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Asumió el nuevo presidente ecuatoriano sin reconocimiento internacional

Fuentes: Clarín

Se trata de Alfredo Palacio. EE.UU. no decidió aún su posición sobre el cambio de gobierno. La OEA recién se reunirá hoy. En el plano interno, el mandatario tampoco cuenta con demasiados respaldos

En medio de la desconfianza ciudadana y de las Fuerzas Armadas, y con la notoria falta de reconocimiento internacional, el médico de Guayaquil Alfredo Palacio tomó posesión ayer de la presidencia de Ecuador, un día después de haber sido proclamado por el Congreso. Con todo, su asunción no ha logrado poner fin a la inestabilidad institucional que sacude al país desde hace más de una semana y que echó por tierra con el gobierno del coronel Lucio Gutiérrez, asilado en la Embajada de Brasil en Quito.

Anoche, un avión brasileño esperaba cerca de la frontera para llevárselo a Brasilia. Y el nuevo gobierno anunció que le dará un salvoconducto para que pueda viajar a Brasil.

El gobierno de Palacio es débil en varios frentes. Fue designado entre gallos y media noche, de apuro y en unos minutos, en una sesión del Congreso que violó a todas luces la Constitución, al destituir a Gutiérrez por «abandono del cargo», cuando el coronel devenido en político se encontraba en su despacho en el Palacio de Carondelet.

Ocurre que esa figura, establecida en el artículo 167 de la Constitución, es la única que se puede aplicar para evitar el juicio político y el voto necesario de las dos terceras partes del Congreso (67 legisladores). Gutiérrez cayó por la decisión de 60 diputados.

La explicación que dieron los congresistas no sirvió para despejar las dudas de la comunidad internacional, en particular de la OEA, que suspendió su sesión prevista para ayer hasta obtener respuestas claras: «No se trató de un abandono físico, sino que abandonó el poder al no prestar atención a los reclamos del pueblo», dijo uno de ellos, en una curiosa interpretación de la Carta Magna.

El mismo cargo le endilgaron a Jamil Mahuad en 2000. En cambio, Abdalá Bucaram tuvo menos suerte en febrero del 97: «El Loco» fue destituido por «incapacidad mental para gobernar».

Pero esa decisión fue acompañada de una puesta en escena de las Fuerzas Armadas que le dan a la caída de Gutiérrez el tinte de golpe cívico-militar, montado en las manifestaciones populares. Y es que el comando conjunto fue clave -como en todas las caídas presidenciales en este país- al quitarle el apoyo al coronel y dar por finalizado el romance, con el argumento de que los uniformados «no iban a reprimir a sus hermanos ecuatorianos».

La otra pata de la debilidad de Palacio radica en que los militares demoraron varias horas en reconocerlo como presidente y hasta ahora lo miran con desconfianza, ya que no tiene aliados políticos, carece de un plan de gobierno y tampoco cuenta con apoyo popular.

En soledad y sin vítores ni manifestaciones de apoyo, Palacio -un médico de 66 años que se alejó de Gutiérrez a los meses de haber asumido- tomó juramento a los ministros, la mayoría técnicos sin militancia, entre ellos el canciller Antonio Parra Gil, que tendrá la difícil misión de legitimar al gobierno ante la comunidad internacional; el ministro de Gobierno, Mauricio Gándara, y el ministro de Economía, Rafael Correa, un economista muy crítico de la dolarización que rige en el país desde el año 2000, pero que mantendrá pese a todo.

La calma volvió a esta ciudad, escenario de masivas movilizaciones el martes y el miércoles, que dejaron tres muertos y más de un centenar de heridos. Pero la crisis política no se ha zanjado definitivamente.

Apenas asumió, Palacio se vio obligado a escuchar peticiones de lo más variadas, como el no pago de la deuda externa, la suspensión de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con EE.UU. y el fin de la dolarización, demandas exageradas para una movilización popular que comenzó por la decisión de Gutiérrez de destituir a la Corte Suprema de Justicia y de permitir el regreso de Bucaram al país.

Palacio se defendió con una frase que pinta la situación: «No soy político», dijo, como si eso sirviera para sacar patente de honesto y que al mismo tiempo demuestra el desprestigio en el que quedaron sumergidos los partidos políticos del país.

Por ahora, su único sostén parece ser el Partido Social Cristiano del ex presidente León Febres Cordero, con base en Guayaquil, enemistada históricamente con la capital, Quito: «Siempre pasa lo mismo -dijo un dirigente político-, Quito saca los presidentes y Guayaquil los pone».