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Arrastrando a América Latina a la guerra de poder entre Estados Unidos e Irán

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

La decisión de Buenos Aires de incluir a Hezbolá en una lista especial de terroristas podría tener consecuencias impredecibles.

El presidente argentino Mauricio Macri habla en el 25 aniversario de un ataque contra la Asociación Mutua Israelita Argentina en Buenos Aires el 18 de julio (AFP)

 

Argentina tardó 25 años en congelar los activos de Hezbolá y poner al grupo libanés en una lista de terroristas por el ataque de julio de 1994 contra la Asociación Mutua Israelita Argentina (AMIA), en el que murieron 85 personas.

Si bien muchos en Argentina consideran que Irán y Hezbolá son responsables del ataque y de otro anterior -en 1992- contra la embajada de Israel en Buenos Aires, la decisión no fue judicial, sino política, basada en una serie de decretos emitidos por el Gobierno de Mauricio Macri.

En los últimos 25 años las únicas personas declaradas culpables en la corte fueron varios funcionarios estatales argentinos que intentaron torpedear la investigación. No fue una casualidad que la decisión del mes pasado coincidiera con una visita a Argentina del Secretario de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo para una conferencia sobre el contraterrorismo.

Repercusiones regionales

La medida revela la aparición de un nuevo escenario en el conflicto entre Estados Unidos e Irán, ya que el primero intenta arrastrar a los países latinoamericanos a una guerra por poder contra Teherán y su aliado, Hezbolá. Pero el paso sin precedentes de Argentina podría tener consecuencias inesperadas, especialmente a nivel regional.

Durante décadas Estados Unidos ha considerado la supuesta presencia de las redes de Hezbolá en América Latina una amenaza para la seguridad, con un enfoque especial en el centro financiero de Argentina, Paraguay y Brasil.

Si bien Irán había desarrollado mejores relaciones con los gobiernos latinoamericanos de izquierda en las últimas décadas, incluidos Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, el reciente cambio hacia gobiernos de derecha fue un giro brusco.

La inclusión de Hezbolá en la lista de terrorismo implica un nuevo impulso en lo que siempre ha sido una investigación politizada

El nuevo enfoque sobre Hezbolá en América Latina sigue a la decisión de Estados Unidos el año pasado de retirarse del acuerdo nuclear con Irán e imponer nuevas sanciones.

En octubre pasado EE.UU. aprobó nuevas medidas contra Hezbolá y en abril ofreció una recompensa de 10 millones de dólares por información sobre las finanzas del colectivo. En enero Pompeo relacionó la crisis de Venezuela con la presencia de Hezbolá, refiriendo a «una obligación de reducir ese riesgo».

Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, se alineó con la administración Trump al vincular a Hezbolá con el terrorismo y el antisemitismo, mientras recibía el Premio Adalid de la Democracia del Comité Judío Americano en Washington.

Financiando a Hezbolá

En los últimos 20 años los analistas de seguridad, agencias de inteligencia y literatura pseudoacadémica han advertido continuamente sobre la creciente presencia de Hezbolá en América Latina, junto con grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico, a menudo con poca evidencia. Citando archivos secretos o información de inteligencia, los medios han sido útiles para difundir esta idea.

En los últimos años Foreign Policy ha publicado varios artículos sobre las finanzas de Hezbolá en el extranjero y la necesidad de erradicar su presencia en América Latina. En mayo el New York Times publicó un artículo, basado en un expediente secreto, sobre un ex-vicepresidente venezolano que presuntamente ayudó a los operativos de Hezbolá. Al mismo tiempo, grupos neoconservadores han estado presionando durante años para incluir a Hezbolá en la agenda de la administración Trump.

Los asistentes sostienen fotos de las víctimas del atentado de la AMIA en 1994 durante una conmemoración en Buenos Aires el 18 de julio (Noticias Argentinas / AFP)

Cuando se trata de la participación de Irán en el caso de AMIA, la Interpol emitió en 2007 un aviso rojo contra varios iraníes y libaneses buscados por Argentina. En 2015 el fiscal Alberto Nisman acusó públicamente al entonces presidente Kirchner de coludir con Irán para encubrir su papel en el atentado. Apareció muerto la víspera de su testimonio cuatro días después. La sociedad argentina aún está dividida sobre el caso.

La inclusión de Hezbolá en la lista del terrorismo crea un nuevo impulso en lo que siempre ha sido una investigación politizada, mezclada con intereses geopolíticos globales. Los decretos argentinos siguen de cerca la agenda de Estados Unidos contra Irán y Hezbolá, enfocándose en el financiamiento del terrorismo dentro del país y permitiendo a las autoridades congelar los activos de los relacionados con el grupo.

Este es un paso sin precedentes para una región con una fuerte presencia de comunidades árabes y judías. Si bien algunos argentinos podrían estar preocupados, es poco probable que la designación de terrorista convierta al país en un posible objetivo de represalias, pero ciertamente ha alineado a Argentina con un lado del conflicto y podría dañar sus relaciones con el gobierno libanés.

Nueva guerra contra el terror

Otra potencial consecuencia podría ser un efecto dominó en toda la región, estimulado por la presión estadounidense e israelí en esa dirección. Pompeo manifestó con optimismo que otros países puedan seguir el ejemplo al declarar a Hezbolá como un grupo terrorista, mientras que Almagro sugirió que otros estados deberían hacer lo mismo.

Los países que ya están en la zona de influencia de Estados Unidos e Israel, como Brasil, Paraguay y partes de América Central, podrían ser los primeros en seguir. El movimiento argentino podría marcar el comienzo de una versión actualizada de la guerra contra el terrorismo, con un enfoque especial en Irán y sus aliados.

En términos de estigmatización la designación de Hezbolá también podría tener enormes consecuencias para todas las comunidades árabes latinoamericanas. En noviembre pasado dos hermanos libaneses en Argentina fueron acusados ​​de ser miembros de Hezbolá, luego de un aviso de una entidad judía local. Fueron liberados después de 22 días, sin cargos.

Mientras tanto, para algunas de las familias de las víctimas de AMIA, los decretos no fueron un regalo bien recibido del 25 aniversario, sino más bien un intento de ocultar la mala conducta de las autoridades argentinas durante el último cuarto de siglo.

Para muchos argentinos no hay duda de que su país se ha convertido en un nuevo escenariopara la confrontación global estadounidense-israelí contra Irán.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Middle East Eye.

Massimo Di Ricco es profesor en la Universidad del Norte de Barranquilla (Colombia), comentarista de noticias y periodista que contribuye en varias publicaciones sobre Medio Oriente, América Latina, los medios y la política global.

Fuente: https://www.middleeasteye.net/opinion/dragging-latin-america-us-iran-proxy-war

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.