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Arcadia de Costa-Gavras

Fuentes: Rebelión

Está planteada como una fábula amarga y corrosiva, que caricaturiza con humor negro y sin contemplaciones, la crueldad laboral del capitalismo y el futuro de precariedad e indefensión, extendida a todos los órdenes de la existencia, a que estamos abocados. La película, trata del descenso a los infiernos del paro, de un alto ejecutivo de […]

Está planteada como una fábula amarga y corrosiva, que caricaturiza con humor negro y sin contemplaciones, la crueldad laboral del capitalismo y el futuro de precariedad e indefensión, extendida a todos los órdenes de la existencia, a que estamos abocados.

La película, trata del descenso a los infiernos del paro, de un alto ejecutivo de una multinacional, que en un ajuste de plantilla, pierde su puesto de trabajo.

A diferencia de filmes como los de Ken Loach o Los lunes al sol, que muestran como el desempleo arruina y destruye las vidas de los obreros que lo padecen,  Arcadia, presenta el problema desde la perspectiva de un técnico que ocupa una buena posición económica.

El ingeniero despedido, no tarda en comprobar que su brillante currículo, no sirve de nada frente a un mercado que se muestra insaciable; y su situación cada vez más desesperada y el enfrentamiento feroz con los demás competidores, le llevará a plantearse medidas igualmente extremas.

«Mi enemigo es el empresario, pero mi problema, el obstáculo, son los demás candidatos».

A diferencia del Método Grönholm, en que era la empresa la que sometía a los aspirantes a toda clase de indignidades y vejaciones, aquí son los propios trabajadores los que no vacilan en recurrir a cualquier medio, como única forma de romper el círculo vicioso en que se encuentran, y dejar de engrosar la nómina de los perdedores.

En un mundo sin solidaridad ni más valores que los económicos, se impone el sálvese quien pueda, sin preocuparse de las consecuencias; en la así denominada sociedad del bienestar no hay sitio para todos, la desigualdad manda, y solo se puede conseguir el premio máximo del empleo a costa de la desgracia ajena.

No resulta pues extraño, que Arcadia, la empresa, sea el paraíso en la tierra, y trabajar en ella, la meta soñada, más alta y ambiciosa que puede anhelar cualquier ser humano.