación. Al respecto se lee en la Carta de Jamaica: «Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse».

Pero Bolívar no ve en la inmediatez de su tiempo la formación de esta unión estatal de la América meridional, sino en el futuro. «Esta especie de corporación», subraya, «podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración…». Y ratificando que el factor necesario para alcanzar esta forma de gobierno es la unión de los hispanoamericanos, destaca: «Seguramente es la unión la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración.»

A casi doscientos años de escrita la Carta de Jamaica, hoy los pueblos latinoamericanos y caribeños han acumulado la experiencia necesaria en su lucha emancipadora para optar por este objetivo. La cultura general y política acumuladas nos permite plantearnos la realización del sueño de Bolívar.

Venezuela y Cuba han dado el primer paso institucional y de mayor proyección radical: el inicio del proyecto de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), sobre cuyas bases se han establecido múltiples acuerdos de cooperación entre ambos gobiernos.

En esta misma trascendencia se incluye la reciente creación de Petrocaribe, así como de Telesur y demás entidades propuestas por el Presidente Hugo Chávez para alcanzar la integración de la región. La regeneración que pedía Bolívar para unir en una Confederación de Estados a la América meridional pudiéramos ser nosotros mismos, lo que requiere, apoyándonos en las condiciones objetivas creadas, armarnos de las ideas y la voluntad para lograrlo.

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