La Organización Internacional del Trabajo (OIT) cada vez se parece más al «Ministerio de la Abundancia» que imaginó Orwell en su novela 1984. El ministerio orwelliano, lejos de proveer abundancia, planificaba la miseria. Su misión era que no faltara el hambre en ningún hogar. La OIT -paradoja andante- se ocupa de medir el desempleo mundial, […]
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) cada vez se parece más al «Ministerio de la Abundancia» que imaginó Orwell en su novela 1984. El ministerio orwelliano, lejos de proveer abundancia, planificaba la miseria. Su misión era que no faltara el hambre en ningún hogar.
La OIT -paradoja andante- se ocupa de medir el desempleo mundial, presente y futuro. Sería hora de cambiar la sigla. Debería llamarse OINT: (Organización Internacional del No-Trabajo).
Es una ironía con sabor amargo. Porque la verdad incontrastable, la verdad brillante y ensombrecida, presente y escamoteada, es que sí hay un ogro mundial, un asesino con cara de bueno llamado capitalismo, que planifica, planificó y seguirá planificando la desocupación, la miseria y la exclusión de millones de seres humanos.
El Informe Lugano
La politóloga norteamericana Susan George, una ecologista militante radicada desde hace décadas en los Países Bajos, publicó en 1999 la ficción titulada El Informe Lugano. Preservando el capitalismo en el siglo XXI.
Un equipo científico multidisciplinario es contratado, en absoluto secreto, para que elabore una prospectiva mundial, en relación con los recursos naturales, el hábitat y el desarrollo de la especie humana.
¿Por qué es secreto ese estudio? Pues, porque el poder trasnacional que contrata a los especialistas les exige que no tengan ningún tipo de pruritos ni de reparos morales a la hora de hacer el diagnóstico y a la hora de proponer soluciones.
Y el diagnóstico es terrible (porque prevé el colapso ambiental y humano en unos pocos años más). Y las soluciones que proponen los especialistas son más terribles aún. Al lado de los redactores del Informe Lugano -permítasenos la broma- Thomas Malthus es San Francisco de Asís.
«Si el capitalismo del siglo XXI -leemos- no puede funcionar con las actuales condiciones demográficas, hay que alterar estas condiciones. Esto, planteado así, puede parecer un genocidio. Pero las metas que se persiguen son: a) crear un ambiente económico en el que individualmente se consiga el éxito y la felicidad, b) proteger un medio habitable para los seres humanos y otras especies y c) perpetuar la cultura occidental y una sociedad civilizada…»
No es la primera vez (pensemos en Julio Verne, en Orwell, en Ray Bradbury) que un relato de ficción es lisa y llanamente una predicción.
Pero hay algo más inquietante aún: ¿y si no se trata de una ficción? ¿Y si el Informe Lugano es real, y sólo están preparando a la opinión pública para consensuar una masacre?
El Informe OIT
«La crisis económica -leemos en un cable- se hace notar cada día con nuevos despidos en empresas grandes y pequeñas de todos los sectores en distintos países. Y este año, hasta 51 millones de personas en el mundo podrían perder sus empleos, lo que llevaría la cifra de desocupados hasta 230 millones, advirtió ayer la Organización Internacional del Trabajo…»
«En su informe de Tendencias Mundiales del Empleo para 2009, presentado en Ginebra, el organismo dependiente de la ONU alertó que se espera un ‘aumento espectacular’ de los desempleados, trabajadores pobres o con empleos vulnerables, en relación a 2007. El número de desocupados podría aumentar entre 18 y 30 millones y hasta ’51 millones si la situación continúa deteriorándose’. En América latina, entre 1,5 y 2,4 millones de trabajadores podrían perder sus puestos…»
«Las previsiones más optimistas del FMI -seguimos transcribiendo- apuntan a un incremento del desempleo que afectará a 18 millones de personas, un 6,1% del mercado laboral. Pero, escéptico, el organismo juzga que esta perspectiva se queda corta ante la avalancha de signos que presagian una crisis cada vez más profunda…»
«El número de trabajadores pobres -que no ganan lo suficiente para mantenerse a sí mismos y a sus familias por encima del umbral de la pobreza de 2 dólares al día- podría alcanzar los 1.400 millones, ‘casi el 45% de la población mundial con empleo’, según la OIT…»
Lugano, Ginebra, Davos
La ciudad de Lugano es el tercer centro bancario y financiero de Suiza. No muy lejos de Lugano está Ginebra, llamada por los mismos suizos «la capital del mundo».
En Lugano -relata Susan George- se reunieron los técnicos que elaboraron el Informe (este vocabulario aséptico usaban los nazis cuando mandaban a construir las cámaras de gas y los hornos crematorios).
En Ginebra -como se sabe- está la sede principal de la OIT. Regularmente, lo mismo que otras agencias y organizaciones de las Naciones Unidas, la OIT publica un informe con alarmas y advertencias sobre el crecimiento de la desocupación, el impacto de la crisis financiera, el aumento del trabajo informal y el enfriamiento de la economía.
Hasta los Alpes suizos, hasta esas pintorescas ciudades como Davos, que cada tanto reciben a los jefes del Estado global, no llegan los quejidos. No llega el llanto de las víctimas. No se oye, en esas alturas, el suspiro de la criatura oprimida.
Qué silencio, Dios mío. Un silencio extremo. Ensordecedor.